martes, 11 de mayo de 2010

TANGO PARA LO NEGRO

Está madurando en mí
Germina
Engorda
Se amamanta con mi insomnio y con la escasa piel de mi cara
Me chupa la cojera, el cáncamo, la estaca
Hasta ser otro
o alguien que se parece a mí pero que no soy yo
Entonces pasea por mi mente
coquetea con mis escuálidas razones
Planteando crímenes brillantes



Con fidelidad de sombra
con acústica de candelabro
con ternura de muñón

Y se fabrica una madriguera en mi vientre
Y me habita
Y me sumerge de nombre
Deslizándose entre mis dedos
como lamiendo mis huesos
que no son otra cosa que un límite impreciso de su patria

Macerando esa digestión suburbial que es el hombre
para el escarnio
Cobijando mi enfermedad perenne y la maldita ciudad
que es el monstruo
y una misma cosa

La caricia de su paciencia
sobando el lomo
de mis ojos abiertos
Y esa procesión con la que mis días
trabajan esa perforación de amoniaco
enterrados en las antiguas pupilas de mi madre

Me crece por dentro
Expandiendo sus alas
Me trepa
Me arrulla
Con mansedumbre de comparsa viciada
Con sigilo de escopeta cargada
Me fríe los sueños a la cara
Los roe
Los acicala
Los mastica


Hasta deformarme
Muy de a poco
Perfilando eso que la palabra hace con mi calavera
Me cubre con arrugas
Con cicatrices
Con veleidades
de sótano
y textura de anticuario
y otros matices que no enumero


Me circunda
Esbozando eso que fui:

El parco espectro de una callada luz
La cadencia de un final previsible y viscoso
Cuando de lejos
se apaga
mi infancia se enciende
construyendo
por donde no soy
su obra

Todos los objetos me hablan de mismo objeto

Abriéndose camino entre mis carnes
Surcándome con su punzón sigiloso
Todo amor
Y suero afilado
Alcohol
derramado
Sincero, tardío y duro en la garganta
Patíbulo
Puño apretado
A la laringe de un espasmo
Como estertor ilegítimo
Como ascensor íntimo
como álgebra arcaica y asilo de dioses

Se enrosca en mis recodos
Y me brota
Y bebiendo de mis llantos
se humedece
conmigo
cuando me acuesto en la cavidad
de una ausencia
ya como sueño
o estación penúltima
Soy un desperdicio de sus fines
Una marioneta de sus actos
Un medio para que la vida se divierta
Con mis ritmos desquiciados
de espontaneidad y torpeza

Y abre sus pétalos cuando las articulaciones
de mi verde tugurio crujen
O pierden la oscura soltura
Esgrimiendo ninguna responsabilidad


De ayer
me olvida
No yo
quien escribe
sino ella
que me ignora
Cuando me abandona en un sofá como un trasto
o me atusa los cabellos cuando vamos al cine

Me tiene siempre presente
aunque sale, pasea y habla con otros
Cuando yo estoy


Se acuesta en la cama de alguien
Y lo toca
Con mis dedos
Pero yo me he ido
A otro lugar sin ti

Como quien toca la sequía
O la dulce sangre estremecida
de un esqueleto aparecido
en mitad de un descampado


Pero subyace
Y apunta
Transcribiendo mis pasos
mis pesos
mis poses

Cincelando una trama carente
Y tonta
Que me dicta
Y urde
a las espaldas
Que me sacude y me arropa
Que me susurra
y me espía
bajo la almohada

Susurrando el perfil de las horas
Se enrosca a mi insensata sed de ser
Se oculta tras mi lengua
Se sostiene en la punta de mis ojos

Y con ese equilibrio casi primaveral
cuando mira a los otros con mis ojos
A través de mis ojos
Hasta hacerlos suyos
Propios
Inmersos en lo ajeno
y perseverante
que es la fiebre lúcida
y perfecta para un cadáver habitado

Cuando el vértice es agudo
Y la calma insondable

Hasta convertirme en su pereza
en su acierto
en su apetito
Ese lastre de ser una cadencia sonora
en el lunático abandono de la esfera
Una condena pegadiza y murmurante
una presencia intrusa
en mi propio cuerpo
Soy

Debajo de mi pecho
Cuando duermo
y
se cocina un suculento plato con mi adicción

Calabozo circular
Cuando me sueña
Suyo

Y arde hasta reducirme a un pálpito
A un impulso incierto
A un despojo de aire
Una porción de eternidades acotadas
en una cucharilla

De ardiente y callada espera
Hasta reducirme a una línea

A un surco

De ceguera
De ceniza
De olvido

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