lunes, 24 de mayo de 2010

Baltasar Garzón

Queridos amigos del contubernio: como sabéis, no soy dado a escribir artículos políticos, odio lo que se llama “actualidad informativa”, odio los términos y el lenguaje que manejan los llamados “periodistas”, quienes, creo, deben su nombre al reembolso de un estipendio periódico.

Sin embargo, y en muy breves pinceladas, quiero hablar sobre “la significancia internacional” de la bochornosa destitución del Juez Baltasar Garzón.

Lo primero que quiero decir, es que, encima, para más inri, no es para mí, Garzón!, precísamente, un personaje al que admire: España es denunciada todos los años por torturas en los informes de amnistía internacional, España sigue siendo, hoy por hoy, “lorquiana”, trágica, ruda, fatal, y la tortura y el abuso de poder continúan siendo moneda de cambio habitual en nuestra sociedad, y ahí te quiero ver...

Garzón contribuyó a una monstruosidad tal como la prohibición de un partido político, con la excusa del terrorismo, para asestar un golpe definitivo a los independentistas vascos, y, en definitiva, para asentar el bipartidismo político en el país vasco al más puro estilo de la caza de brujas de Norteamérica, donde se tildó de criminal la peligrosa alternativa socialista y se aseguraron aquello famoso de “gane quien gane, ganaremos nosotros”.

No, queridos amigos, no pienso, ni mucho menos, que Baltasar Garzón sea un hombre perfecto, aunque quepa decir mucho sobre este tipo de acusaciones que contra él se vierten desde ciertos sectores de la izquierda trasnochada y auto-relegada, los del yo no voto, los del yo paso, los del “es que son todos iguales”. No sé con qué adjetivo calificaría a Garzón, pero desdeluego que no es “un carcelero”, esa es una visión muy simplista. No es un simple carcelero, tiene un papel mucho más relevante.

Ah! Los autoproclamados anarquistas cuyo número es el cero. Hacen cero. Luchan cero. Construyen cero. Eso si, ellos piden el diez. Pero ah! Como se le ocurra a alguien, a algún realista, llegar y hacer hasta el dos, hasta el cuatro y medio! A bocaos con su frente! Como el perro del hortelano. ¿Es el mundo sencillo? ¿Es elegir entre todo o nada lo único que se puede hacer? No se si habéis escuchado, seguro que sí, a mi me lo han dicho mucho cuando esgrimo mis utopías, eso de que la política es al arte de lo posible.

“La política es el arte de lo posible”. No hay nada que se construya sobre la nada, esa ilusión de quienes hemos soñado la destrucción completa y la reedificación. No tenéis más que ver cuál ha sido la evolución del cerebro humano, capa por capa: “lo nuevo se construye encima de lo viejo”. No hay nada que se construya sobre la nada. ¿Adivináis por dónde voy?

Si no oléis ya mi insoportable tufo a “teleología genética”, por no decir un término más fuerte, y, rogando que me disculpéis por entrar en un terreno tan pantanoso, me explicaré:

.-El planeta es un organismo.

.-Nosotros, los seres vivos, somos el medio para que la materia se conozca a sí misma.

.-La humanidad ha tenido dos fases: la tribu y la muerte de la tribu. Y la tercera fase, cuyo comienzo apenas estamos contemplando se llama: “creación de la tribu global”. El viaje humano, generación tras generación, tiene un único significado: pérdida y recuperación de la tribu.

Pues bien, una de las grandes cuestiones que se abordarán en los siglos venideros(si no queda todo bajo el hielo, lo cual sería delicioso) será la creación de una justicia internacional, imparcial e independiente. Una justicia que, tras mutuo acuerdo de todos los gobiernos, servirá para resolver, algún día, con luz, con taquígrafos, el gran problema al que se enfrenta la, siempre ingenua, filosofía del derecho: ¿Quién vigila al vigilante?

Ergo

en el nacimiento de esta conciencia universal de la tribu, este señor, el tal Baltasar, se ha convertido en un símbolo indiscutible. Y no es para menos. La detención de Augusto Pinochet hace unos años, fue un primer paso que se recordará en los libros de historia del futuro. Aquello no fue un gesto simbólico. Aquel suceso fue un primer intento. Y vendrán muchos.

La repercusión del caso Garzón va más allá de la ironía española, aquella por la cual, la única persona que ahora se va a sentar en el banquillo por todo lo ocurrido es un juez al que se le acusa de infringir la ley de amnistía del 77, quien lo único que pretende es que la gente pueda dar digna sepultura a sus familiares. Lo fuerte del caso no es que hayan sido La Falange y una asociación de ultraderecha quienes hayan sentado a Garzón en el banquillo, ni que esto sea la represalia por el caso Gurtel, todo esto son asuntos domésticos españoles, la importancia de la detención de Baltasar Garzón es otra:

La audiencia nacional de España ha suspendido de su cargo al primer juez del mundo que llegó a sentar, por primera vez, en el banquillo a un dictador.

Yo no sé que es lo que ven los españoles en Garzón, ni me importa, este es un pueblo de mala baba, lengua muy larga y mala memoria. Si que sé quien es Garzón para mucha gente en el mundo, en Chile, en Colombia, en Honduras, en Méjico, en Londres, en Brazil, y en la China:

“Garzón es un símbolo para todos aquellos que desean la justicia universal”


Sócrates-Coltrane.....................”Artículos pragmáticos



1 comentario:

  1. Cierto que Garzón aprovechó ese momento dorado de la justicia española, ese paréntesis auspiciado por el PSOE de Zapatero, en el cual la Audiencia Nacional gozaba de jurisprudencia internacional, para sentar a Pinochet en el banquillo. Pero no fue el único. Creo recordar que otros jueces se metieron en líos no mucho menores. Fue el juez Del Olmo quien se enfrentó a la administración Bush por el tema Guantánamo. También se abrieron procesos contra el primer ministro chino por el caso Tibet, por poner los ejemplos más desproporcionados de David contra Goliath. Ante el aluvión de dificultades diplomáticas que esto generaba, el PSOE recogió velas y, en uno de los debates sobre el estado de la nación, Zapatero propuso dar marcha atrás a estos nuevos poderes de los jueces españoles. El PP, siempre mirando hacia su propio ombligo, no podía estar más de acuerdo y dijo que ¡ya era hora! Después se creó la ley de Memoria Histórica y Garzón tenía un juguete nuevo. Siempre fue un niño bastante inquieto, según afirma doña Faustina, su señorita de la escuela.

    Ahora le acusan de haber jugado demasiado, como un bruto inconsciente, y le han expulsado del colegio. Sin embargo, yo no me rasgaría las vestiduras. Ya sabemos que ese patio de colegio llamado España es una vergüenza. Retirada la jurisprudencia internacional, ya sabíamos que por esta vía no íbamos a salvar el mundo. Por tanto, un juez tan ambicioso como Garzón no hace nada aquí. Esto no es tan sorprendente en otros ámbitos (el científico, el artístico, el deportivo...). En el tribunal internacional de La Haya estará mucho mejor, y estará mejor aprovechado. Felicitemos a los residuos del fascismo por haber provocado este crucial movimiento de ajedrez. No tardaremos en tener noticias del niño desde Holanda.

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