Es posible soñar sin vivir
pero no es posible vivir sin soñar
jueves, 30 de septiembre de 2010
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Canción de la sangre
He venido a despertar
en el lecho caliente de la vida
A hundir mis manos en sangre
tras los rastros del perfume y el amor encendido
de las tiernas sombras
He venido a despertar en pedazos
donde crecen los besos y las penas
donde las enredaderas de los suspiros hirientes
cruzan la desértica hacienda
de mi ser
sobre el lecho
tomado por los trinos
y la locura
He venido a desayunar
pan y ajo y tomate
y a trabajar con las manos mi desvelo
He venido a estudiar las formas de la belleza
y el horror
a trabajar con mis propias manos la consistencia de mis propios recuerdos
He venido a sorber café
frente al patio de los hombres
He venido
He venido a dar vueltas con un lápiz
por los laberintos de la mente
que sueña el laberinto
de sangre de sudor y polvo
soy
tu hijo
Por eso he venido a rascar la guitarra
y las pozas oscuras del viento
de las playas derribadas
que surcan todas las arrugas de mi cara
y taberna
Por eso amo las casas de cal
que levanta la aurora hacia el precipicio
de las matrices y los úteros salvajes
enterrados en los mares oscuros
de la partida
Los azules espectrales y los blancos iniciales de los posos
La herrumbre y el salitre
donde se conjuga el gancho con la ternura de los asesinos
porque me duele la cicatriz que tu corazón me dejó
como un mordisco
mediterráneo
Porque en mi cabeza crujen las puertas de los marineros
y parten las naves de los embusteros jugadores
que conciben la vida como un juego de lágrimas y métales hermosos
letales rincones de la ceguera que palpan mi cuerpo sediento
cuando estoy roto en mitad de la espuma
cuando golpeo con mi frente el yunque de la foresta
la lava palpable de los volcanes y los escotes
de asfalto y madrugada
llena
La cruz verdosa de las serpientes y la salud tomada de los pueblos
bajo el totalitario encierro
He venido porque me duele la esquina
del mundo
y su oferta indecorosa
La tangente ruptura de los gusanos en el barro
invocando porciones de cielo y de hombres sin destino
poblando la niebla como voces y palabras sin luz
contratos subterráneos
invitaciones al canto hambriento de la vida
al canto negro de las tabernas y los palos negros
de bozal y motor
de navaja y ferrovia
de catre y cebolla
madre
He venido a cantar frente al paredón
A tocar el pan el tomate el ajo
con los dientes
He venido a sentarme frente al balcón
A cargar con las cajas y los muertos
y los recuerdos de los nombres
He venido a arrancarme las lágrimas de cuajo
A vender mi perfil en las carnicerías
Estoy del lado de la mugre y la furia
Por eso he venido a cenar sobre los tejados de la lluvia
rastros de musgo y naipe y cuartilla manchada de carmín
y camino
solitario a retumbar como un trueno sobre las ventanas tranquilas
y amables de los que no sudan ni padecen cosa
He venido a robar lo que es mío
y a incendiar los dormitorios antiguos
que me acosan entre sueños e invocaciones
sesgadas
He venido a descorchar los vientres de la tierra
y a beber su luminosa canción
ciega y desesperada
canción
de la sangre
A eso he venido
a ser tu hijo
madre
en el lecho caliente de la vida
A hundir mis manos en sangre
tras los rastros del perfume y el amor encendido
de las tiernas sombras
He venido a despertar en pedazos
donde crecen los besos y las penas
donde las enredaderas de los suspiros hirientes
cruzan la desértica hacienda
de mi ser
sobre el lecho
tomado por los trinos
y la locura
He venido a desayunar
pan y ajo y tomate
y a trabajar con las manos mi desvelo
He venido a estudiar las formas de la belleza
y el horror
a trabajar con mis propias manos la consistencia de mis propios recuerdos
He venido a sorber café
frente al patio de los hombres
He venido
He venido a dar vueltas con un lápiz
por los laberintos de la mente
que sueña el laberinto
de sangre de sudor y polvo
soy
tu hijo
Por eso he venido a rascar la guitarra
y las pozas oscuras del viento
de las playas derribadas
que surcan todas las arrugas de mi cara
y taberna
Por eso amo las casas de cal
que levanta la aurora hacia el precipicio
de las matrices y los úteros salvajes
enterrados en los mares oscuros
de la partida
Los azules espectrales y los blancos iniciales de los posos
La herrumbre y el salitre
donde se conjuga el gancho con la ternura de los asesinos
porque me duele la cicatriz que tu corazón me dejó
como un mordisco
mediterráneo
Porque en mi cabeza crujen las puertas de los marineros
y parten las naves de los embusteros jugadores
que conciben la vida como un juego de lágrimas y métales hermosos
letales rincones de la ceguera que palpan mi cuerpo sediento
cuando estoy roto en mitad de la espuma
cuando golpeo con mi frente el yunque de la foresta
la lava palpable de los volcanes y los escotes
de asfalto y madrugada
llena
La cruz verdosa de las serpientes y la salud tomada de los pueblos
bajo el totalitario encierro
He venido porque me duele la esquina
del mundo
y su oferta indecorosa
La tangente ruptura de los gusanos en el barro
invocando porciones de cielo y de hombres sin destino
poblando la niebla como voces y palabras sin luz
contratos subterráneos
invitaciones al canto hambriento de la vida
al canto negro de las tabernas y los palos negros
de bozal y motor
de navaja y ferrovia
de catre y cebolla
madre
He venido a cantar frente al paredón
A tocar el pan el tomate el ajo
con los dientes
He venido a sentarme frente al balcón
A cargar con las cajas y los muertos
y los recuerdos de los nombres
He venido a arrancarme las lágrimas de cuajo
A vender mi perfil en las carnicerías
Estoy del lado de la mugre y la furia
Por eso he venido a cenar sobre los tejados de la lluvia
rastros de musgo y naipe y cuartilla manchada de carmín
y camino
solitario a retumbar como un trueno sobre las ventanas tranquilas
y amables de los que no sudan ni padecen cosa
He venido a robar lo que es mío
y a incendiar los dormitorios antiguos
que me acosan entre sueños e invocaciones
sesgadas
He venido a descorchar los vientres de la tierra
y a beber su luminosa canción
ciega y desesperada
canción
de la sangre
A eso he venido
a ser tu hijo
madre
martes, 28 de septiembre de 2010
Reyerta de metal y noche
No luchas sólo. Esta la fiesta ida por los arrabales amargos de lo imposible.
No luchas sólo. Esta la ira de los ventanales cuando hace sombra y declive. Y la hacienda parece más pequeña y la despensa se vacía y el botiquín se vuelve casi transparente.
Y los ejes de la sombra extienden su pathos entre sorbitos.
No luchas sólo. Esta el ejercicio de la gramática, simiesca conjunción de la gimnástica de los atribulados contubernios y la
murga de la mugre. Bandoneón, que se afirma con torpeza, para con cada gesto, ser un poco más vida entre los muertos.
y así, ir desconociendo el ejercicio de las bisagras y los músculos atrofiados del firmamento, retumbando en tu cabecita de peón.
Pero no, amigo, no luchas sólo. Esta el calambre que nos precipita en la mañana del todo por hacer. Y las arlequinescas moñadas del humo y los amperios que se evaporan con suspiros de oferta y redoblado esfuerzo. Esta la gravedad, los soles y las máscaras. Esta el trino, la campanada, el fin.
Y la posibilidad de encontrarnos en un bar vencidos. Una noche. Y sostener con honor nuestro cadáver. Y sostener la conversación de nuestro cadáver por encima de todos los agujeros que nos han hecho ser quienes somos, todos esos agujeros de bala, de pájaro, de interruptor industrial, y por encima, sobretodo del magma desquiciante de los que pisan fuerte y la barbarie.
