martes, 30 de noviembre de 2010
lunes, 29 de noviembre de 2010
Monetizar la configuración de las estadísticas para comprarse un coche nuevo a pesar de la teología rosa
Dicen que ya no escribes, que no encuentras estimulante el sonido de las hojas agrietadas cruzando tu mente devastada por el polvo.
Dicen que ya no bebes, que no te divierte hundir tu cerebro en gasolina por las noches.
Incluso dicen que ya no lees, que las torpes curvas de los otros no tocan tu segmento de tedio y salitre.
Dicen tantas cosas.
Los periódicos hablan de elecciones anticipadas, de paro, de embrutecimiento carnal.
De violencia generacional, de leyes antigravitatorias, de visitas milagrosas, de filtraciones informativas, de la subida del chicle.
Pero tu no dices nada. Como si en la vastedad de tu silencio cerrado cupiesen todas las cosas que tu silencio toca cuando callas.
Como si todas esas cosas no fueran contigo. Como si tu vivieses lejos. En otro lugar. Que no existe y que ni tan siquiera tu te empeñas en confirmar tras tu silencio.
Mientras, tu presente te trabaja con orfebre de paciencia. Y todo es fatigoso y largo. Y es mejor postergar los días. Y que los días caigan como días del mismo almanaque ficticio que lo componen.
Has comprendido que tampoco hoy, las palabras vendrán en tu auxilio.
Y es mejor así, creeme.
Dicen que ya no bebes, que no te divierte hundir tu cerebro en gasolina por las noches.
Incluso dicen que ya no lees, que las torpes curvas de los otros no tocan tu segmento de tedio y salitre.
Dicen tantas cosas.
Los periódicos hablan de elecciones anticipadas, de paro, de embrutecimiento carnal.
De violencia generacional, de leyes antigravitatorias, de visitas milagrosas, de filtraciones informativas, de la subida del chicle.
Pero tu no dices nada. Como si en la vastedad de tu silencio cerrado cupiesen todas las cosas que tu silencio toca cuando callas.
Como si todas esas cosas no fueran contigo. Como si tu vivieses lejos. En otro lugar. Que no existe y que ni tan siquiera tu te empeñas en confirmar tras tu silencio.
Mientras, tu presente te trabaja con orfebre de paciencia. Y todo es fatigoso y largo. Y es mejor postergar los días. Y que los días caigan como días del mismo almanaque ficticio que lo componen.
Has comprendido que tampoco hoy, las palabras vendrán en tu auxilio.
Y es mejor así, creeme.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
La máscara de mis deseos
Soy un adicto. Un cartabón silencioso. Un peatón inconcluso.
Y observo la lluvia.
y palpo el cristal y el azul de la madrugada penetra mi piel como un fármaco poderoso.
Y mis pupilas se dilatan y mi corazón se convierte en un delicado anillo de humo.
Y me basta escuchar el latido de la tierra girar sobre su eje
para derramar mi existencia sobre la gran noche
Y observo la lluvia.
y palpo el cristal y el azul de la madrugada penetra mi piel como un fármaco poderoso.
Y mis pupilas se dilatan y mi corazón se convierte en un delicado anillo de humo.
Y me basta escuchar el latido de la tierra girar sobre su eje
para derramar mi existencia sobre la gran noche
viernes, 19 de noviembre de 2010
Trayecto
Un hombre compra un billete para ir a Buenos Aires. Comprueba que su vagón es el número tres, toma su correspondiente asiento y durante el transcurso del viaje decide echar una cabezadita. Para cuando por fin el tren se detiene en Buenos Aires, el hombre duerme. Sin embargo, el tren reinicia su marcha. Llega a Lima, donde sólo algunos pasajeros descienden. Atravesada la cordillera de los Andes sin mayores complicaciones, el tren continua su rumbo hacia el norte, cruzando el estrecho de Panamá, pero antes pasará por la estación de la ciudad de Bogotá. Es entonces cuando alguien sacude levemente al hombre que sueña.
- Buen hombre, Bogotá.- Le advierte una mujer con toda su buena intención.
