jueves, 29 de julio de 2010

Benito Arganda en el aradio

http://www.ivoox.com/zulo-n-9-audios-mp3_rf_335728_1.html

martes, 27 de julio de 2010

Una lluvia redentora

Una lluvia redentora

liberará mi espíritu

de todas las cadenas.


Una lluvia antigua,

hecha de todas las cosas,

bellas y buenas.


Una lluvia derramada

de lunas y de espejos

limpiará por fin mis alas.


Una lluvia torrencial

llegada de muy lejos

se llevará las cosas malas.


Una lluvia redentora

liberará mi alma

de todas las penas.


Una lluvia sin nombre

me limpiará de tantas botellas

y de tantos poemas.


Una lluvia inconcebible

se llevará de golpe tantos años

de rabia y de paciencia.


Una lluvia indescriptible

inundará de pronto tantos años

de soledad y miseria.


Una lluvia imposible,

increada, desnacida, huída,

traerá por fin mi canción.


Una lluvia intangible,

arrasará por fin con todo

y borrará mi corazón.


Una lluvia antigua

hecha de todas las cosas

bellas y buenas.


Una lluvia redentora

liberará mi espíritu

de todas las cadenas.

viernes, 23 de julio de 2010

La tragedia de la erudición artística.

Olvídense de sentencias vacías que afirman que sólo utilizamos un diez por ciento del cerebro. Este centro nervioso es lo suficientemente trabajador como para que resulten de una vaguedad insultante. Hay actividad eléctrica por todo el cerebro, como se puede demostrar aplicando un electrodo en cualquier parte del mismo y leyendo las ondas generadas en un electroencefalograma. Otra cuestión es si lo utilizamos de forma óptima o no. En este sentido, cada persona es un caso. Si imaginamos la red neuronal como una red de carreteras, según el caso, encontraremos: vehículos circulando sin mapa, mapas que no cubren todo el territorio, cuellos de botella en tramos saturados, puntos negros de frecuentes accidentes, infraestructuras en estado deplorable, carencias en áreas de descanso, circunvalaciones ilógicas, etc. Es ahí donde entraría la afirmación de que sólo utilizamos un porcentaje de las capacidades totales de nuestro cerebro, pero sigue siendo una perogrullada tan vana como decir que sólo aprovechamos un diez por ciento de nuestras capacidades musculares.

A día de hoy existe consenso en la comunidad científica sobre las distintas áreas funcionales del cerebro. Se sabe, por ejemplo, dónde situar en la corteza cerebral las zonas motoras, sensitivas, auditivas y visuales. Se conoce, también por citar algo, que el hipocampo y la amígdala sirven de guarida a emociones primarias como el miedo. Se tiene localizado el centro del lenguaje y también el del oído musical. La respuesta al estrés viene regulada por el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal. Y todas esas cosas que los científicos fueron descubriendo gracias a la ingente cantidad de heridos de bala en la cabeza que produjo la segunda guerra mundial. Estos descubrimientos sacaron a relucir también una dicotomía que hoy en día es inapelable: tenemos dos hemisferios cerebrales que pueden funcionar y funcionan de manera independiente.

Los dos hemisferios están conectados a través del llamado cuerpo calloso. Esto no es más que un haz de fibras nerviosas que sirve para comunicar las dos partes del cerebro, para que puedan funcionar de manera complementaria. Si se secciona mediante cirugía, cosa que se hace para tratar algunas patologías, como la epilepsia grave, se obtiene un sujeto con dos cerebros funcionando de manera independiente, lo cual genera no pocos ni leves trastornos colaterales. Sin embargo, para los propósitos de este artículo, nos fijaremos en el sujeto normal con dos hemisferios normalmente comunicados.

Cada hemisferio controla la parte opuesta del cuerpo, a todos los niveles. Bajo esta premisa ya se puede intuir que las diferencias funcionales no pueden ser muchas, pero sí que son altamente interesantes.

El hemisferio izquierdo se ocupa del lenguaje y de la lógica. Esto incluye el pensamiento propositivo, es decir, en forma de proposiciones lógicas. Lo cual nos lleva al pensamiento analítico, en el sentido hipotético-deductivo. Esto permite despiezar los problemas en problemas más pequeños. También lleva a cabo el control del tiempo, probablemente por su estructura secuencial. Como consecuencia, el hemisferio izquierdo controla el habla, la escritura, la atención focalizada, la ordenación numérica, la planificación, la toma de decisiones y la memoria a largo plazo, entre otras muchas cosas.