Esta el picnic de los perdidos atardeceres posponiendo el día. De tu aurora. de la pluma, de la cárcel y del barro. y el barco de los amores ebrios para siempre.
la espuma y la furia de los valientes pregoneros que supieron ver en una gota de charco, la virtud de la paciencia.
Y trabajar. Por sudor, por error, por herencia, por no saber, por querer un poco más, por renunciar, por divertir, por lograr y disfrutar de la inercia que nos hizo.
Quizá un poco oblicuo, desengañado, tal vez, por repentina juventud perdida entre las poses de tanto careta y tanto papone de rosas y perfume embriagador entre las ramas.
Quizá el chantaje, el mendrugo fácil, los estertores del hospital negociando con cuchillo esférico alrededor de las manecillas de lo atroz, y lo blando de la pereza, poblando la rutina giratoria que, tras tus talones de buen chico, se emociona con lo que callas cuando dices.
Quizás un tanto desorientado, el miedo, ese perro erecto y cobarde de las creencias, Un mínimo idiota y pretencioso, una pizca descreido y tuerto, en este país de ciegos y galaxias diminutas que te esperan tras la esquina.
Quizás empequeñecido y abrumado, bebido o chispeado, quizás.
Por tanto fotograma insulso y centrifugado banal.
Quizás lo bueno de no saber y aún así, querer acumular conceptos como quien fuma deseos en las vías de lo inerte.
Pero no luchas sólo. Esta tu ladrido y el ladrido de otros perros que como tú, solos, buscan su hueso en el arrabal amargo de lo imposible.
No luchas sólo. Esta la ira de los ventanales cuando hace sombra y declive. Y la hacienda parece más pequeña y la despensa se vacía y el botiquín se vuelve casi transparente.
Y los ejes de la sombra extienden su pathos entre sorbitos.
No luchas sólo. Esta el ejercicio de la gramática, simiesca conjunción de la gimnástica de los atribulados contubernios y la
murga de la mugre. Bandoneón, que se afirma con torpeza, para con cada gesto, ser un poco más vida entre los muertos.
y así, ir desconociendo el ejercicio de las bisagras y los músculos atrofiados del firmamento, retumbando en tu cabecita de peón.
Pero no, amigo, no luchas sólo. Esta el calambre que nos precipita en la mañana del todo por hacer. Y las arlequinescas moñadas del humo y los amperios que se evaporan con suspiros de oferta y redoblado esfuerzo. Esta la gravedad, los soles y las máscaras. Esta el trino, la campanada, el fin.
Y la posibilidad de encontrarnos en un bar vencidos. Una noche. Y sostener con honor nuestro cadáver. Y sostener la conversación de nuestro cadáver por encima de todos los agujeros que nos han hecho ser quienes somos, todos esos agujeros de bala, de pájaro, de interruptor industrial, y por encima, sobretodo del magma desquiciante de los que pisan fuerte y la barbarie.
Esta el picnic de los perdidos atardeceres posponiendo el día. De tu aurora. de la pluma, de la cárcel y del barro. y el barco de los amores ebrios para siempre.
la espuma y la furia de los valientes pregoneros que supieron ver en una gota de charco, la virtud de la paciencia.
Y trabajar. Por sudor, por error, por herencia, por no saber, por querer un poco más, por renunciar, por divertir, por lograr y disfrutar de la inercia que nos hizo.
Quizá un poco oblicuo, desengañado, tal vez, por repentina juventud perdida entre las poses de tanto careta y tanto papone de rosas y perfume embriagador entre las ramas.
Quizá el chantaje, el mendrugo fácil, los estertores del hospital negociando con cuchillo esférico alrededor de las manecillas de lo atroz, y lo blando de la pereza, poblando la rutina giratoria que, tras tus talones de buen chico, se emociona con lo que callas cuando dices.
Quizás un tanto desorientado, el miedo, ese perro erecto y cobarde de las creencias, Un mínimo idiota y pretencioso, una pizca descreido y tuerto, en este país de ciegos y galaxias diminutas que te esperan tras la esquina.
Quizás empequeñecido y abrumado, bebido o chispeado, quizás.
Por tanto fotograma insulso y centrifugado banal.
Quizás lo bueno de no saber y aún así, querer acumular conceptos como quien fuma deseos en las vías de lo inerte.
Pero no luchas sólo. Esta tu ladrido y el ladrido de otros perros que como tú, solos, buscan su hueso en el arrabal amargo de lo imposible.
sábado, 25 de septiembre de 2010
X
Juzgáis muy deprisa,
sacáis conclusiones muy deprisa,
creéis entender demasiado pronto,
antes de ver, antes de mirar simplemente:
así nunca comprenderéis nada.
sacáis conclusiones muy deprisa,
creéis entender demasiado pronto,
antes de ver, antes de mirar simplemente:
así nunca comprenderéis nada.
Romacero de El Aro
Quiero ser el perro más lustroso de mi colina.
Que no haya zarzal donde no haya hecho pis.
Y tejer mi propio camino.
Quiero ser el perro más industrioso de la colina.
Y atañer, atañer, atañer a todo.
Quiero saber sólo lo que necesito.
Conocer sólo lo que me hace falta.
Llevar conmigo sólo lo que pueda transportar.
Y cuando luche
sólo lucharé contra lo que se puede luchar.
Que la virtud me destruya!
Yo, o otro que todavía no soy,
seré o será algún día
el perro más lustroso de la colina.
Que no haya zarzal donde no haya hecho pis.
Y tejer mi propio camino.
Quiero ser el perro más industrioso de la colina.
Y atañer, atañer, atañer a todo.
Quiero saber sólo lo que necesito.
Conocer sólo lo que me hace falta.
Llevar conmigo sólo lo que pueda transportar.
Y cuando luche
sólo lucharé contra lo que se puede luchar.
Que la virtud me destruya!
Yo, o otro que todavía no soy,
seré o será algún día
el perro más lustroso de la colina.
viernes, 24 de septiembre de 2010
X
Un cántico
sin vidrieras
por favor,
nunca he soportado el baile de las formas,
esa luz de colorines
que atraviesa engañosa las paredes del templo.
sin vidrieras
por favor,
nunca he soportado el baile de las formas,
esa luz de colorines
que atraviesa engañosa las paredes del templo.
X
Amo tu piel que no existe.
Amo tus ojos que no existen.
Amo tus manos que no existen.
Amo tu cuerpo que no existe.
Amo tu voz que no existe.
Amo tu risa que no existe.
Amo tu espíritu que no existe.
Amo tu presencia que no existe.
Amo tu ser que no existe.
Amo tus cabellos que no existen.
Amo tus labios que no existen.
Y el viento mece mis ventanas
palomas mensajeras
invocadas para buscarte
donde nunca estés
cuando nunca existas
en ninguna parte
nunca.
Amo tus ojos que no existen.
Amo tus manos que no existen.
Amo tu cuerpo que no existe.
Amo tu voz que no existe.
Amo tu risa que no existe.
Amo tu espíritu que no existe.
Amo tu presencia que no existe.
Amo tu ser que no existe.
Amo tus cabellos que no existen.
Amo tus labios que no existen.
Y el viento mece mis ventanas
palomas mensajeras
invocadas para buscarte
donde nunca estés
cuando nunca existas
en ninguna parte
nunca.
lunes, 20 de septiembre de 2010
AHSGTD YBSV UNKSKY
Ola lluvia suburbial
tecla sombrero
de Bernard Traven quejumbre
sol nadie supo decirme nada de su vida -La nave de los muertos
marciano azul
pelota lumbre enredadera de las costillas
rotas
Trópico del infierno rosa Pástel de uñas de muerto
y colores llameantes Ticket de metro
poliedro los doctores aseguran que viví en Paris durante los cinco años que estuve en coma.