El hombre, consternado, balbucea:
- Ya es demasiado tarde.- Y continua durmiendo.
martes, 9 de noviembre de 2010
jueves, 4 de noviembre de 2010
Gabriele
Tengo el pecho lleno de nácar
y las rodillas juntas
De los armarios cuelgan las lágrimas de los aparecidos
convertidas en retazos y jirones de niebla
Tengo un alambre que me cruza la vertebra
con un temblor preciso de barcaza en las sienes
Con los ojos abiertos
Un amigo se ha ido
Se lo ha llevado la muerte
Ayer
mientras trabajaba
Por eso tengo una fuente ciega incrustada en el fémur
de la que emana una ínfima partícula de herzios
y oscuros latidos de linterna
Lo sorprendieron sin corazón en la ciudad de los cangrejos
Esa ciudad nocturna
que bebe acordeones de neón y estruja pájaros
bajo las suelas de los zapatos y de las putas
Esa ciudad
cuyo engranaje es la dactilografía de las ilusiones
y sin embargo
Su despacho vacío continua cargado de aire
Su cabeza torcida permanece mirando la espuma
que cae de los espejos
Intacta
Un amigo se ha ido
con los ojos abiertos
hacia la nada
de donde no se vuelve
Trato de rescatarlo mediante un conjunto de memoriosos recuerdos
Un puzzle de minuciosas citas inconexas y amargas
pobladas ahora por su ausencia
por su transparente perfume de vértigo
Y la certidumbre de un campanario
vendrá a ocupar el secreto de las lámparas
Tengo el pecho lleno de lana
y los puños corroídos
por esta lámina de esquela
encerrada en este patíbulo de nieve
Por este tuétano de eficacia
por este retrato de azucenas y cloroformo
que desata las esculturas
cuya naturaleza de arbitrio
hiere la cadencia de los columpios
y la soledad intransferible de las terrazas
La precariedad miserable
que se instala en el cálculo funesto de las certezas
Cuando se apaga el sonido del agua
y el latido vibrante
cede ante la funebre elocuencia de las palabras
Cuando suenan los nudillos del forense
sobre tu pecho y la vida no es nada
Y nadie abre la vida
porque la muerte se ha ido
de la mano
La ebriedad amputada
de sigilo
bajo la escarcha
nos visita
esta noche
Con su manta de mariposas exultantes
y las malvas de su convento imprevisto
y su elegante traje de hierba
Mugre de guitarra vieja suenan los puñales negros
que se acumulan en la garganta
de las piedras inocentes del camino
cuando suenan como crujir de hielos
desde el fondo de las cosas
desde el fondo de su elegante traje de hierba
desde el fondo de las cosas
y las rodillas juntas
De los armarios cuelgan las lágrimas de los aparecidos
convertidas en retazos y jirones de niebla
Tengo un alambre que me cruza la vertebra
con un temblor preciso de barcaza en las sienes
Con los ojos abiertos
Un amigo se ha ido
Se lo ha llevado la muerte
Ayer
mientras trabajaba
Por eso tengo una fuente ciega incrustada en el fémur
de la que emana una ínfima partícula de herzios
y oscuros latidos de linterna
Lo sorprendieron sin corazón en la ciudad de los cangrejos
Esa ciudad nocturna
que bebe acordeones de neón y estruja pájaros
bajo las suelas de los zapatos y de las putas
Esa ciudad
cuyo engranaje es la dactilografía de las ilusiones
y sin embargo
Su despacho vacío continua cargado de aire
Su cabeza torcida permanece mirando la espuma
que cae de los espejos
Intacta
Un amigo se ha ido
con los ojos abiertos
hacia la nada
de donde no se vuelve
Trato de rescatarlo mediante un conjunto de memoriosos recuerdos
Un puzzle de minuciosas citas inconexas y amargas
pobladas ahora por su ausencia
por su transparente perfume de vértigo
Y la certidumbre de un campanario
vendrá a ocupar el secreto de las lámparas
Tengo el pecho lleno de lana
y los puños corroídos
por esta lámina de esquela
encerrada en este patíbulo de nieve
Por este tuétano de eficacia
por este retrato de azucenas y cloroformo
que desata las esculturas
cuya naturaleza de arbitrio
hiere la cadencia de los columpios
y la soledad intransferible de las terrazas
La precariedad miserable
que se instala en el cálculo funesto de las certezas
Cuando se apaga el sonido del agua
y el latido vibrante
cede ante la funebre elocuencia de las palabras
Cuando suenan los nudillos del forense
sobre tu pecho y la vida no es nada
Y nadie abre la vida
porque la muerte se ha ido
de la mano
La ebriedad amputada
de sigilo
bajo la escarcha
nos visita
esta noche
Con su manta de mariposas exultantes
y las malvas de su convento imprevisto
y su elegante traje de hierba
Mugre de guitarra vieja suenan los puñales negros
que se acumulan en la garganta
de las piedras inocentes del camino
cuando suenan como crujir de hielos
desde el fondo de las cosas
desde el fondo de su elegante traje de hierba
desde el fondo de las cosas
miércoles, 3 de noviembre de 2010
Crónica de un fumador imposible o nosotros también sabemos perder
Nosotros también sabemos teclear
con los dedos carbonizados de las pajarerías
Conocemos el arte de la colleja
y las perspectivas que traza la alcantarilla cuando te succiona la cordura
del alma con su embudo de funcionario y su cartabón de cálida orina
Nosotros sabemos golpear sin rostro el tamiz de las campanas
y vestirnos de luces
y meternos el cuerno
Roto
entre las entrañas de los pianos húmedos
y los sauces de mármol que aporrean los parkings de los centros comerciales
y las esbeltas escalinatas
carcomidas por el veneno de la democracia
Es el alto precio de los poemas financieros
Es el alto precio de las escopetas de feria
Es el alto precio de las chisteras sin fondo
Nosotros también sabemos apurar amaneceres
para después apagarlos en las mejillas de los calendarios
Nosotros también sabemos torcer la mueca
Si
El mundo gira caliente
y nuestra palabra pelea por un cepo de oxígeno
Al final de la emboscada
encontrarás un cuadrilatero con la exacta forma de tu rostro
Nosotros también sabemos llorar
el epicentro de las tragedias de plástico y colorete
está lleno de nuestra siniestra amargura
Amarga máscara de los escenarios
Sincera entrega de los filetes crudos
Pero no te asustes
también conocemos el color rosa
y la mediocridad de las citas
y el trasero de los cerdos que adoran la pitagórica gracia de las perlas
que caen del cielo huntadas con estiercol divino
Calculamos pérdidas y beneficios
con nuestros propios dedos
sin necesidad de sauces ni volcanes ni sostenes
No necesitamos el triunfo del trigo
ni la fuerza de la madreselva para despertar
podemos despertar rodeados de miseria
un día cualquiera
sin trinos sin parques sin hojas ni caricias en rama
con el olor de la gasolina solo
penetrando nuestra carne
solitaria curva de presidio
clavada a la nuca de la carne
La soledad del hombre pendiendo de un hilo
Y el hombre-hueso recitando salmos y libros
donde las letras son lascivos gusanos
En el catre estrecho de los susurros
Hay un hueco en la madrugada
que se parece a tu percha
Catre de calleja y navaja
Catre de consejo paternal y pañal generoso
Piso de vieja embalsamada
paredes empapeladas por faroles abrasados
y yemas carnívoras tocando el crucifijo de plomo
Libertad pactada posando en el nido del ministerio de la guerra
y el canto del grillo mecánico
y el huevo peludo chillando
y la cabra estelar de los esqueletos de las niñas
que amasan marfil para las teclas de tu piano chino
Oh tocas tan bien las nalgas de los recintos prohibidos
Escurriendo el bulto
y tapando los ojos de la cartografía con los dientes
Señalando la copa de los ahogados
Señalando la boca de los asesinos
con el párpado forrado de silencio pegajoso y lluvia de fuel
penetrante
La calle esta quieta parada y fría
La calle esta quieta
en tu boca inerte
Un animal disecado en la óptica de la caligrafía
parece la piel siniestra de un lagarto aplastado por la velocidad
de tu sonrisa hueca
Y estás ausente
la verdad es que estás ausente cuando callas cuando conduces cuando comes cuando siempre
la realidad esta en otro sitio
porque la calle esta quieta parada
sobre tu boca inerte
Por eso conocemos tan bien el olor que desprenden los prostíbulos en enero
y en marzo
si nuestros calcetines están trabajados por el aguarrás de los cines
y las colas de los fornicaderos acotados por nuestra juventud vendida
a las productoras de eficientes conductas teledirigidas
Corriente alterna
para el matadero y para el aliento de los que madrugan
hasta confundir el azúcar de los polvos con el cruzar de los muelles hacia el final de la noche
y sus cadáveres silenciosos flotando en el gélido río de tus retinas
Despacio
como una magistral película japonesa
destilando veneno en la sangre de un suicida
Donde los bares y los seres son porciones particulares de la carroña
interferencias de la esquina violada por la suerte
amparada por el naufragio
Pero nosotros
que hemos guardado nuestro número en la cola del paro
que hemos guardado en silencio lo que pensamos de tu padre
ya no tenemos boca
hemos vendido todos nuestros dientes
en las sucursales de la primavera occidental
y el cenicero de los cobardes latidos ha devorado nuestra ignorancia
hasta confundirla con la fuerza del cemento y la ley de la cloaca
Hasta perder de vista el poder
bajo la pura ley de la rutina psíquica y el aislamiento
prematuro de los que mueren bajo las sábanas
Soñando los sueños de otro
La ley del ascensor y el gatillo corto
La ley de los aspersores y la pasta dentífrica
La crema de manos y el neceser imprescindible
El pintalabios y el sudoku
La cartilla y el lápiz de ojos
La ley de la peluquería y el gramófono perfecto
La calidad de la imagen y la nitidez de su trampa
Hasta definir al hombre perfecto
Hasta definir la mujer perfecta
Y vomitar
Hasta elucubrar réplicas que celebren los buenos días en el interior de los ascensores
que como vagones de exterminio postindustrial
consuman el gas necesario para parpadear
hasta alcanzar el tercer o el cuarto crimen de un horror arquitectónico
y el alto perfume de los calabozos de estaño
y las pulseras de reloj inmanente
hipnotizando las ociosas pupilas
Hasta conseguir que los ojos se encuentren por el suelo
sin encontrar otra labor que la de husmear
un hueso que llevarse a la cama
Somos escombro
lamemos heridas
porque el escombro esta perdido en el escombro de la vida
y la piel de las cucurachas es parecida a la trama de la danza y las latas refrescantes del paraíso
se esconden tras las esquinas
y giran y se abren ante el resplandor de una moneda
Porque Walt Whitman se fue
Niños
Partió
lejos con su brillante barba cargada de sueños inocentes y mariposas
Las duras verdades reventaron convertidas en confetti y semillas
de resplandor
ante su inevitable partida
Ahora
Dile a tu madre que venga
que no quiero verla llorar
sobre tu pijama de felpa
Ahora
Dile a tu madre que venga
que no quiero que vea
en que acabó todo su sacrificio
En qué quedaron sus puños y las bombas de átomo y las televisiones
guiando el pulso cerrado de los monos ciegos que piden carbón en lugar de cacahuetes
De los pezones manchados de aceite
ahora las uvas celebradas de la ceguera
que surgen con maletas de perdición y ginebra de palo largo
para intervenir en las tramas del porvenir y los agujeros de boda muy hondos
Los diplomas y los aullidos hundidos en la ciénaga de las aulas
del crematorio
y las faldas de las secretarias que firman linchamientos municipales
para esconder entre sus piernas hocicos de feto y caballos podridos
de noria
Sillas eléctricas reproducciones populares autoretratos de clientes huntados con mantequilla y frambuesa de felicidad anestesiada concursando por un adosado en el infierno
Estamos friendo la carne fresca de las amapolas
sobre las espaldas de los niños vivos
Aplaudir
Hasta que os salgan llagas en las manos
Aplaudir
Hasta que os salgan ampollas en las manos
Al aire le llega una columna negra de aire viciado
es la colonia del bingo
la intriga de los casinos
la columna vertebral de los negocios
donde la panza de los corruptos estertores se llenan de silencio y nicotina
El silencio pactado se come la hierba de los niños y los potros
amanecen muertos
Nos estamos comiendo muerta la lección de anatomía y las estrellas del presidio vigilado
nos acarician los tobillos con sus escuetos anuncios publicitarios
Después nos incorporamos al trafico de la circunferencia
y nos despedimos con un breve beso cargado de pólvora
y etanol
Tenemos las espaldas llenas de puñales
Hasta nunca
mundo
Fue bonito
pasear sobre tu tos y entre los bronquios de tu cementerio
escribiré
la poesía que se meten los yonquis en los baños del cielo
esa que se le queda a tu suegra entre los dientes cuando acaba de follar
devorada por las coces sin escrúpulos del vello inerte
que crece en las hemerotecas de lo maravilloso
en la moral del marisco
en la ética del ganado vacuno
En la copa de tinta derramada
Sobre la cicatriz de las bicicletas
he olvidado los veranos prendidos de tu pelo
Porque yo también sé olvidar
Los camiones de morralla y vertedero nos cosen cremalleras en la frente
Y el pelo de los macacos se curva al llegar el invierno
como farolillos rojos habitados por deseos leves
El cuello de mierda
hundido
hasta
la horca
de los apellidos y los diplomas disecados en las paredes del amor funesto
y la ropa tendida para siempre de mis brazos
La pintura esta en la calle muriéndose de frío
De frío
Del amor arrancado a los pétalos de cristal
y las burbujas de sexo
y el cloroformo de las oficinas
y el pomo de los melocotones agrietados
y las cámaras succionando el misterio de los jazmines
y la tremenda puñalada de las rosas encendidas
bajo la ecuación errante de los tiburones crispados
que buscan alcanzar los teoremas de la mandrágora
y la balística de las horas
y los minutos
escondiendo segundos en los cuernos de la aurora
que llevo encogido bajo el jardín de las estatuas llameantes
Mi garganta es el tugurio de un crimen
que se crispa como la cresta de un gallo bajo el guante de la luna
Matadero
Cóseme los pies a mi destino
y déjame fumar al borde del despeñadero
Sin dignidad sin mi
Sin ti
Sin alcohol
sin tabaco
Déjame arrancarme los grilletes de lavanda
y mojar mis labios en las servilletas del martirio
Quiero penetrar el yunque
con mis ojos de cuchillo
Picas destrozadas en el puño del trébol y la suerte
Diamantes robados de las mismas fauces amarillas
La realidad como un perro borracho y puntual
persiguiendo el teléfono del demonio a puntellones y duras entradas
y el silencio de los pájaros embrujando las aristas de las calaveras
persiguiendo
el rabo negro de la locura
estampados
contra el muro eléctrico de las libertades
con los dedos carbonizados de las pajarerías
Conocemos el arte de la colleja
y las perspectivas que traza la alcantarilla cuando te succiona la cordura
del alma con su embudo de funcionario y su cartabón de cálida orina
Nosotros sabemos golpear sin rostro el tamiz de las campanas
y vestirnos de luces
y meternos el cuerno
Roto
entre las entrañas de los pianos húmedos
y los sauces de mármol que aporrean los parkings de los centros comerciales
y las esbeltas escalinatas
carcomidas por el veneno de la democracia
Es el alto precio de los poemas financieros
Es el alto precio de las escopetas de feria
Es el alto precio de las chisteras sin fondo
Nosotros también sabemos apurar amaneceres
para después apagarlos en las mejillas de los calendarios
Nosotros también sabemos torcer la mueca
Si
El mundo gira caliente
y nuestra palabra pelea por un cepo de oxígeno
Al final de la emboscada
encontrarás un cuadrilatero con la exacta forma de tu rostro
Nosotros también sabemos llorar
el epicentro de las tragedias de plástico y colorete
está lleno de nuestra siniestra amargura
Amarga máscara de los escenarios
Sincera entrega de los filetes crudos
Pero no te asustes
también conocemos el color rosa
y la mediocridad de las citas
y el trasero de los cerdos que adoran la pitagórica gracia de las perlas
que caen del cielo huntadas con estiercol divino
Calculamos pérdidas y beneficios
con nuestros propios dedos
sin necesidad de sauces ni volcanes ni sostenes
No necesitamos el triunfo del trigo
ni la fuerza de la madreselva para despertar
podemos despertar rodeados de miseria
un día cualquiera
sin trinos sin parques sin hojas ni caricias en rama
con el olor de la gasolina solo
penetrando nuestra carne
solitaria curva de presidio
clavada a la nuca de la carne
La soledad del hombre pendiendo de un hilo
Y el hombre-hueso recitando salmos y libros
donde las letras son lascivos gusanos
En el catre estrecho de los susurros
Hay un hueco en la madrugada
que se parece a tu percha
Catre de calleja y navaja
Catre de consejo paternal y pañal generoso
Piso de vieja embalsamada
paredes empapeladas por faroles abrasados
y yemas carnívoras tocando el crucifijo de plomo
Libertad pactada posando en el nido del ministerio de la guerra
y el canto del grillo mecánico
y el huevo peludo chillando
y la cabra estelar de los esqueletos de las niñas
que amasan marfil para las teclas de tu piano chino
Oh tocas tan bien las nalgas de los recintos prohibidos
Escurriendo el bulto
y tapando los ojos de la cartografía con los dientes
Señalando la copa de los ahogados
Señalando la boca de los asesinos
con el párpado forrado de silencio pegajoso y lluvia de fuel
penetrante
La calle esta quieta parada y fría
La calle esta quieta
en tu boca inerte
Un animal disecado en la óptica de la caligrafía
parece la piel siniestra de un lagarto aplastado por la velocidad
de tu sonrisa hueca
Y estás ausente