El hemisferio derecho es muy diferente en cuanto a estilo de pensamiento. Comprende la realidad de manera integradora, holística, como un todo, como una gestalt. No descompone los estímulos en partes, sino que los aprehende como una totalidad. Por ello se le atribuyen las facultades artísticas y musicales, y también las matemáticas abstractas y la orientación espacial. El hemisferio derecho sintetiza las diferentes informaciones (táctiles, olorosas, visuales, armónicas, morfológicas...) y devuelve una sensación o sentimiento integrado. Es el hermano intuitivo e irracional, frente al obsesivamente analítico que tiene a su izquierda.

Así funciona la mayoría de seres humanos, aunque puede suceder que sea al revés, sin que ello obste para un desarrollo y funcionamiento normales.

¿Por qué he titulado este artículo como La tragedia de la erudición artística? ¿Y por qué toda esta larga introducción? Para compartir una reflexión que me parece brillante y esclarecedora.

Pongamos, por ejemplo, el caso de un músico. Éste contará con un gran desarrollo, tanto genético como aprendido, de la zona del hemisferio derecho que se dedica al procesamiento musical. Los primeros años de su experiencia musical estarán marcados por la pureza de sus sentimientos. Al no conocer los entresijos teóricos de la música, la recibirá en su hemisferio derecho como una sensación de éxtasis y plenitud. Sin embargo, a medida que se adentre en el estudio, comenzará a ver la música como un orden matemático lleno de relaciones armónicas. Descompondrá la música en conceptos como timbre, tono, melodía, ritmo... De pronto, sin que él se aperciba del cambio, el hemisferio izquierdo, el hermano analítico, cobrará protagonismo y comenzará a desgranar todos esos estímulos y a considerarlos por separado. La música ya nunca volverá a ser esa experiencia extática y plena que conseguía antes, cuando era un ignorante y su hemisferio izquierdo no invadía el terreno del derecho con su pedantería. Lo cual supone una auténtica tragedia, sin duda; tal vez la más irónica y cruel de cuantas le reserve el destino a un artista. Ahora la música es para él lo que el órgano reproductor femenino para el ginecólogo. Esto les ocurre también a los aficionados al cine, quienes con el tiempo pasan de ver las películas como tales a contemplar solamente encuadres, planos, guiones, puestas en escena y un largo etcétera de tecnicismos. Lo mismo ocurre en todos los campos del arte, donde el estudio intensivo siempre corrompe la pureza perceptiva. También el pintor cultivado ve combinaciones de colores, formas y simbolismos, costándole cada vez más apreciar la sublimación artística que esos elementos deberían proyectar como un todo.

Por este motivo la filosofía oriental nos invita constantemente a acabar con la tiranía del hemisferio izquierdo. Para ello se utilizan varios trucos. Desde la recitación de mantras, que mantienen la función lingüística saturada y con ella el hemisferio izquierdo; hasta el método de dibujar incesantemente con la mano derecha, consiguiendo así saturar al hemisferio izquierdo a través de su función motora; pasando por otras opciones, como la propuesta del budismo zen: los koan, acertijos irresolubles a través de la razón que consiguen romper la continuidad analítica y abrir la mente de manera momentánea para recibir una verdad totalitaria. Y todo esto ya lo hacían hace miles de años, mucho antes de la neurología y de la segunda guerra mundial. Nosotros hemos llegado a las mismas conclusiones cogiendo el largo pero seguro camino de la ciencia. Tal vez ahora, que ya por fin, con la lengua fuera, nuestra cultura ha llegado hasta aquí, nos dignemos a prestarles el oído que se merecen.


jueves, 22 de julio de 2010

Afectos por lo tóxico

La OCU pide a Sanidad la retirada de las bayas de Goji por contener "sustancias tóxicas"

La organización pide tranquilidad a los consumidores del producto porque su ingesta no produce una "intoxicación aguda"

EFE - Madrid - 22/07/2010

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha pedido hoy al Ministerio de Sanidad que retire las bayas de Goji del mercado porque contienen sustancias tóxicas, tales como metales pesados y pesticidas, aunque pide que "no cunda el pánico" porque no causan "una intoxicación aguda".

