sábado, 28 de agosto de 2010

El ajedrez

Restos arqueológicos de piezas pertenecientes al juego fueron halladas junto a las apariciones de las primeras sociedades humanas. Fines religiosos o juegos para comprender más hondamente la complejidad de la vida y sus riesgos. Reglas basadas en el azahar de una calculada estrategia o simples tramas para eludir el tedio.

El hilo de las eternidades muestra fechas y lugares diversos donde su origen se confunde. Contrastados eruditos han atribuido su invención a diversas civilizaciones: Griegos, egipcios, hebreos, babilonios, escitas, chinos, indios, persas, árabes, cayeron en el deleite de su embrujo. Personajes imaginarios que una vez el tiempo soñó, se abocaron también a interminables partidas. Lejanas e ilustres figuras alabaron la belleza de su magia: Xerxes, Salomón, Aristóteles, Hipócrates, Aladino y un sin fin de rajas, visires, sultanes sin olvidar al propio Adán, quien según textos hebraicos, hacia el final de sus días, disputó la primera partida contra su sombra sirviéndose de huesos humanos.

Interpretaciones fidedignas basadas en antiguos textos chinos sugieren que su origen podría estar basado en un primitivo juego de adivinación. Una intrincada relación de símbolos establecidos para tratar de predecir el avenir. El juego cobraría forma bajo el reino de Wu Ti hacia el 560 d.C.

Un emperador de la corte dinástica de los Zhou dominaba en aquella época el noroeste del país. Estaríamos hablando del libro titulado“T`ai ping yu lan” cuya edición más antigua data del 984 d.C, algo que nos lleva a suponer que el emperador descubrió el Hsiang ch´i, (nombre con el que se designa el ajedrez en chino), describiendo las piezas y sus desplazamientos como ingeniosas traductoras de los movimientos del sol, la luna y las constelaciones.

Aunque existen pruebas inequívocas que demuestran que este juego formaba parte de las costumbres de la China milenaria, la mayor parte de historiadores piensan que el ajedrez nació en la India. Puede que incluso antes del siglo V.d.C. A pesar de que son pocas las pruebas sobre el la existencia del Chaturanga, esta afirmación puede sostenerse sobre el estudio de diversas autoridades árabes, quienes entre los años 632 y 651 conquistaron el imperio Sasánida. Según esta visión, la India fue la cuna indiscutible del ajedrez y sirviéndose de diversas rutas, lograría expandirse tanto hacia el norte como hacia el este.

En una colección de cuentos persas escritos a principios del S.VII titulado “Chatrang-namak”aparecen numerosas menciones al juego. Cuatro siglos más tarde, el célebre poeta persa Abu Kasim Mansut, más conocido bajo el nombre de Firdawsi, también cuenta historias similares en su asombrosa epopeya, el "Shah Namab", traducido como el “Libro de los reyes” donde el juego es el absoluto protagonista y las fichas de su tablero, los diferentes reyes y sabios que cayeron prendados de la exactitud y de su elocuente belleza. La locura del abismo otorga al poeta Firdawsi un curioso relato que transcurre hacia el 531a. C En él, podemos leer como un rajá indio envió al rey persa Khosro I un regalo. El rajá indio era consciente de que Khosro I poseía todo cuanto puede anhelar un hombre. Elefantes, palacios, beldades... pero aquel juego llamado ajedrez, dejaría al rey asombrado, además de plantear le un enigma absorbente. Gracias al ministro Wajurgmitr, el rey persa no sólo le devolvió el desafío sino que le mandó una carta acompañada de otro regalo. Se trataba también de otro juego, el Nards o backgammon, que a su vez encerraba otro enigma.

Las descripciones que encontramos en estos relatos persas hablan de un juego basado en un tablero de sesenta y cuatro cuadrantes donde se enfrentaban dos adversarios. Las piezas se componen de soldados, elefantes, carros, caballos, y por último un consejero ciego y su rey.


Recientes encuentros arqueológicos sostienen la hipótesis de que el ajedrez fue concebido por los persas antes de la conquista árabe que tuvo lugar en mitad del S.VII. En 1977, siete pequeñas esculturas talladas en marfil y pertenecientes al juego, fueron encontradas en la antigua Samarkanda, hoy Uzbekistan. Los estudios químicos demuestran que debieron ser construidas antes del SVII.

Su estética es muy similar a las figuras descritas por el poeta Firdawsi en su epopeya. Las figurillas incluyen un Shas, (un rey), Un farzin, (un consejero), un pil, (un elefante) , un asp,(un caballo), un rukh, ( un alfil), y un pujada, ( un torre) incluyendo el valioso regimiento de peones.

Los escritos persas el Chatrang-namak y el Shah Namak presentan numerosos puntos en común con un texto sánscrito del S.XII, el Manasollasa, una especie de manual dedicado al ajedrez.

Fue en este manual donde me deleite con una historia que ahora yo quisiera relatar les, y así, quién sabe, ustedes contarán a su descendencia y ésta se pierda para siempre en las esferas concéntricas del tiempo.


Cuenta la leyenda que un rey del lejano oriente se encontraba postrado en su lecho de muerte. Sus bellas hijas y su adorable esposa rodeaban el camastro donde agonizaba el fastuoso rey. Habían probado con él todos los remedios posibles, le habían suministrado todas las recetas conocidas. Los médicos y doctores de la corte se mostraban desconcertados ante el suceso, pues nunca antes en sus dilatadas carreras, habían encontrado una enfermedad tan escurridiza y extraña. Una tarde, se presentó en palacio un bufón. Era un hombre diminuto y contrahecho, cuya sola visión provocaba la risa a quien lo veía.

  • Vete de aquí, mugroso! Le increparon los guardias- ¿¡Crees de verdad que es momento de juegos y chanzas, estando nuestro rey al borde mismo de la muerte?!. Continuaron diciendo los esbirros.

  • Precisamente de eso he venido a hablarle al rey. De un juego que...


Pero no le permitieron seguir hablando, lo secuestraron, y lo arrojaron a una de las profundas mazmorras que se hundían en el vientre del palacio.

Esa misma noche una de las torres del palacio se derrumbó, debido a un inconcebible efecto sísmico.

A la mañana siguiente, un caballero se presentó ante las puertas del reino. Uno de los vigías confundió el uniforme desde lejos, y pensando que se trataba de un enemigo lo atravesó con su cerbatana.

Pasados unos cuantos días, el mensajero real recibió una extraña carta. Era una carta del reino enemigo, escrita con el puño del mismísimo invasor. En ella quedaban impresos un complejo sistema de códigos cifrados con números y letras entremezclados. Cuando los escribas consiguieron por fin descifrar el intrincado jeroglífico, era demasiado tarde para salvar la partida. La suerte del rey estaba echada. El jaque mate era inminente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario