viernes, 10 de diciembre de 2010

El hombre del último minuto

Yo soy el hombre del último minuto

ese que se estrella contra tus labios antes de que se escape el día

ese que corre por la calle con el corazón en la boca

ese que traga saliva cuando la noche se transforma en una ciudad llena de puertas


Llegaré tarde a la cita
pero llegaré


tarde

Lo he dicho todo
No puedo decir más

Yo soy el hombre del último minuto
y una flor sangrienta humedece mis contornos


Antes de que puedas decir: "Este chico no llegará nunca a su hora"

Yo estaré allí

al lado de tu casa
junto a tu balcón
tras la tapia
espiando la vida

imitando a la lluvia


porque yo soy el hombre del último minuto

sin dejar de observar
sin bajar nunca del barco
sin un penique que llevarme a la boca

ese que bucea perdido en la inmensidad de lo minucioso
para después acelerar y acelerar y acelerar
sin descanso

Mírame
amor

soy todo lo que soy gracias a tu culpa
a tus nervios verdes y elásticos
a las curvas de tus bellas espirales oceánicas
y a la copiosa aceleración de tus partículas

No he hecho otra cosa
que lo que tu has querido

en cada momento

He sido dulce cuando buscabas alguien intrépido
He sido salvaje cuando querías alguien silencioso

fiel a ti mismo

guardé mi puñal bajo la almohada
y humedecí mis labios con tu poderoso veneno

cada vez que tus hermanos penetraban en la habitación con alaridos
y golpes de factura

Yo susurraba canciones de guerra al telefonillo


Apagaba la servidumbre

limpiaba los precipicios

exprimía la mugre


calculando mi lógico discurso con ristras de ojos y demencia


Pero tu has sido muy generosa conmigo

calculando mi inconsciente trayecto de ondas vespertinas
definiendo mis pasos de aire
y contubernio

en la sombra


No he escuchado el bombo de la derrota
cuando los marineros tomaban el barco

Ni me he dejado embaucar por las sibilinas notas de la victoria
cuando los trepadores mancillaban el nombre
de todas las cosas vivas

He permanecido
siempre fiel

temblando de miedo

Y ahora yazco aquí
junto a la tierra
acurrucado
sin haberme despegado de ti un sólo instante

Con la máscara llena de sangre
con el piano lleno de perros hambrientos
destrozando las cuerdas del pacto

Las palabras que tu me entregaste generosamente
yo las cosí a mi espalda
una a una
y cargué con ellas

para cuando llegará el viento
soltar todas mis tribulaciones al aire

para que la habitación quede vacía cuando arribe el olvido


trabajaré

y así
ese huésped maravilloso podrá tomar la estancia
plácidamente

cuando yo terminé mi labor


Los animales de la noche se refugian en mi vientre
buscando amparo
y una mano de ternura que defina sus perfiles

Yo los acojo

Los animales de la noche escarban en mi cabeza
buscando una madriguera y víctimas
que les proporcionen alimento sagrado

Yo los alimento

Hasta el último minuto

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