La OCU ha analizado diez muestras de este producto de moda en distintos puntos de venta -tiendas de frutos secos, horchaterías, herbolarios y supermercados de Madrid y Barcelona- con el objetivo de conocer sus famosas propiedades para la salud. Todas las bayas estudiadas, concluye la organización, "incumplen los requisitos para su comercialización y, entre otras cosas, contienen gran cantidad de pesticidas, algunos ilegales en Europa, y metales pesados como el cadmio, cobre y plomo".

La plataforma pide que "no cunda el pánico" porque la ingesta de las bayas de Goji no causa "una intoxicación aguda", ya que sería necesario tomar 400 gramos diarios para que hicieran efecto inmediato, pero advierte de que su consumo puede tener consecuencias a largo plazo. En caso de intoxicación aguda, la OCU recuerda que el cadmio puede provocar problemas gastrointestinales, vómitos y diarrea. Una ingesta continuada, lo que sería más común, puede ocasionar daños al riñón o afectar a la producción de hormonas sexuales, ya que el cadmio está asociado con una baja natalidad así como con fracturas por pérdida de mineralización ósea.

La OCU se ha dirigido a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) solicitando que las bayas de Goji sean retiradas del mercado y que se ejerza un mayor control sobre este tipo de productos, pues los problemas detectados, comunes a todas las muestras, "no parecen ser un hecho aislado", sino más bien "generalizado".

Estas bayas rojas -originarias de la región del Tíbet- se comercializan con un etiquetado en el que se asegura que refuerzan el sistema inmunológico, protegen las células contra los radicales libres, ayudan contra la fatiga y el agotamiento y promueven la longevidad. También se afirma que favorecen la vista, regulan tanto el sueño como el apetito, cuidan los riñones y el hígado, aportan energía, ayudan a la pérdida de peso, tratan la presión arterial, solucionan los problemas de la menopausia y curan la impotencia.

La OCU ya había avisado de que no existen evidencias científicas que avalen tales efectos saludables de las bayas de Goji y, "mucho menos, pagar el precio tan alto que se pide por ellas", unos 24 euros el kilo, de media.

Advertencia! Advertencia!

Eres un dios dormido.

Podrías despertar cuando quisieras

y convertir la tierra en tu paraíso.

martes, 20 de julio de 2010

Origen de la desesperación.


La pluma cayó del pájaro.
El pájaro saltó del pino.
El pino brotó del suelo.
El suelo emergió del agua.
El agua llovió del cielo.
Cielo que surgió de la pluma.

Pluma que se mojó en tinta
que se diluyó en agua
que se convirtió en vino
que se transmutó en sangre
que se tiñó de muerte
que se creó en el cielo.

Cielo originado en el hombre.
Porque el hombre nació en Marte.
Marte luchó contra Venus.
Venus engendró a la diosa.
La diosa soñó hacia el cielo
y de allí cayó un ángel.

El ángel vagó en la maldición.
La maldición encarnada de mujer.
La mujer se transformó en espuma.
La espuma fueron las nubes.
Las nubes asolaron el sol.
Y el sol desapareció.

Desapareció del cielo
que se creó en la muerte
que se tiñó de vino
que se convirtió en tinta
que mojó las alas del ángel
negro caído del amor.

lunes, 19 de julio de 2010

Miserere de turba

Ni siquiera me atreví a llamar. La tarde sucumbió al postigo de aquella puerta. No fue puntual, porque el viento se había calzado mullidas muecas y los atabales del cianuro revestían las zarzas del camposanto. Un hombre con la mano verdosa leía el periódico agazapado, del revés, mientras el dinero esquivaba a los pordioseros por los rincones. La ciudad era un enjambre de cerillas enclaustradas, de quesos agujereados por silbidos, de casuchas cuarteadas que ni siquiera la fiebre de un sombrerero hubiera podido diseñarla. La iglesia permanecía sumergida en un charco alrededor de un aquelarre de prostitutas. Las ranas postulaban plegarias sin sueño, muy cerca de los uniformes de los soldados que no volvieron. Habían espejos invertidos dispuestos en mitad de las aceras y las calzadas. Los caballos de las quiméricas alcobas trataban de forzar las cerraduras de cuando él llegó, pero nada creció en los balcones. Languidecían las muñecas de los pésimos tiradores y los armarios colgaban del péndulo de los mecanismos y los relojes extraviados. Los cirios paseaban por las calles con un ritmo de duermevela.
Todo quedaba suspendido en la enagua de un timo camuflado. Donde los catres se abastecían de insomnes susurros y el musgo tejía su peor canción. Quién se hubiera atrevido a solicitar fuego a las sombras una noche así. Nadie. Por eso me arranqué el rostro y lo dejé colgando, detrás de la puerta, junto a las llaves.

martes, 13 de julio de 2010

Si yo fuera...

