El sultán acabó perdiendo el juicio. Una mañana dictaminó a los arquitectos de la Corte:
- Deseo que levantéis un palacio con todas las palabras que componen la memoria. Sólo cuando hayáis terminado, tendréis derecho a despertarme.
Pronunciadas sus palabras, penetró en la cámara y se acostó sobre su lecho imperial. Y dicen, que aún hoy continúa durmiendo.
miércoles, 5 de mayo de 2010
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