En el patio de un psiquiátrico caía la tarde. Las golondrinas dibujaban acrobáticas obscenidades en el cielo, mientras un grupo de internados jugaban a la gallinita ciega. Con la única intención de matar la insobornable blancura del tiempo.
Ella lleva los ojos vendados. El resto ejecutaban palmas, muecas y saltos, girando a su alrededor. La joven extendía sus temblorosos brazos y corría a oscuras.
Ellos esquivaban las embestidas riendo lágrima viva.
Con una imprevisible trayectoria, la mujer atrapa a uno de los enfermos por las mangas del uniforme.
- Te tengo!.-Exclamó Merceditas. Eres..eres...
Y palpando sus ropas y el rostro devorado por la medicación, dijo:
- Eres Eusebio!
Y el hombre, con aquella mueca imposible, acertó a vocalizar.
- Yo ya no sé quien soy.
Y se hizo el silencio en el patio de recreo
miércoles, 21 de abril de 2010
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Precioso y conmovedor relato.Bravo,maestro.
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