Si yo fuera un delfín
pasaría la mayor parte del tiempo en las profundidades,
arrastrándome contra el fondo definitivo del mar.

No saludaría a los barcos.
No me acercaría a las playas.
No salvaría a los naúfragos.

Intentaría pasar la mayor parte del tiempo
durmiendo en el fondo del mar.

lunes, 12 de julio de 2010

La cabra bucardo

El profesor Winston Morris, de la universidad de Illinois, alentado por recientes y estimulantes avances tecnológicos, se atrevió a sostener la hipótesis de que usando el ADN de una especie extinta, esta última se podría traer de vuelta a la vida mediante el proceso de clonación. La carrera había dado inicio y no tardó en aparecer una selecta corporación de universidades y laboratorios privados proponiendo diferentes especies con las que llevar a cabo el experimento. Entre ellas se incluían el mamut, el tilacino, el quagga y el dodo.
El concepto, que no tardaría en ser popularizado por novelas como Jurassic Park, fue finalmente puesto a prueba en 2009, momento en el que nació la primera cabra bucardo. El animal en cuestión pertenecía a una subespecie de cabra del Pirineo Oscense y la raza se extinguió en el año 2000. La operación fue un éxito, sino fuera porque la cabra falleció siete minutos después de nacer debido a problemas pulmonares congénitos.

Mi cuerpo es un triste trópico

Ahora que no camino. Por encima de tu cadáver y de tu infinito y de tu tierra. Que no piso tu suelo, con un pliegue de locura cosida al labio. Ahora que no soy un pétalo, ni un perfume encerrado en el desierto de tu voz metálica, de tu ciega depravación como individuo, de dios olvidado, semienterrado en las arenas como un filete pútrido de uñas y dientes y balas. Hoy, descarnado, sólo me queda el tábaco y la cena y un apartamento lleno de puertas. Sobre el escritorio a escribir sobre cualquier cosa. Mi cabeza abierta, martilleada, amarillenta, vagando por el estanque nocturno de lo inhóspito, una bombilla, mi cabeza, el ladrido de un eco. La oquedal de ser. Tratando de evadir esta rotura mecanografiada a pie de página, a pie de hueso, que me nombra y me calcula, incalculablemente. Las palabras se adhieren a mi piel con fidelidad de cuchilla. Y soy casi un hombre. Una estatua ruinosa a medio concebir, que cuelga del sudado estertor, que se afeita lo que nombra y mastica su estática incompetencia que es más real que la propia belleza que nos envuelve. Los ojos enterrados en mi cuerpo. Mi polla adormecida a la orilla de la carne. Mis dedos derruidos de perseguir la sombra a lo largo del día, con los dedos prestados de quien quiere encontrar algo debajo de la cama, dentro de un armario, detrás de una puerta, pero el viento es y no sopla, cuando no sabes lo que buscas. Aunque el sombrero siempre quede un poco más lejos de ti, ahora que lo contemplo sumergido en la pecera de un pasatiempo. Porque los cuerpos arden en una expresión más soez que la tortura del amor. En una mentira delimitada sobre el plano de la guerra. Porque sé que debajo de esta tristeza existe un dolor incoloro, una nada que es de todos. Un territorio extirpado que agita sus alas de muerto cuando duermes. Un ataúd con bolsillos y etiqueta, un disparo fotográfico, un instante congelado en la retina del olvido para que las cosas de taciturna cita sientan la otredad y los paisajes húmedos de la calderilla, adentrándose en la vastedad de este calor que compone la noche y esta partitura de calor que devora las plantas. Mi pie salvaje invade el territorio verde de los ocasos, se adentra en la carne viva, pulsando el botón del elixir, la boca roja de los semáforos, mi país bajo las flores donde los muertos agitan sus pañuelos y sus banderas estrujados bajo el sudor de tantas voces amputadas. Son tristes desde el fondo del auricular todas las alusiones que esta prisa recoge desde la desoladora distancia de mi cuerpo.

