lunes, 29 de noviembre de 2010

Monetizar la configuración de las estadísticas para comprarse un coche nuevo a pesar de la teología rosa

Dicen que ya no escribes, que no encuentras estimulante el sonido de las hojas agrietadas cruzando tu mente devastada por el polvo.

Dicen que ya no bebes, que no te divierte hundir tu cerebro en gasolina por las noches.

Incluso dicen que ya no lees, que las torpes curvas de los otros no tocan tu segmento de tedio y salitre.

Dicen tantas cosas.

Los periódicos hablan de elecciones anticipadas, de paro, de embrutecimiento carnal.
De violencia generacional, de leyes antigravitatorias, de visitas milagrosas, de filtraciones informativas, de la subida del chicle.

Pero tu no dices nada. Como si en la vastedad de tu silencio cerrado cupiesen todas las cosas que tu silencio toca cuando callas.

Como si todas esas cosas no fueran contigo. Como si tu vivieses lejos. En otro lugar. Que no existe y que ni tan siquiera tu te empeñas en confirmar tras tu silencio.

Mientras, tu presente te trabaja con orfebre de paciencia. Y todo es fatigoso y largo. Y es mejor postergar los días. Y que los días caigan como días del mismo almanaque ficticio que lo componen.

Has comprendido que tampoco hoy, las palabras vendrán en tu auxilio.

Y es mejor así, creeme.

1 comentario:

  1. ¿Buen texto para un mal día o mal texto para un buen día? Perfecto para hoy, en cualquier caso.

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