la verdad es que estás ausente cuando callas cuando conduces cuando comes cuando siempre
la realidad esta en otro sitio
porque la calle esta quieta parada
sobre tu boca inerte
Por eso conocemos tan bien el olor que desprenden los prostíbulos en enero
y en marzo
si nuestros calcetines están trabajados por el aguarrás de los cines
y las colas de los fornicaderos acotados por nuestra juventud vendida
a las productoras de eficientes conductas teledirigidas
Corriente alterna
para el matadero y para el aliento de los que madrugan
hasta confundir el azúcar de los polvos con el cruzar de los muelles hacia el final de la noche
y sus cadáveres silenciosos flotando en el gélido río de tus retinas
Despacio
como una magistral película japonesa
destilando veneno en la sangre de un suicida
Donde los bares y los seres son porciones particulares de la carroña
interferencias de la esquina violada por la suerte
amparada por el naufragio
Pero nosotros
que hemos guardado nuestro número en la cola del paro
que hemos guardado en silencio lo que pensamos de tu padre
ya no tenemos boca
hemos vendido todos nuestros dientes
en las sucursales de la primavera occidental
y el cenicero de los cobardes latidos ha devorado nuestra ignorancia
hasta confundirla con la fuerza del cemento y la ley de la cloaca
Hasta perder de vista el poder
bajo la pura ley de la rutina psíquica y el aislamiento
prematuro de los que mueren bajo las sábanas
Soñando los sueños de otro
La ley del ascensor y el gatillo corto
La ley de los aspersores y la pasta dentífrica
La crema de manos y el neceser imprescindible
El pintalabios y el sudoku
La cartilla y el lápiz de ojos
La ley de la peluquería y el gramófono perfecto
La calidad de la imagen y la nitidez de su trampa
Hasta definir al hombre perfecto
Hasta definir la mujer perfecta
Y vomitar
Hasta elucubrar réplicas que celebren los buenos días en el interior de los ascensores
que como vagones de exterminio postindustrial
consuman el gas necesario para parpadear
hasta alcanzar el tercer o el cuarto crimen de un horror arquitectónico
y el alto perfume de los calabozos de estaño
y las pulseras de reloj inmanente
hipnotizando las ociosas pupilas
Hasta conseguir que los ojos se encuentren por el suelo
sin encontrar otra labor que la de husmear
un hueso que llevarse a la cama
Somos escombro
lamemos heridas
porque el escombro esta perdido en el escombro de la vida
y la piel de las cucurachas es parecida a la trama de la danza y las latas refrescantes del paraíso
se esconden tras las esquinas
y giran y se abren ante el resplandor de una moneda
Porque Walt Whitman se fue
Niños
Partió
lejos con su brillante barba cargada de sueños inocentes y mariposas
Las duras verdades reventaron convertidas en confetti y semillas
de resplandor
ante su inevitable partida
Ahora
Dile a tu madre que venga
que no quiero verla llorar
sobre tu pijama de felpa
Ahora
Dile a tu madre que venga
que no quiero que vea
en que acabó todo su sacrificio
En qué quedaron sus puños y las bombas de átomo y las televisiones
guiando el pulso cerrado de los monos ciegos que piden carbón en lugar de cacahuetes
De los pezones manchados de aceite
ahora las uvas celebradas de la ceguera
que surgen con maletas de perdición y ginebra de palo largo
para intervenir en las tramas del porvenir y los agujeros de boda muy hondos
Los diplomas y los aullidos hundidos en la ciénaga de las aulas
del crematorio
y las faldas de las secretarias que firman linchamientos municipales
para esconder entre sus piernas hocicos de feto y caballos podridos
de noria
Sillas eléctricas reproducciones populares autoretratos de clientes huntados con mantequilla y frambuesa de felicidad anestesiada concursando por un adosado en el infierno
Estamos friendo la carne fresca de las amapolas
sobre las espaldas de los niños vivos
Aplaudir
Hasta que os salgan llagas en las manos
Aplaudir
Hasta que os salgan ampollas en las manos
Al aire le llega una columna negra de aire viciado
es la colonia del bingo
la intriga de los casinos
la columna vertebral de los negocios
donde la panza de los corruptos estertores se llenan de silencio y nicotina
El silencio pactado se come la hierba de los niños y los potros
amanecen muertos
Nos estamos comiendo muerta la lección de anatomía y las estrellas del presidio vigilado
nos acarician los tobillos con sus escuetos anuncios publicitarios
Después nos incorporamos al trafico de la circunferencia
y nos despedimos con un breve beso cargado de pólvora
y etanol
Tenemos las espaldas llenas de puñales
Hasta nunca
mundo
Fue bonito
pasear sobre tu tos y entre los bronquios de tu cementerio
escribiré
la poesía que se meten los yonquis en los baños del cielo
esa que se le queda a tu suegra entre los dientes cuando acaba de follar
devorada por las coces sin escrúpulos del vello inerte
que crece en las hemerotecas de lo maravilloso
en la moral del marisco
en la ética del ganado vacuno
En la copa de tinta derramada
Sobre la cicatriz de las bicicletas
he olvidado los veranos prendidos de tu pelo
Porque yo también sé olvidar
Los camiones de morralla y vertedero nos cosen cremalleras en la frente
Y el pelo de los macacos se curva al llegar el invierno
como farolillos rojos habitados por deseos leves
El cuello de mierda
hundido
hasta
la horca
de los apellidos y los diplomas disecados en las paredes del amor funesto
y la ropa tendida para siempre de mis brazos
La pintura esta en la calle muriéndose de frío
De frío
Del amor arrancado a los pétalos de cristal
y las burbujas de sexo
y el cloroformo de las oficinas
y el pomo de los melocotones agrietados
y las cámaras succionando el misterio de los jazmines
y la tremenda puñalada de las rosas encendidas
bajo la ecuación errante de los tiburones crispados
que buscan alcanzar los teoremas de la mandrágora
y la balística de las horas
y los minutos
escondiendo segundos en los cuernos de la aurora
que llevo encogido bajo el jardín de las estatuas llameantes
Mi garganta es el tugurio de un crimen
que se crispa como la cresta de un gallo bajo el guante de la luna
Matadero
Cóseme los pies a mi destino
y déjame fumar al borde del despeñadero
Sin dignidad sin mi
Sin ti
Sin alcohol
sin tabaco
Déjame arrancarme los grilletes de lavanda
y mojar mis labios en las servilletas del martirio
Quiero penetrar el yunque
con mis ojos de cuchillo
Picas destrozadas en el puño del trébol y la suerte
Diamantes robados de las mismas fauces amarillas
La realidad como un perro borracho y puntual
persiguiendo el teléfono del demonio a puntellones y duras entradas
y el silencio de los pájaros embrujando las aristas de las calaveras
persiguiendo
el rabo negro de la locura
estampados
contra el muro eléctrico de las libertades
Empadronado en el limbo
Soy otra vez. Ese aire cálido que juega entre las oraciones febriles de la tarde.
Soy un cubo. Una cabeza, un signo cruzado. Algo que piensa sentimientos a bocados.
A mordiscos.
A golpe de cubilete y cuerpo.
No soy otra vez.
Alguien que lleva un corazón entre las manos como un gorrión de látido como una manzana salvaje
Algo que irrumpe en tu quebradiza melodía de salón enfermo.
Y toses. Toses que no son tuyas. Quejumbre torácica de los vikings y de la tundra lejana y los meandros espesos donde se entierra el oro de los saqueos y los labios al morir.
Algebraicos jardines árabes. Demonios juguetones, arpas francesas, cabras italianas.
Entregaré mis alas al tocar el perfil del paisaje y seré incongruente como una galleta mojada al final de la leche.
Existe mayor dicha?!!
No la concibo.
Ábrame su mente, pobre creyente, y déjeme transitar los disfrazados pasadizos del escondite.
Son toses y sudores fríos de pedazos de historia cuando deliro.
Ahora estoy enfermo y guardo reposo
Mañana gozaré la luz frutal de las esquelas.
Durante muchos años creí que la infinita historia de la literatura discurría por las venas de un hombre que gozaba de varias cabezas y fechas. Hoy sé que trato de zarpar hacia esas canastas de mimbre pero las mareas y las margaritas del ballet, ballet, ballet.
me permiten beber de ese deleite.
Un chorro de agua surge de la fuente sollozante.
Pronto regresaré, mamá.
Las calabazas ya entrechocan su sonido hueco por los albores del equinocio.
Jugar
Oh! Bendito campesino, que de tus manos brotan tubérculos y ajos y cebollas redondas.
Confabulación astronómica bajo la tierra fertil.
O
La noche tensa su dulce piel de cántaro.
Verdes y doradas tersuras de continente fracasado
Amada, estas asomada al balcón de mi vientre?!
Permíteme tocar las frutas de tu osada belleza. Soy tormento de cofradía, sandalia ecuánime, volatinero obtuso.
Segregame la hipotenusa de tu enagua que muero de sed cada vez que te miro.
Cerrado
Abierto
Pañuelo
volando
las grietas
de las lágrimas
de los ciegos de la plaza
de sangre
y erostismo
Las balas de plata bajo la nieve
Absenta
Ciclomotor
Mecánico giratorio del mundo
Repara mi juicio
Las ovejas surcan el cielo y el campanario puntiagudo se eleva como un trapecista sordomudo entre los aires.
Huele a campo. Mi lecho huele a campo. Musico callejero.
Cómo explicas semejante atropello. A campo y a hembra. Fiebre del fumador taciturno
Las posadas estan todas abiertas
Las tumbas permanecen vacías
Pero no puedo dormir...
Tocaré con mis dedos el puente de piedra. Me atreveré a humedecer mis tobillos en sus turbulentas aguas.
Oh monosabio !
Yo estoy loco. Porque gozo al esconderme tras los árboles. Porque dejo que el viento acaricie los frutos maduros.
Nada me importa tanto como el sonido de tus labios.
Ya que mi cabeza también caerá y se pudrirá entre canciones vanas,
una tarde de verano.
Soy un cubo. Una cabeza, un signo cruzado. Algo que piensa sentimientos a bocados.
A mordiscos.
A golpe de cubilete y cuerpo.
No soy otra vez.
Alguien que lleva un corazón entre las manos como un gorrión de látido como una manzana salvaje
Algo que irrumpe en tu quebradiza melodía de salón enfermo.
Y toses. Toses que no son tuyas. Quejumbre torácica de los vikings y de la tundra lejana y los meandros espesos donde se entierra el oro de los saqueos y los labios al morir.
Algebraicos jardines árabes. Demonios juguetones, arpas francesas, cabras italianas.
Entregaré mis alas al tocar el perfil del paisaje y seré incongruente como una galleta mojada al final de la leche.
Existe mayor dicha?!!
No la concibo.
Ábrame su mente, pobre creyente, y déjeme transitar los disfrazados pasadizos del escondite.
Son toses y sudores fríos de pedazos de historia cuando deliro.
Ahora estoy enfermo y guardo reposo
Mañana gozaré la luz frutal de las esquelas.
Durante muchos años creí que la infinita historia de la literatura discurría por las venas de un hombre que gozaba de varias cabezas y fechas. Hoy sé que trato de zarpar hacia esas canastas de mimbre pero las mareas y las margaritas del ballet, ballet, ballet.
me permiten beber de ese deleite.
Un chorro de agua surge de la fuente sollozante.
Pronto regresaré, mamá.
Las calabazas ya entrechocan su sonido hueco por los albores del equinocio.
Jugar
Oh! Bendito campesino, que de tus manos brotan tubérculos y ajos y cebollas redondas.
Confabulación astronómica bajo la tierra fertil.
O
La noche tensa su dulce piel de cántaro.
Verdes y doradas tersuras de continente fracasado
Amada, estas asomada al balcón de mi vientre?!
Permíteme tocar las frutas de tu osada belleza. Soy tormento de cofradía, sandalia ecuánime, volatinero obtuso.
Segregame la hipotenusa de tu enagua que muero de sed cada vez que te miro.
Cerrado
Abierto
Pañuelo
volando
las grietas
de las lágrimas
de los ciegos de la plaza
de sangre
y erostismo
Las balas de plata bajo la nieve
Absenta
Ciclomotor
Mecánico giratorio del mundo
Repara mi juicio
Las ovejas surcan el cielo y el campanario puntiagudo se eleva como un trapecista sordomudo entre los aires.
Huele a campo. Mi lecho huele a campo. Musico callejero.
Cómo explicas semejante atropello. A campo y a hembra. Fiebre del fumador taciturno
Las posadas estan todas abiertas
Las tumbas permanecen vacías
Pero no puedo dormir...
Tocaré con mis dedos el puente de piedra. Me atreveré a humedecer mis tobillos en sus turbulentas aguas.
Oh monosabio !
Yo estoy loco. Porque gozo al esconderme tras los árboles. Porque dejo que el viento acaricie los frutos maduros.
Nada me importa tanto como el sonido de tus labios.
Ya que mi cabeza también caerá y se pudrirá entre canciones vanas,
una tarde de verano.
martes, 2 de noviembre de 2010
LA FILMOTEKE
altamente recomendable para soñadores.
Si no la podeis conseguir pedirla que la tenemos V.O Sub. ¡¡¡
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