Pero mi cuerpo vive en mi.
No yo dentro de mi cuerpo, ni mi cuerpo me rodea en un abrazo carnal, existencial y vacuo. No. El cuerpo no es ninguna cárcel ni el espíritu existe más allá de la materia.
La materia esta compuesta de sueño, de estiércol, de lágrimas y océano.
La materia intrascendente, convulsionada, absurda.
Mi cuerpo vive en mi. Yo soy su cuerpo. Y a veces le doy voz a la forma.
Y la forma es la esencia de esta tristeza que me palpa y circunscribe
cuando cae la noche entera sobre mi cuerpo desnudo.
Yo soy el límite de mi cuerpo. Yo no soy mi cuerpo. Yo no soy sino mi cuerpo.
Un esqueleto me habita y me permite ser frágil y sordo por dentro.
Cuando estoy sólo en mitad de mi cuerpo desnudo
y mi cuerpo se abre y cae sobre la noche
como un árbol talado por el sueño.
Acaricio sus atributos.
Mi cuerpo tiene una cabeza con ojos y bosques que pertenecen al tiempo. Esta dividida en segmentos tangibles y nerviosos formando un entramado
que sugiere la galaxia.
Mi cabeza esta vacía y flota y se aproxima al cero. Mi cabeza tonta y sagrada perdida en los albores del fuego y la crueldad. Mi templo tallado por la nada
y la oración inabarcable de la ciencia y de lo extraño prolongando lo inhabitado por el ser y el pálpito luminoso del enigma.
Mi cabeza de piedra, mi testamento abstracto con forma de óvalo hiriente. Como una tumba llena de vida y peces y ramas que terminan en fruto. Ahora apagada, abandonada en el vientre del poema. Sostenida por un cuello. Unida al tronco que posee dos mil brazos para tocar dos mil cosas que surgen de la sangre y las terminaciones inútiles que van a parar a mis dos manos aparecidas de entre la tierra. Mis manos tienen diez dedos que con uñas y caricias y dientes exploran las cicatrices acumuladas por el mundo.
Pero el mundo se ha ido. Y la noche se convierte en algo más que unas simples piernas sanas y doradas por músculos y un cimbreante tronco que se aleja de la juventud para regresar a unos pies extranjeros y a unas nalgas y a una rotura vertebral que sucumbe al calor y a los sudores del verano.
Mis piernas corren a la misma velocidad que la luz. Sólo tengo que cerrar los ojos.
porque mi cuerpo es una máquina imperfecta y deslumbrante. Mi cuerpo de acero, de formulas y palabras. Que brilla incendiado bajo la noche. Mi piel de aire, de quejido, de alegría sin tregua. Toda la calle hirviente de mi ebria estatura desmoronándose cuesta abajo. La voz menguante de los ladridos. Se pega mi piel al torso callado de la amargura y de los puertos.
Los caballos negros de mi taberna relinchan contra mis nervios cosidos a la sábana. Al reverso de un colchón apagado al borde de la vida. Debo mis pulmones a la oscuridad del verano. A la fiebre de una lámpara y a un montón de libros que nada dicen.
Nací en las pupilas de una hoguera. En el estómago de un jardín condenado. En el exilio de una libertad perturbada.
Un verano como este. Hace treinta veranos.

Nada es más sutil y engañoso que la propia belleza que nos envuelve. Los ojos enterrados en la cara. Mi polla adormecida a la orilla de la carne, después de haber nombrado la letra Q o el nombre de una puta o el perfume de un sarcófago imprecioso. Mis dedos derruidos de perseguir sombra por la extensión del día, con los dedos prestados de quien quiere encontrar debajo de la cama o dentro de un armario o detrás de una puerta. Delante de la cara. Pero el viento es otro, y sopla y el sombrero siempre queda un poco más lejos de ti cuando te agachas. Cuando te miras al espejo y la persiana desciende como una postura del desastre ardiendo en nuestra vocación de inexistencias y la luz se filtra a través de la madera y de la tarde.

Mi cuerpo vive en mi.
No yo dentro de mi cuerpo, ni mi cuerpo me rodea en un abrazo carnal, existencial y vacuo. No. El cuerpo no es ninguna cárcel ni el espíritu existe más allá de la materia.
La materia esta compuesta de sueño, de estiércol, de lágrimas y océano. El dolor del mar. Se te olvidó vocalizar, fumar, manchar con tu sangre la hoja y los titulares y los párpados de los lectores que duermen en el tiempo. Se te olvidó nacer y amaneces convertido en cántaro, en esbozo de colilla, en una cita breve de contertulio torpe que no ha conciliado todavía su batalla. Eres el escombro de un palacio mudo. Y abarcas un dolor certero dentro de la simetría del agua. El hombre, un concepto agotado, de espalda torcida al agujero que el naipe abrió en el tapete de tu espalda mientras las risas alcohólicas de los payasos se ciernen sobre tu estampa. Nada de lo que has dicho o imaginado…Porque sé que debajo de esta tristeza existe un dolor incoloro, una nada que es de todos. Un territorio extirpado que agita sus alas de muerto. Existe un ataúd, un cajón, un archivador, para todas las cosas tocadas por la taciturna cita de los pasajeros que nos permiten sentir la otredad y los paisajes húmedos de la calderilla adentrándose en la vastedad de este calor que compone la noche y esta partitura de calor que devora las plantas. Mi cabeza abierta, vagando en el estanque nocturno de lo inhóspito. Tratando de evadir esta herida rotulada a pie de página, a pie de hueso, que me nombra y me calcula, incalculablemente. Enfermo de vida mientras las palabras se fríen en mi frente,

Adhiriendo a mi piel una fidelidad de cuchilla carbonizada. Y soy un hombre o no. Se te olvido escribir- Amor, el sabor del mar brilla en tu sexo tatuado al cielo de una tarde. Se te olvido dibujar, suicidarte, manchar con tu sangre la bragas del crimen, y los titulares y los párpados de los lectores que duermen en el tiempo. Se te olvido nacer y amaneces convertido en colilla, en golpe certero de cielo compacto y vientre de mamá, de espalda cosida al agujero provocado por el naipe del reúma y las risas alcohólicas de los payasos abalanzándose sobre tu estatua. O pedestal, o urinario o palabrería, Horror de la insigne ignorancia que propone los límites del mundo.Yo ni tan siquiera soy el límite de mi cuerpo. Yo no soy mi cuerpo. Yo no soy sino el que soy. Nuestros labios y confundir la vida.
Un esqueleto me habita y me permite ser frágil y sórdido por dentro.
Cuando estoy sólo en mitad de mi cuerpo desnudo
y mi cuerpo se abre y cae sobre la noche
como un árbol talado por el sueño. Mi cuerpo vive en mi. Yo soy su cuerpo. Y a veces le doy voz a la forma.
Pero ya esta. El resto lo imaginas tú.
Y la forma es la esencia de esta tristeza que me palpa y circunscribe
Cuando cae la noche entera sobre mi cuerpo desnudo. como un árbol talado por el sueño.
Acaricio tus atributos.
La casi totalidad de la galaxia. Un mechero, una pieza del puzzle, el laberinto de tu sexo.
Desciendo a pulmón dispuesto a tocar tu voz metálica, y enciendo una vela para que de tu ciega depravación como individuo, de dios olvidado, semienterrado en las arenas como un filete hambriento de uñas y dientes y balas, surja este hoy que desparramo sobre el escritorio para escribir sobre cualquier cosa. Sur, esa materia que vibra en el viento de cada cuerda, donde los cables de lo nítido la estremecen con sólo nombrarla. Amor, este acuciante temblor que compone la noche y mis venas y esta partitura de calor que devora las plantas. Mi pie salvaje invade el territorio negro de las madrugadas. Es la carne viva quien te llama, el cristal del elixir oblicuo, la pendiente de los pasillos, la pobreza, la boca abierta de los semáforos, cuando mi país bajo las flores, donde los muertos agitan sus pañuelos y sus banderas, y los cementerios se expanden, para que los muertos se contagien con la prisa de vivir estrujados bajo el sudor de tantas voces amputadas. Son tristes desde el fondo del auricular todas las alusiones que esta brisa recoge desde la desoladora distancia de mi cuerpo.

jueves, 8 de julio de 2010

Citas célebres

"La inmensidad es inabarcable,
roed con industria"

Howard Sa-Sau

"Desconfiad de la belleza, pues nos hace percibir las cosas
como si existiesen más de lo que ya existen"

Arthur J.Gordon

"Lo más importante de la vida es la merienda. Quien comprenda esto
comprenderá el sentido de la felicidad.

H.Plosky.

"Cada persona es la usurpadora de su propio yo"

Papagaromostezos

"Lo más importante de la vida es el desayuno. La felicidad es una patraña.
Púdrete en el infierno, Plosky."

François de Charol

"Sólo los ociosos dictan y memorizan citas, y los imbéciles las creen. El sol se apagará. Todo desaparecerá tarde o temprano. Todo es vacío. Todo es en vano."

Li Chi Tao


"Yo soy mi propio perro"

Antístenes de El Aro

Gracias Costeau


miércoles, 7 de julio de 2010

EL POLÍGONO DE LAS ATALAYAS


Existe septiembre
y esos caminos de hoja triste y anaranjada

Quebré a la suerte y fui a darme de bruces contra el destino de los abogados
vestí la corbata fúnebre corbata de los harapientos
y con mi pico de vago
fui ejerciendo el centro de la diana maderera
observando como una guitarra flamenca devoraba al niño Miguel
en los parques de la inmanencia

Suspendí, Jordi. Otros con más oficio pasaron

Bay
Ventura
Nemo

Pero el mar seguirá siendo esa red que teje el tiempo con sus sueños legañosos
al otro lado de la tierra

Cuando mi pijama de felpa, mi tierno charco de sangre mi ausente sacrificio de trilero
Si, Jordi
yo también estoy seco como el espacio
como ese esparto que comparten los pastores cuando arrecia el hambre y el monte es un pedacito del infierno

Pero el camino es nuestro

Ahora es nuestra fiesta y compartir volteretas y voltios un homenaje a Hiroshima
a todas las guarderías donde fríen cerebros de simio con companaje
en esos fríos garajes donde tu padre aparca su racionalidad para celebrar un gol desde su región imaginada con auriculares
por esos baúles donde duerme la elocuente palabra de los viejos

Loco el mundo
loco el atroz dislate de la geografía
Maldita y sagrada la brillantina
de los cabellos que se estiran hacia atrás hasta tocar la nuca de la pobreza

La semana pasada me llamaron los de S.E.U.R

- Si? Pregunté medio atontado.
- Es usted pobre?- me preguntó la voz de una mujer oronda y desconocida.
- Estoy absolutamente enamorado y sospecho que un agujero en mi cabeza conduce al fondo de la mar.- Respondí con cautela y cierta educación.
- Esta tarde. A las seis de la tarde, diríjase hacia el Polígono de las Atalayas. Una vez allí, pregunté por Victoria. Empezará a trabajar esta misma tarde. Y la voz colgó y la dejé de escuchar.
-Pero de qué?- Pregunté cuando vi que era demasiado tarde para todo.

Por primera vez en mi vida, fui puntual y adulto y responsable y un bigote prefecto separaba mi nariz de una tienda de disfraces.

Ahora soy mozo de almacén y no escribo más mensajes. Y lo siento por la distancia y por no tener un chelín que compartir con mis amigos.

Cuando la tarde se desploma alrededor de las periferias, tiemblo como una centella entre las inhumanas dimensiones de lo atroz.
Naves demenciales invaden espacios de vida cero. Con mi traje de mozo de almacén, me sumerjo en una dimensión estimulante.
Una región eléctrica y mendruga. Verdugo a cada paso, me topo con el horario de los ataúdes que vigilan nuestra incompetencia. Con un bocadillo en mi mano izquierda paseo por los vestuarios esqueléticos y allí dentro hasta los espejos ladran.

Una dimensión que aporrea tus neuronas, hasta dejarte grogi. Que te prepara para el combate.

Que te aturde y te convierte en un trozo de carne con ojos.

Una dimensión donde espacio para las palabras, sólo cajas y más cajas. Montones de cajas y paquetes descendiendo del cielo. Cintas magnéticas que permiten a los paquetes llegar hasta tus mecánicos brazos. Naves y gogantescas salas donde el hombre no vale nada. Donde tu sudor se une al sudor de la mugre necesaria para sostener en equilibrio la verticalidad de esos muros gruesos como el silencio taladrante de las sirenas. Perros. Dovermans y trailers y un puñado de hombres sin suerte se esfuerzan para cubrir la jornada. Marineros que perdieron su barco.

