lunes, 2 de agosto de 2010

Lilith, la primera mujer.

Al barón.

Si uno lee el Génesis, en el Capítulo Uno se encuentra aquello de "Dios creo al hombre a su imagen y semejanza, y lo creó hombre y mujer". Podemos ver que aquí, sexto día de la creación, ya hay hombre y mujer.

Luego, en el Capítulo Dos del mismo libro, se describe lo que parecer ser otra versión en la que el hombre existe desde el principio pero la mujer no. Entonces, un buen día, Adán está "poniendo nombre" a todas las bestias del paraíso, las cuales se le presentan por parejas, y "no encuentra ayuda para él". Entonces Dios dice aquello de: "No es bueno que el hombre esté solo" y, mientras Adán duerme, de uno de sus costados crea a la mujer.

Para tratar este tipo de confusiones, los judíos escribieron textos paralelos, llamados Midrash, que vienen a ser exégesis (interpretaciones) del antiguo testamento. Estos anexos, también muy antiguos, sirven para ayudar a estudiar y comprender los textos sagrados. La historia de Lilith es especialmente controvertida.

Según una de las interpretaciones, al principio "Dios crea al hombre a su imagen y semejanza" es decir, andrógino: "lo crea hombre y mujer". Pero Adán siente celos del amor que demuestran los animales con sus parejas y, tras copular con todos por turnos (en aquellas épocas la zoofilia entre la pastoral tampoco es que llamara a escándalo), no encuentra satisfacción y pide a Dios una compañía. El creador separa su criatura con dos caras y la dota de dos espaldas. De esta manera el ser humano se separa en dos géneros, pero sin estar uno sometido al otro, sino dos sexos iguales en rango, Adán y Lilith.

Otra de las interpretaciones no habla del ser andrógino, pero dice que Dios crea a Lilith del polvo y del barro, al igual que hizo con Adán, según se cuenta en el relato de la creación del Capítulo Uno del Génesis. Después, en un segundo intento por darle compañera, es cuando toma su costilla (Capítulo Dos), para construir un ser femenino sumiso y dependiente de él: Eva. Veamos por qué Dios se ve obligado a crear una segunda mujer (en otras interpretaciones, hay más de dos intentos).

Lilith no es lo que se dice "una buena esposa". Se ríe de las torpezas de Adán, no obedece sus órdenes y, cuando llega el momento del sexo, ella se niega a ponerse debajo. "¿Por qué debo recostarme yo, si somos iguales?" A Adán no le satisface esta mujer, pero lo que es más importante en este relato: a ella no le satisface Adán. Finalmente es Lilith la que se cansa de tantos intentos de dominación y decide abandonar el paraíso. No se lleva nada, ni siquiera una hoja de parra, porque su desnudez la hace sentirse segura. Llega a las orillas del mar Rojo, donde vive una comunidad de demonios, y se queda a vivir con ellos, quienes no le ponen pegas para copular como ella quiera. Entonces tiene muchos hijos y se la llega a conocer como la madre de los demonios.

Mientras tanto, Adán está comiéndose los mocos en el paraíso por no haber sabido tratar a una mujer. Frustrado e impotente, implora a Dios, clama al cielo y consigue que éste mande a tres ángeles a buscar a Lilith. Sin embargo, los esbirros no logran convencerla. Entonces Dios, siempre tan comprensivo, la amenaza diciendo que matará a cien de sus hijos cada día si no regresa al paraíso con su marido. Lilith contesta que prefiere cumplir esa condena antes que volver con un hombre como Adán o que sufrir el mandato divino. Desde entonces, cuenta la leyenda que Lilith roba todo el semen que los hombres desperdician y también se lleva a muchos recién nacidos para cubrir su cuota.

Tras chocar contra la irremisible rebeldía de Lilith, Dios crea a Eva, una mujer recatada y obediente que sí satisface al primitivo Adán.

En cualquier caso, la figura mítica de Lilith es más antigua que los textos hebreos. El nombre proviene del acadio, hay representación sumeria en escultura y también se la emparenta con otras diosas babilónicas de la mitología. Sin embargo, la cultura cristiana, heredera directa de todo este proceso, la ignoró y olvidó por completo.

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