- Zarpó nuestra salvación, amigachos! - y otras bromas parecidas, escupen los más veteranos; y reimos desde el fondo del vientre, río mientras trato de levantar el peso de un muerto envuelto por hojas de salitre y cartón. Casi todos crían hijos en esa cocinas histéricas y cicatrices en el bar de la esquina para juntar colillas y frustraciones, una vez concluida la devastadora sesión de pesca.

Por eso estoy harto y camino como un desaparecido.

Degustamos la camaradería de los que arriman el hombro y se saben esclavos en el inmenso vientre de la ballena. Entonces cantamos y descorchamos cervezas y las historias y los chistes tienen otro sabor. Un sabor distinto. Un sabor demasiado parecido al de la picota y al de la silla eléctrica. Un sabor de paquete, de caja de cartón y tonelada aplastando tu vida. Un sabor a crisma. A disco lumbar averiado. A queja silenciosa y callada. A hombre. A sudor. A pelo.

A mono cargando con la alienación de un mundo enfermo y terminal.

A puño, A cable pelado, A cerebro frito donde los robots se ríen de la ambición enana y de la urgencia humana.

Y pongo mis cajas sobre mi hombro y me río de mi rostro crispado. Sintiendo como mis atrofiados músculos de "artista" se ponen fuertes.
Como mi pecho se ensancha y mi canción se humedece con mi frente desnuda.

Y cae la noche y allí estamos. Amontonando paquetes en el interior oscuro de un trailer. Y cuando en el trailer no cabe ni siquiera un chino mandarín menguado, alzo el brazo y el camionero comprende mi diatriba.
Y parte, rumbo a Barcelona.

Rumba, finito, Puticlub copita de luna, colpet, vaqueret, infinito recostado entre las mieles del asco y el asfalto y el cuero de la rana quemada. Penultimo bar abierto, enagua ligera, escote glorioso, balcón florido de los acantilados
asómate
a la garganta rota de los desamparados

Coge tu coche e invadamos una vez más el descampado de la gloria
San Juan de la Cruz también pasó las noches haciendo el pino puente sobre las fiebres de la laguna mental que todo lo engulle
incluida esta lista de precios y mercadillos
lamiendo el pezón de lo último
la herida abierta del universo
por donde se escapa la galaxia y los polos de limón

con mi funda de ordenador vacía y las estalactitas de mi garganta voy cayendo sobre el verano
patrocinando un homenaje al queso fresco y a todas las tetillas del mundo que permiten que siga habiendo luz en mi taller

Este año seré un poco más alto y el marco de la puerta será un mordisco del cielo
El pomo del amor siembra mi pecho de incongruencias y tan sólo dejo que sus gotas me salpiquen
taquigrafiando mi silueta pantasmagórrica

Mi emisora de radio de cúbito de ernia discal
emergiendo y convirtiéndome en una veleta hiriente
en un soplo de aire que no entra
para que al final se asome el hierro del que estoy hecho
en una interrupción vital de ensayos y urnas
pastelazos y mandangas de un barrio olvidado en la periferia del cerebro

Y cuando mi jornada acaba
salgo a la vida reventado por la paliza y ese cigarro no tiene precio. La soledad y la libertad te abren la mente con su martillo y con su yunque.
Los parkings kilométricos y los desiertos asfaltados donde hoy predicaría Simón si no le hubiera reventado su trabajo.
Camino por encima de la tumba del progreso
camino con mis botas de punta de acero inolvidable hacia mi coche
y me tumbo sobre el paladar del motor caliente

Alrededor del horror
una brisa de paz lo inunda.

Un abrazo, amigo


jueves, 1 de julio de 2010

El arte puede matarte.


El individuo que ven en la foto es Romu, y aquí pueden encontrar su disco THE MANO FETIDA SESSION VOL. 1.

Tal noche como la de ayer fue entrevistado en EL ZULO, programa de la emisora de radio libre ARTEGALIA.

Aquí les dejo el testimonio íntegro:


Y aquí les dejo el blog del programa, donde ya apareció algún que otro miembro de El Club de Los Platos Rotos.

Salud.