Pero yo no lo recuerdo, Dostoievski "Amapola de los suburbios" Columnas vertebrales del hielo
persiguiendo a Jack London con un cuchillo verde vejiga a través de las espigas de trigo y carruajes del sueño elucubrando el blues de los algodones
y las cadenas de la ginebra perdida.
Para beber café con la emperatriz de lo cotidiano
Maiakovski ronronenado alrededor de los muebles con su pijama de rayas y su cola de cucurucho imantado, gracias a Teleman escucho los violines electricos de Mauritania
escarbando en mi pecho. Porque los caimanes también tienen derecho a morder mi corazón.
Pero no es 2001 y el comandante Tom no puede ser feliz en los ascensores de la heroína así que permíteme también que la luz el gato la radio el silbido
de los satelites entren por mis pulmones de hojalata
El óxido de las sábanas llega con las nubes preñadas de R. M. Rilke "pájaro de los petardos y las estrellas ebrias
de tu sexo"
En la cornisa de mi pensamiento - Cioran esta muerto-
Ocho niños han nacido en la palma de mi mano al pensar en ti.
He escuchado a Picasso tocar la guitarra dentro de mi vientre. Fue increíble.
Bájate las faldas súbete la lascivia podremos alcanzar el trampolín de los suicidas
humeantes.
Yo soy el árbol encendido de los patios antiguos. Con la llave de mi corazón se abren las piernas de los encuentros.
La tarde en la que Nieztsche montó a caballo tenía seis años. Yo no había nacido. Pero me dijo que fue el día más feliz de su vida.
Por eso anoche los agentes del orden se cosieron una cremallera en los labios.
Mientras abría el sarcófago de los mosquitos del caribe observé que mi coche tiene el rostro de los que han visto la mecánica de cerca. A punto de robarles el kilometraje, las praderas huyen despavoridas ante la velocidad
y los secarrales de un paisaje ácido corren envueltos en pañuelos de gasolina flotante.
A propósito
Bowie me entrevistó anoche. Llevaba un traje de lentejuelas y tachuelas de paraiso entre los dientes. Era cegador. Un rastro de carmín le cruzaba el silencio.- Me habló de Marte y de las ganas que tenía de acariciarte cuando te duchas sólo en tu apartamento deprimente. Las plantas se curvan por las autopistas del cenicero. Canta cuando sufras por la nada. Canta. Yo he consumido tres paquetes de ansia por descubrir el vértice de tus recuerdos y ahora soy feliz. Espuma y sol para los que han perdido su carnet de identidad en los baños de la noche.
tecla sombrero
de Bernard Traven quejumbre
sol nadie supo decirme nada de su vida -La nave de los muertos
marciano azul
pelota lumbre enredadera de las costillas
rotas
Trópico del infierno rosa Pástel de uñas de muerto
y colores llameantes Ticket de metro
poliedro los doctores aseguran que viví en Paris durante los cinco años que estuve en coma.
Pero yo no lo recuerdo, Dostoievski "Amapola de los suburbios" Columnas vertebrales del hielo
persiguiendo a Jack London con un cuchillo verde vejiga a través de las espigas de trigo y carruajes del sueño elucubrando el blues de los algodones
y las cadenas de la ginebra perdida.
Para beber café con la emperatriz de lo cotidiano
Maiakovski ronronenado alrededor de los muebles con su pijama de rayas y su cola de cucurucho imantado, gracias a Teleman escucho los violines electricos de Mauritania
escarbando en mi pecho. Porque los caimanes también tienen derecho a morder mi corazón.
Pero no es 2001 y el comandante Tom no puede ser feliz en los ascensores de la heroína así que permíteme también que la luz el gato la radio el silbido
de los satelites entren por mis pulmones de hojalata
El óxido de las sábanas llega con las nubes preñadas de R. M. Rilke "pájaro de los petardos y las estrellas ebrias
de tu sexo"
En la cornisa de mi pensamiento - Cioran esta muerto-
Ocho niños han nacido en la palma de mi mano al pensar en ti.
He escuchado a Picasso tocar la guitarra dentro de mi vientre. Fue increíble.
Bájate las faldas súbete la lascivia podremos alcanzar el trampolín de los suicidas
humeantes.
Yo soy el árbol encendido de los patios antiguos. Con la llave de mi corazón se abren las piernas de los encuentros.
La tarde en la que Nieztsche montó a caballo tenía seis años. Yo no había nacido. Pero me dijo que fue el día más feliz de su vida.
Por eso anoche los agentes del orden se cosieron una cremallera en los labios.
Mientras abría el sarcófago de los mosquitos del caribe observé que mi coche tiene el rostro de los que han visto la mecánica de cerca. A punto de robarles el kilometraje, las praderas huyen despavoridas ante la velocidad
y los secarrales de un paisaje ácido corren envueltos en pañuelos de gasolina flotante.
A propósito
Bowie me entrevistó anoche. Llevaba un traje de lentejuelas y tachuelas de paraiso entre los dientes. Era cegador. Un rastro de carmín le cruzaba el silencio.- Me habló de Marte y de las ganas que tenía de acariciarte cuando te duchas sólo en tu apartamento deprimente. Las plantas se curvan por las autopistas del cenicero. Canta cuando sufras por la nada. Canta. Yo he consumido tres paquetes de ansia por descubrir el vértice de tus recuerdos y ahora soy feliz. Espuma y sol para los que han perdido su carnet de identidad en los baños de la noche.
domingo, 19 de septiembre de 2010
Dibujo de un caballo invisible
Tras el aroma de la tarde
Capturo con la mente la silueta de un caballo
Sentado frente al lago blanco
espío el jugar de los peces en el agua
con los pies desnudos dentro
como dos peces de carne perfectos
las fuentes lejanas están cerca
tan cerca que puedes oírlas
con tan sólo estirar los dedos
mientras las mujeres humedecen sus ropas entre canciones
Sentado frente al lago blanco
dejo volar mi velero
Mi velero ebrio de olas
Y con el lápiz toco la belleza del instante
pero se difumina y se evade
La chistera negra
el misterio de tu cuerpo
porque ahora yo soy aire
y tu eres tiempo
Capturo con la mente la silueta de un caballo
Sentado frente al lago blanco
espío el jugar de los peces en el agua
con los pies desnudos dentro
como dos peces de carne perfectos
las fuentes lejanas están cerca
tan cerca que puedes oírlas
con tan sólo estirar los dedos
mientras las mujeres humedecen sus ropas entre canciones
Sentado frente al lago blanco
dejo volar mi velero
Mi velero ebrio de olas
Y con el lápiz toco la belleza del instante
pero se difumina y se evade
La chistera negra
el misterio de tu cuerpo
porque ahora yo soy aire
y tu eres tiempo
FEOCRACIA
Un futuro gobernado por feos. Lo conciben? Feos resentidos y mendaces articulan una burocracia donde se persigue y se humilla la belleza. Los edificios, los parques, las calles, los paseos; nada escapa a la conspiración de lo horrible y lo falto de gracia.
Los dirigentes, inspirados todos en rostros pesadillescos como puedan ser los de personajes del corte de Franco, Sarkozy, Aznar, Zapatero, Rajoy, Zaplana, Putin, Moratinos, Lo santos, Fraga, Camps, Barberá, Bush, Bin Laden, Cascos...Acaparan los altos estratos de una sociedad futurista, que lo único que posee de futurista es su inabarcable fealdad.
No gobiernan los trepas ni los audaces. No gobiernan los listos ni los cualificados. Gobiernan los feos y sólo quienes creen realmente en el poder omnipotente de lo espantoso. Gobiernan los feos, y sólo mediante su deforme mezquindad consiguen sus múltiples riquezas y sus cuantiosas posesiones. Lo repelente en su más alta expresión. Una afrenta contra la estética; dictatorial, operante y aséptica.
La escena comienza con imágenes propias de un mal sueño. Aberrantes rostros vestidos con trajes propios de las clases dirigentes, distorsionan imágenes inconexas y carentes de toda lógica.
Un bello adolescente se despierta abortando la sucesión de esa pesadilla. Vive en una situación lamentable. Las cucarachas recorren su lecho, la casa amenaza con derrumbarse. Su hermosura es tan real como inalcanzable. Un escultural cuerpo de un Adonis, pero sucio y degradado, que se pudre entre escombros. El muchacho se abalanza sobre un mendrugo de pan, disputándoselo a las ratas.
En otra parte de la misma ciudad....
Vemos una magnífica mujer caminando por la calle. Su figura es esbelta, estilizada. Luce la cabellera suelta y el viento juguetea con su perfume. Sus impecables andares hipnotizan la atención. Ella camina distraída, como sólo puede caminar la belleza, devorándose a sí misma. Esta buena, la verdad que esta muy buena. Al cruzar una calle, es detenida por un guardia que no cesa de hacer sonar su estridente silbato.
- Alto, deténgase!!!! Exclama el guardia.
- Si, perdón?....responde la muchacha.
-Perdón? Cómo que perdón? No ha reparado usted en ese pobre hombre?- Pregunta el guardia. - Mientras dirige su dedo indice hacia la esquina donde aparece un hombre feo y flaco.
- No, señor agente. La verdad, no me había percatado.- Responde la muchacha abrumada.
- Déme su carnet. Señorita, esta infracción le va a salir usted muy cara. Pero que muy cara!.- Explica el guardia con una petulancia grotesca e insufrible.
El guardia tiene el rostro porcino de quien ha reventado mil espejos en su vida. Una mala estrella de carne informe mal construye cada uno de sus grasientos gestos. Es desagradable, y el sólo hecho de mirarlo de frente provoca cierto dolor en el estómago de la muchacha, que evitando el desafío, decide mirar al hombre de la esquina. Descubre que es también muy feo, pero distinto. Sus horribles cejas son tan espesas y están tan juntas, que parecen formar una sola. Sus ojos son pequeños y la breve distancia que se establece entre ellos, la cruza una nariz demasiado larga para ser real. Sus delgados labios no consiguen ocultar un ecuación funesta de dientes. El hombre permanece tímido, acongojado, con las manos juntas, encorvado, temeroso, junto a su esquina, mirando la escena con una sentimiento que duda entra la pena y la piedad. La resignación, el odio y un sentimiento apaciguador de justicia, sin embargo, confabulan por dentro, en alguna oscura parte de su cerebro.
El guardia extiende la multa y solicita a la muchacha que la firme. Ésta no se niega y observa con incredulidad el trozo de papel ininteligible.
- De qué se me acusa, señor agente?. Pregunta la muchacha llena de incredulidad.
- Que de qué se le acusa? Por favor, señorita, no ha dedicado usted ni siquiera una mirada de soslayo a ese pobre conciudadano. Una miradita le permitiría seguir soñando, algo a lo que aferrarse, un breve pedacito de cielo. Y coge usted y pasa por su lado como si no existiese. Ignorándolo desde su elevado pedestal. De verdad que es injustificable su comportamiento!. Estos cien euros, que son el montante total de la multa, quizá le ayuden a recapacitar. Si paga en el plazo máximo de dos semanas, quizás obtenga un descuento. Buenos días.
Los dirigentes, inspirados todos en rostros pesadillescos como puedan ser los de personajes del corte de Franco, Sarkozy, Aznar, Zapatero, Rajoy, Zaplana, Putin, Moratinos, Lo santos, Fraga, Camps, Barberá, Bush, Bin Laden, Cascos...Acaparan los altos estratos de una sociedad futurista, que lo único que posee de futurista es su inabarcable fealdad.
No gobiernan los trepas ni los audaces. No gobiernan los listos ni los cualificados. Gobiernan los feos y sólo quienes creen realmente en el poder omnipotente de lo espantoso. Gobiernan los feos, y sólo mediante su deforme mezquindad consiguen sus múltiples riquezas y sus cuantiosas posesiones. Lo repelente en su más alta expresión. Una afrenta contra la estética; dictatorial, operante y aséptica.
La escena comienza con imágenes propias de un mal sueño. Aberrantes rostros vestidos con trajes propios de las clases dirigentes, distorsionan imágenes inconexas y carentes de toda lógica.
Un bello adolescente se despierta abortando la sucesión de esa pesadilla. Vive en una situación lamentable. Las cucarachas recorren su lecho, la casa amenaza con derrumbarse. Su hermosura es tan real como inalcanzable. Un escultural cuerpo de un Adonis, pero sucio y degradado, que se pudre entre escombros. El muchacho se abalanza sobre un mendrugo de pan, disputándoselo a las ratas.
En otra parte de la misma ciudad....
Vemos una magnífica mujer caminando por la calle. Su figura es esbelta, estilizada. Luce la cabellera suelta y el viento juguetea con su perfume. Sus impecables andares hipnotizan la atención. Ella camina distraída, como sólo puede caminar la belleza, devorándose a sí misma. Esta buena, la verdad que esta muy buena. Al cruzar una calle, es detenida por un guardia que no cesa de hacer sonar su estridente silbato.
- Alto, deténgase!!!! Exclama el guardia.
- Si, perdón?....responde la muchacha.
-Perdón? Cómo que perdón? No ha reparado usted en ese pobre hombre?- Pregunta el guardia. - Mientras dirige su dedo indice hacia la esquina donde aparece un hombre feo y flaco.
- No, señor agente. La verdad, no me había percatado.- Responde la muchacha abrumada.
- Déme su carnet. Señorita, esta infracción le va a salir usted muy cara. Pero que muy cara!.- Explica el guardia con una petulancia grotesca e insufrible.
El guardia tiene el rostro porcino de quien ha reventado mil espejos en su vida. Una mala estrella de carne informe mal construye cada uno de sus grasientos gestos. Es desagradable, y el sólo hecho de mirarlo de frente provoca cierto dolor en el estómago de la muchacha, que evitando el desafío, decide mirar al hombre de la esquina. Descubre que es también muy feo, pero distinto. Sus horribles cejas son tan espesas y están tan juntas, que parecen formar una sola. Sus ojos son pequeños y la breve distancia que se establece entre ellos, la cruza una nariz demasiado larga para ser real. Sus delgados labios no consiguen ocultar un ecuación funesta de dientes. El hombre permanece tímido, acongojado, con las manos juntas, encorvado, temeroso, junto a su esquina, mirando la escena con una sentimiento que duda entra la pena y la piedad. La resignación, el odio y un sentimiento apaciguador de justicia, sin embargo, confabulan por dentro, en alguna oscura parte de su cerebro.
El guardia extiende la multa y solicita a la muchacha que la firme. Ésta no se niega y observa con incredulidad el trozo de papel ininteligible.
- De qué se me acusa, señor agente?. Pregunta la muchacha llena de incredulidad.
- Que de qué se le acusa? Por favor, señorita, no ha dedicado usted ni siquiera una mirada de soslayo a ese pobre conciudadano. Una miradita le permitiría seguir soñando, algo a lo que aferrarse, un breve pedacito de cielo. Y coge usted y pasa por su lado como si no existiese. Ignorándolo desde su elevado pedestal. De verdad que es injustificable su comportamiento!. Estos cien euros, que son el montante total de la multa, quizá le ayuden a recapacitar. Si paga en el plazo máximo de dos semanas, quizás obtenga un descuento. Buenos días.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Edward Mordrake
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En 1887, el seno de una noble familia inglesa acogía el nacimiento de un niño peculiar llamado Edward Mordrake. Su madre era la condesa de Darlington y bajo el poder de ese apellido, se extendían infinitos prados y campos de cosecha que mediante tributos arrendatarios y un suculento comercio a base de cereales y ganado, permitían a la familia vivir de un modo más que privilegiado. El castillo se hallaba en la ladera sur del condado de Postmouth, bordeando unos impresionantes acantilados que vigilaban el embravecido mar del Norte. Las vistas eran fantásticas y todo hacía presagiar aquella tarde, que con la llegada del tercer varón, la familia Mordrake quedaría finalmente bendecida. No fue así, algo en la gestación del feto se torció
cuando se cumplían los últimos meses del embarazo. Así trato de explicarlo el doctor Bridgewater, al contrariado padre de familia, Sir William Pitt Mordrake, que no encajó nada bien que entre su descendencia se hallase la ominosa huella de una malformación. Efectivamente, el niño Edward, había nacido entero y sano; el parto, salvo unos episodios previos que complicaron las dilataciones, se desarrolló sin mayores dificultades. La madre dormía extenuada junto a la recién llegada criatura, pero el doctor Bridgwater y la matrona que le asistía, encontraron cuanto menos extraña la parte posterior de la cabeza del bebe. Fue cuando al examinarlo más detenidamente, comprobaron llenos de espanto que aquello era el esbozo de una mueca. El pobre Edward había nacido con dos caras. Sólo que esta última, trataba de afirmarse y sobresalirle desde la nuca. Era un claro caso de gemelo parasitario "parasitic twin". El doctor sabía de la extraña enfermedad y de su escasa manifestación. Fue gracias a otros colegas que pudo conocer los espeluznantes casos del chino cantonés Chang Tzu Ping y el del francés Pasqual Pinon.
El doctor Bridgewater y Sir William Pitt Mordrake, giraban sobre sus pasos y discutían acaloradamente junto a la chimenea. Justo bajo el escudo de la rosa de Tudor y la lujosa réplica del mítico dragón blanco, un ciego ataque de cólera llevó al padre de la criatura a abogar por el parricidio. El doctor era protestante, pero sabía de la ferviente fe católica que consolidaba las creencias de la madre de la criatura y la de toda su estirpe. Encontró descabellada, injusta e imposible de llevar a cabo semejante barbaridad. Convenció al padre de que el niño crecería sin dolores físicos acusados. Unas cuantas botellas de buen whiskey y unos sabios consejos, bastaron para consolar al padre durante aquella interminable velada.
Edward creció y recibió de sus padres toda la atención y el cariño que un niño puede desear, pero la vida no era fácil. Sobretodo dentro de la cabeza del pobre Edward.
Evitaba el contacto ajeno. La humanidad le provocaba un intenso rechazo. Y puede asegurarse que hasta bien entrada la pubertad, Edward no salió nunca de los jardines que delimitaban la fortaleza paterna. El rostro que se había acabado consolidando en su nuca era terrorífico, pero más miedo le producían a Edward las crueles carcajadas de los otros niños y de las maleducadas y escrutadoras miradas de las otras madres y de las criadas que le apuñalaban por la espalda. Todo ese odio se filtraba en la mermada personalidad de ese ser que no era su hermano, pero que tampoco era la voz interna de su conciencia, pues no la podía controlar a su antojo.
De alguna extraña manera funcionaba ajena a él. Con otro proceso, con otros impulsos, sintiendo permanentemente su incómoda presencia invasora.
Con el paso del tiempo, los padres y hermanos de Edward intentaron eludir el problema, tratándolo con absoluta normalidad, exactamente igual que al resto de los demás familiares que formaban parte del clan, ignorando en todo momento aquel rostro innombrable que Edward llevaba cosido a la nuca, aunque a veces, los mirase con descaro y soberbia.
y en otras ocasiones, improvisara inquietantes melodías.
Los padres buscaron la manera de aliviar a su hijo de semejante carga, pero las operaciones de cirugía nada desarrolladas por aquel entonces, no aseguraban sobrevivir tras la operación. Lleno de coraje y desesperación, Edward pedía a sus padres luchar por el intento, pero el temor amedrentó la decisión última y los padres no cedieron a la arriesgada petición.
Librarse de aquel rostro terminó siendo para Edward una obsesión. Era cierto, que el rostro maldito de su hermano muerto no compartía su cerebro, al menos no totalmente, por lo que ese medio rostro no solía articular frases con sentido ni construía argumentos o conceptos elaborados; aquella cara se limitaba a repetir frases o palabras, pero como quien habla en sueños o desde el fondo de un pozo muy profundo. Pero sobretodo, lo que más a menudo hacía aquel ser era reír. Por las noches Edward no podía dormir. Debía consumir ingentes cantidades de somníferos para poder conciliar el sueño. Era terrible cuando en mitad del silencio de la noche, Edward escuchaba las risas ahogadas de ese rostro enterrado en la almohada.
A veces, era peor en la mesa, cuando estaban todos congregados y con la comida dispuesta en los platos. La familia tenía costumbre de guardar silencio y agradecer los dones ofrecidos. Esos momentos eran propicios para escuchar los susurros malsonantes y los crujidos vocales de esa cara que pugnaba por salir a la superficie.
A veces, también lloraba o gimoteaba como un animal pisoteado.
Y la cara de Edward, blanca, ojerosa y con los labios pegados, pidiendo en silencio la muerte o el final de aquella pesadilla.
Edward desarrolló un enorme gusto por las letras y fue un talentoso violinista.
Pero a la edad de 23 años y viendo que los médicos nada podían hacer por él, decidió suicidarse.
Sólo dejó una carta. En la que agradecía a sus padres y a sus hermanos el cariño recibido. Al final de la misma, dejaba formulada una petición ineludible: Antes de enterrarlo e introducirlo en el ataúd, los cirujanos debían despojarle de aquel rostro esquemático y deforme con un bisturí. Para que por lo menos, ya una vez muerto, pudiera al fin descansar en paz.
Teatro de sombras chinas
Dos chinos penetran en un antiguo teatro de marionetas. Se trata de una arcaica pagoda abandonada a las orillas de la ciudad. Las curvas del río han erosionado con su incisiva humedad las paredes del edificio hasta convertirlo en un pergamino inclinado. Sus equívocas representaciones arrastran tanto a curiosos como a extraviados, que a esas horas de la noche quizás no encuentren otra cosa mejor que hacer. Ellos llegan del puerto, de la zona de fumaderos clandestinos. Son marineros y sus calaveras pugnan por salir a la superficie de las cosas. Él es alto, rígido y silencioso. El otro, sin embargo, es alto, rígido y silencioso. Uno se mueve verticalmente, imbuido entre la fascinante elucubración de los fenómenos causales que lo rodean y le otorgan materia. El otro, se mueve también verticalmente, pero en su sentido inverso, como si fuera la sinuosa sombra de su acompañante.
A simple vista, parecen la misma persona, sólo que esta juega frente a un complicado mecanismo de espejos móviles. Una vez han pagado la entrada en la taquilla, el reverso de los delgados pasillos se cierra tras sus frías espaldas. La mujer es tan diminuta que no alcanzan a verle el rostro. Tan sólo sus manecillas, una algo más corta que la otra, se deslizan por una esfera inquietante. Temen que la mujer viva atrapada en esa cajetilla de fósforos. La cera de su carne parece intacta y artificial, y evitan el contacto directo al recoger sus rasgadas entradas.
El teatro parece un estanque flanqueado por columnas y bóvedas articuladas. Los rojos farolillos se balancean difuminando una luz que les recuerda a los efectos narcóticos del opio. Un sudor frío les anticipa la sensación de que son seguidos muy de cerca. Un hombre sin labios, y con una mueca cogida por hilos, les guía con una linterna a través de los oscuros y estrechos pasillos del patio de butacas. Tras el telón que divide el recinto, un primer fogonazo de la oscuridad implacable les ciega, pero pasados unos breves instantes, sus ojos se acostumbran a esa escasez reconfortante y la agradecen.
El acomodador encuentra una localidad libre, y una vez cumplido su cometido, desaparece de la escena como la llama de una vela. El chino descubre que esta sólo. La oscuridad de la sala se ha tragado a su fiel acompañante. Desde el fondo, se percibe el sonido de un instrumento de metal, y su vibración hipnótica estremece las pálidas bambalinas. El escenario se ilumina débilmente, y el chino comprueba contrariado que es su compañero quien baila entre las luces, como un espectro aparecido al ritmo de un laúd, una flauta de bambú y unos gongs. Al poco aparecen otras sombras que sinuosas van tejiendo toda una serie de escenas que se entrelazan con estudiados silencios. Las escenas, divididas en fragmentos, los encuentros amorosos y algunas de las tragedias representadas, le recuerdan casi milimétricamente a similares episodios de su propia vida. Algo o alguien le anuncia que esta a punto de finalizar la obra. Despavorido, se levanta y huye entre las butacas sin volver la vista atrás. La morbosidad de conocer el final es vencida por el simple y puro espanto de lo conocido. Con las manos en la cabeza recorre el último pasillo que le conduce a la calle. La repentina dosis de luz, ciega sus ojos y en ningún momento ve el coche que lo arroya. Mientras los curiosos transeúntes se agolpan rodeando la fatídica escena, el cadáver agoniza; pero allí dentro, sobre el escenario, una escuálida sombra baila alrededor de una manada de caballos. La escena se interrumpe de manera súbita cuando el telón se precipita sobre el escenario.
A simple vista, parecen la misma persona, sólo que esta juega frente a un complicado mecanismo de espejos móviles. Una vez han pagado la entrada en la taquilla, el reverso de los delgados pasillos se cierra tras sus frías espaldas. La mujer es tan diminuta que no alcanzan a verle el rostro. Tan sólo sus manecillas, una algo más corta que la otra, se deslizan por una esfera inquietante. Temen que la mujer viva atrapada en esa cajetilla de fósforos. La cera de su carne parece intacta y artificial, y evitan el contacto directo al recoger sus rasgadas entradas.
El teatro parece un estanque flanqueado por columnas y bóvedas articuladas. Los rojos farolillos se balancean difuminando una luz que les recuerda a los efectos narcóticos del opio. Un sudor frío les anticipa la sensación de que son seguidos muy de cerca. Un hombre sin labios, y con una mueca cogida por hilos, les guía con una linterna a través de los oscuros y estrechos pasillos del patio de butacas. Tras el telón que divide el recinto, un primer fogonazo de la oscuridad implacable les ciega, pero pasados unos breves instantes, sus ojos se acostumbran a esa escasez reconfortante y la agradecen.
El acomodador encuentra una localidad libre, y una vez cumplido su cometido, desaparece de la escena como la llama de una vela. El chino descubre que esta sólo. La oscuridad de la sala se ha tragado a su fiel acompañante. Desde el fondo, se percibe el sonido de un instrumento de metal, y su vibración hipnótica estremece las pálidas bambalinas. El escenario se ilumina débilmente, y el chino comprueba contrariado que es su compañero quien baila entre las luces, como un espectro aparecido al ritmo de un laúd, una flauta de bambú y unos gongs. Al poco aparecen otras sombras que sinuosas van tejiendo toda una serie de escenas que se entrelazan con estudiados silencios. Las escenas, divididas en fragmentos, los encuentros amorosos y algunas de las tragedias representadas, le recuerdan casi milimétricamente a similares episodios de su propia vida. Algo o alguien le anuncia que esta a punto de finalizar la obra. Despavorido, se levanta y huye entre las butacas sin volver la vista atrás. La morbosidad de conocer el final es vencida por el simple y puro espanto de lo conocido. Con las manos en la cabeza recorre el último pasillo que le conduce a la calle. La repentina dosis de luz, ciega sus ojos y en ningún momento ve el coche que lo arroya. Mientras los curiosos transeúntes se agolpan rodeando la fatídica escena, el cadáver agoniza; pero allí dentro, sobre el escenario, una escuálida sombra baila alrededor de una manada de caballos. La escena se interrumpe de manera súbita cuando el telón se precipita sobre el escenario.
Ficciones minimas
Ella entra. El salón permanece oculto bajo la espesa oscuridad. Mentalmente reconstruye la pieza con minuciosa exactitud. Palpando la pared, logra encontrar la mesa, y guiándose por su tacto, evita la lámpara, roza la estantería, descubre el sillón orejero. Él lee. Yace sentado y con las yemas de los dedos recorre las criptográficas líneas del libro invisible. Esta a punto de terminar el último capítulo cuando se corta con su perfume. El libro cae al suelo. Él se levanta. Se chocan. Mientras, van reconociendo los perfiles entre el palmotear secreto de la costumbre y el cálido aliento de las sombras. Mientras, las ropas van cediendo al impulso de la carne, y el deseo encendido de la primera vez arde en las pupilas inertes. Las caricias les permiten olvidarse, encontrarse. A tres mil millones de años luz, de alguna parte, en alguna ciudad. Ellos ven.
El ritmo de la muerte
Existe una trama
entre lo que somos y lo que no somos
Existe un lugar
que transcurre entre lo pensado y lo sentido
Algo ajeno
a nuestros deseos perdidos
lejano
como la piel que nos proteje
del ritmo de la muerte
del ritmo de la muerte
del ritmo de la muerte
frutas colgadas de una rama
silbidos encarnados en escarcha
Golpe doloroso del tejido
huidizo recinto de lo invidente
No existen las palabras
Existe un puente
entre la cosa y el ojo
Un sonido
entre el corazón y la rosa
Entre lo que soñamos
y lo que recordamos cuando soñamos
Pero no es el sueño
ni eso que vivimos
al alcanzar la orilla
como sonámbulos pasajeros de la noche
Existe una trama
que va desde la oscura madriguera de nuestro nombre
hasta la oquedad transparente del sombrero y el asfalto
Una lámpara enterrada en un sótano
Una copa llena de noche
Algo que nos precede y nos ignora
Algo que late con un sonido sordo
en las venas ciegas del desastre
Algo que sabe a hierro pero que no es la sangre
Algo que es como la anestesia descarriada
del ímpetu
Encerrada en la habitación infinita
del calambre
aporreando el teclado de lo inhóspito
Con su máscara
de calma absoluta
que provoca el terror
prodigioso
de los rincones ignorados de la mente
cuando devoran el vértice del blanco
El ritmo de la muerte
El ritmo de la muerte
El ritmo de la muerte
Existe una cuerda
delgada impronunciable
que es la vida
y lo que pasa
cuando la vida ya no es vida
ni lenguaje ni signos
enterrados
Existe un viaje
entre el tacto y la memoria
Un instante
entre el perfume y la vejez
entre el átomo y la brisa
Existe la nada
pronunciando espasmos
despojada de caligrafía imperfecta
El esqueleto húmedo de la semilla
persiguiendo el calor y la oscuridad de las raices
La luz y aire de los frutos
De la ebriedad del impulso a la meticulosa concepción de cada cosa
existe
En nuestra mente
donde siempre es noche
Una trama
que a veces nos olvida
mientras el desgaste de las horas
nos cubre con su prodigioso velo
Y quedamos amparados entre dos mundos
flotando
inmersos
en nuestros trajes de chaqueta y baba
Una trama
que a veces nos recuerda
mientras el desgaste de la eternidad
nos hiere con su delicado reverso
entre lo que somos y lo que no somos
Existe un lugar
que transcurre entre lo pensado y lo sentido
Algo ajeno
a nuestros deseos perdidos
lejano
como la piel que nos proteje
del ritmo de la muerte
del ritmo de la muerte
del ritmo de la muerte
frutas colgadas de una rama
silbidos encarnados en escarcha
Golpe doloroso del tejido
huidizo recinto de lo invidente
No existen las palabras
Existe un puente
entre la cosa y el ojo
Un sonido
entre el corazón y la rosa
Entre lo que soñamos
y lo que recordamos cuando soñamos
Pero no es el sueño
ni eso que vivimos
al alcanzar la orilla
como sonámbulos pasajeros de la noche
Existe una trama
que va desde la oscura madriguera de nuestro nombre
hasta la oquedad transparente del sombrero y el asfalto
Una lámpara enterrada en un sótano
Una copa llena de noche
Algo que nos precede y nos ignora
Algo que late con un sonido sordo
en las venas ciegas del desastre
Algo que sabe a hierro pero que no es la sangre
Algo que es como la anestesia descarriada
del ímpetu
Encerrada en la habitación infinita
del calambre
aporreando el teclado de lo inhóspito
Con su máscara
de calma absoluta
que provoca el terror
prodigioso
de los rincones ignorados de la mente
cuando devoran el vértice del blanco
El ritmo de la muerte
El ritmo de la muerte
El ritmo de la muerte
Existe una cuerda
delgada impronunciable
que es la vida
y lo que pasa
cuando la vida ya no es vida
ni lenguaje ni signos
enterrados
Existe un viaje
entre el tacto y la memoria
Un instante
entre el perfume y la vejez
entre el átomo y la brisa
Existe la nada
pronunciando espasmos
despojada de caligrafía imperfecta
El esqueleto húmedo de la semilla
persiguiendo el calor y la oscuridad de las raices
La luz y aire de los frutos
De la ebriedad del impulso a la meticulosa concepción de cada cosa
existe
En nuestra mente
donde siempre es noche
Una trama
que a veces nos olvida
mientras el desgaste de las horas
nos cubre con su prodigioso velo
Y quedamos amparados entre dos mundos
flotando
inmersos
en nuestros trajes de chaqueta y baba
Una trama
que a veces nos recuerda
mientras el desgaste de la eternidad
nos hiere con su delicado reverso
Salmo
Cree en este día.
A lo mejor hoy ocurre por fin tu amanecer
o a lo mejor no,
pero debes creer en este día.
Cree en este día.
No creas en el futuro,
no creas en el pasado,
no creas en lo eterno,
sólo créete este día de hoy,
este día que comienza.
Cree en este día,
cree en tus alas, en tus manos,
pero no creas en tu alma,
no creas en tu esencia infinita,
cree en tu cuerpo,
cree en tus pulmones que respiran
y en tu sexo que se enerva,
cree en tus piernas
y deja que te lleven,
no a donde piensas que quieres ir,
sino a donde verdaderamente necesitas.
Tú eres una mente emancipada,
libre, irreductible, pura,
no creas en leyendas sobre otra vida,
no creas en leyendas sobre el karma,
no creas en leyendas sobre el alma,
no creas en leyendas sobre el yo,
esa mentira hecha de pasado y futuro,
no creas en nada.
Sólo cree en este día que ahora comienzas.
Cree en tu cuerpo
porque tu cuerpo seguro que existe.
Cree en tu corazón
porque tu corazón seguro que existe.
Cree en este día.
Debes creer en este día de hoy.
Existe el sufrimiento...
pero el placer gobierna.
Existe el sufrimiento
pero el placer
manda.
El placer dirige a los hombres por la vida.
Lo buscamos como las flores buscan la luz.
Nada hay que tienda hacia el sufrimiento.
Nada hay que culmine en el sufrimiento.
No creas en el sufrimiento.
No creas en el alma.
No creas en la muerte.
Cree en ti y en este día que comienza ahora,
y ves a buscar la felicidad
porque la vida es placer
y la causa del placer es el deseo.
Bendita espina clavada en el corazón!
Cree por una vez en ti, inténtalo,
cree en ti y en este día por una vez,
cree en ti como nunca has creído,
pero no en tu pasado ni en tu futuro
ni en tu idea de ti mismo:
cree en tu corazón y en tu piel,
inténtalo,
cree en tu deseo,
pero no en lo que crees querer
si no en lo que verdaderamente necesitas,
cree en tu deseo profundo, interior, arcano,
mántico, numinoso, inconcebible
pero presente,
no como tantos falsos dioses,
cree en este día por una vez.
Cree en ti y en este día de hoy.
Cree en este día.
Cree en tu deseo,
no reprimas, no omitas, no desoigas, no maltrates,
sólo déjate fluir,
permítete fluir,
cree en ti y en este día de hoy.
Cree en este día.
Cree en tu deseo
porque el deseo
es la luz que nos guía hacia el placer.
A lo mejor hoy ocurre por fin tu amanecer
o a lo mejor no,
pero debes creer en este día.
Cree en este día.
No creas en el futuro,
no creas en el pasado,
no creas en lo eterno,
sólo créete este día de hoy,
este día que comienza.
Cree en este día,
cree en tus alas, en tus manos,
pero no creas en tu alma,
no creas en tu esencia infinita,
cree en tu cuerpo,
cree en tus pulmones que respiran
y en tu sexo que se enerva,
cree en tus piernas
y deja que te lleven,
no a donde piensas que quieres ir,
sino a donde verdaderamente necesitas.
Tú eres una mente emancipada,
libre, irreductible, pura,
no creas en leyendas sobre otra vida,
no creas en leyendas sobre el karma,
no creas en leyendas sobre el alma,
no creas en leyendas sobre el yo,
esa mentira hecha de pasado y futuro,
no creas en nada.
Sólo cree en este día que ahora comienzas.
Cree en tu cuerpo
porque tu cuerpo seguro que existe.
Cree en tu corazón
porque tu corazón seguro que existe.
Cree en este día.
Debes creer en este día de hoy.
Existe el sufrimiento...
pero el placer gobierna.
Existe el sufrimiento
pero el placer
manda.
El placer dirige a los hombres por la vida.
Lo buscamos como las flores buscan la luz.
Nada hay que tienda hacia el sufrimiento.
Nada hay que culmine en el sufrimiento.
No creas en el sufrimiento.
No creas en el alma.
No creas en la muerte.
Cree en ti y en este día que comienza ahora,
y ves a buscar la felicidad
porque la vida es placer
y la causa del placer es el deseo.
Bendita espina clavada en el corazón!
Cree por una vez en ti, inténtalo,
cree en ti y en este día por una vez,
cree en ti como nunca has creído,
pero no en tu pasado ni en tu futuro
ni en tu idea de ti mismo:
cree en tu corazón y en tu piel,
inténtalo,
cree en tu deseo,
pero no en lo que crees querer
si no en lo que verdaderamente necesitas,
cree en tu deseo profundo, interior, arcano,
mántico, numinoso, inconcebible
pero presente,
no como tantos falsos dioses,
cree en este día por una vez.
Cree en ti y en este día de hoy.
Cree en este día.
Cree en tu deseo,
no reprimas, no omitas, no desoigas, no maltrates,
sólo déjate fluir,
permítete fluir,
cree en ti y en este día de hoy.
Cree en este día.
Cree en tu deseo
porque el deseo
es la luz que nos guía hacia el placer.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
el pathito feo.
UNO
- Camarero, camarero....Hay una mosca en mi sopa...cámbieme de filósofo enseguida.
- Le recomiendo un parménides delicioso...¿marchando?
- Sí...marchando
DOS
- Camarero, camarero...Esta sopa tiene pocos átomos...échele un poco de Dios, poco
hecho.
- Ipso facto..voilà el salero de odios...¿marchando?
- Sí...caminando...
TRES
- Sopa, sopa...este camarero tiene poca mosca ¡ Aflicción!
- Blub, blub...Enseguida le traigo otro universo...¿marchando ?
- Sí...arreando...
CUATRO
- ¡Sopa, sopa! ¡Mosca, mosca! Hay un ojo moderno, sin pupila, rodando monstruoso por
la ciudad. Me está triturando el todo-lo-posible...¡Mosca!¡Sopa! ¡huyamos al papel!
- ( mosca y sopa en coro) ¡Allá vamos! ¡Los camareros y los niños primero!
....
- Camarero, camarero....Hay una mosca en mi sopa...cámbieme de filósofo enseguida.
- Le recomiendo un parménides delicioso...¿marchando?
- Sí...marchando
DOS
- Camarero, camarero...Esta sopa tiene pocos átomos...échele un poco de Dios, poco
hecho.
- Ipso facto..voilà el salero de odios...¿marchando?
- Sí...caminando...
TRES
- Sopa, sopa...este camarero tiene poca mosca ¡ Aflicción!
- Blub, blub...Enseguida le traigo otro universo...¿marchando ?
- Sí...arreando...
CUATRO
- ¡Sopa, sopa! ¡Mosca, mosca! Hay un ojo moderno, sin pupila, rodando monstruoso por
la ciudad. Me está triturando el todo-lo-posible...¡Mosca!¡Sopa! ¡huyamos al papel!
- ( mosca y sopa en coro) ¡Allá vamos! ¡Los camareros y los niños primero!
....
jueves, 9 de septiembre de 2010
Salmo
Encontraré mi eje.
Encontraré mi eje
e identificaré mi materia primigenia.
Me situaré por fin
en mi eje
y conocere mi verdadera substancia.
Encontaré mi eje
y mi fluir será como el de las fuentes.
Y para ello
no hare nada, precísamente nada,
la cosa más difícil de hacer.
Volveré a mi eje
porque una vez
yo y mi alma
nos encontrábamos en el mismo sitio.
No se dónde está mi alma.
Es terrible. No es un poema.
Mi alma está perdida por alguna parte,
abandona mi cuerpo
y lo habita por horas a veces en las que creo despertar.
Estoy durmiendo. Prácticamente no existo.
Estoy durmiendo. Estoy durmiendo.
Y mi alma está perdida.
He perdido mi alma. He perdido mi alma.
Encontraré mi eje.
Encontraré mi eje
y conoceré mi ser verdadero.
Encontraré mi eje.
Encontraré mi ser verdadero.
Encontraré mi eje
e identificaré mi materia primigenia.
Me situaré por fin
en mi eje
y conocere mi verdadera substancia.
Encontaré mi eje
y mi fluir será como el de las fuentes.
Y para ello
no hare nada, precísamente nada,
la cosa más difícil de hacer.
Volveré a mi eje
porque una vez
yo y mi alma
nos encontrábamos en el mismo sitio.
No se dónde está mi alma.
Es terrible. No es un poema.
Mi alma está perdida por alguna parte,
abandona mi cuerpo
y lo habita por horas a veces en las que creo despertar.
Estoy durmiendo. Prácticamente no existo.
Estoy durmiendo. Estoy durmiendo.
Y mi alma está perdida.
He perdido mi alma. He perdido mi alma.
Encontraré mi eje.
Encontraré mi eje
y conoceré mi ser verdadero.
Encontraré mi eje.
Encontraré mi ser verdadero.
No me jodas
La vida es bella, buena y fácil
para aquellos a quienes la vida
les ha resultado bella, fácil y buena.
para aquellos a quienes la vida
les ha resultado bella, fácil y buena.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
La gran paja
El animal narrativo, escenificador, representador, abstracto, imitativo, imaginador, delirante, inteligente, político, rutinario, inconcluso que es el hombre-esa cuerda tendida entre dos abismos-necesita de las artes para desarrollar su vida.
El hombre canta lo mismo que un gato se lame los bigotes. Los humanos representan y conocen, igual que las arañas tejen sus telas. Es nuestra naturaleza. Una naturaleza genética y aprendida.
El acto de la creación es un parto maravilloso. El acto de la creación, es una superación del sí-mismo. El acto de la creación es una reafirmación del individuo. El acto de la creación es el paso más allá del mono humano. El acto de la creación es para el artista la verdadera vida. El momento de cerrar un círculo, de completar una esfera, es la plenitud sublime para un cerrador de círculos, para un completador de esferas.
Por esto, a menudo, entre las más altas instancias de los círculos académicos, se ha utilizado el significado de "gran paja", en argot, para referirse a la historia universal de las artes. El término ha sido tildado de escandaloso y es de mal gusto utilizarlo.
El hombre canta lo mismo que un gato se lame los bigotes. Los humanos representan y conocen, igual que las arañas tejen sus telas. Es nuestra naturaleza. Una naturaleza genética y aprendida.
El acto de la creación es un parto maravilloso. El acto de la creación, es una superación del sí-mismo. El acto de la creación es una reafirmación del individuo. El acto de la creación es el paso más allá del mono humano. El acto de la creación es para el artista la verdadera vida. El momento de cerrar un círculo, de completar una esfera, es la plenitud sublime para un cerrador de círculos, para un completador de esferas.
Por esto, a menudo, entre las más altas instancias de los círculos académicos, se ha utilizado el significado de "gran paja", en argot, para referirse a la historia universal de las artes. El término ha sido tildado de escandaloso y es de mal gusto utilizarlo.
semana rancia
Lunes
irreverencia y resignación,
Martes
olvido y numismática
Miércoles
plenitud y mediocridad
Jueves
ironía y urdidumbre
Viernes
nocturnidad y miseria
sábado
ebriedad y luminiscencia
domingo
muerte
hay un día invisible en todas las semanas
que completa el óctuple sendero,
en este día toca contemplación,
después muerte
irreverencia y resignación,
Martes
olvido y numismática
Miércoles
plenitud y mediocridad
Jueves
ironía y urdidumbre
Viernes
nocturnidad y miseria
sábado
ebriedad y luminiscencia
domingo
muerte
hay un día invisible en todas las semanas
que completa el óctuple sendero,
en este día toca contemplación,
después muerte
lunes, 6 de septiembre de 2010
Calendario clueco
Enero
sillas de barro y fuego cocido bajo la nieve
Febrero
niebla de lana y zapatos de escarcha
Marzo
Cola herida de zorro moneda líquida del minuto
Abril
Lluvia estremecida de cristal cementerio vegetal preñado contra la savia
Mayo
Pétalo de guirnalda y erótica morada de lo verde
Junio
Sol mendigo de balcones y tablaos giratorios por la brisa
Julio
Mazmorra de arena y espuma Júbilo de la sangre y la alegría del cielo
Agosto
Corazón del carmín botella volcánica de los heridos
Septiembre
Regreso de lo triste ceniza seductora del desencanto
Octubre
Ocre tugurio de la nube y del tejado marchito de las candelas
Noviembre
Guillotina de la nieve rocío exacto de la campana
Diciembre
Estación última de las canciones ebrias del llanto
sillas de barro y fuego cocido bajo la nieve
Febrero
niebla de lana y zapatos de escarcha
Marzo
Cola herida de zorro moneda líquida del minuto
Abril
Lluvia estremecida de cristal cementerio vegetal preñado contra la savia
Mayo
Pétalo de guirnalda y erótica morada de lo verde
Junio
Sol mendigo de balcones y tablaos giratorios por la brisa
Julio
Mazmorra de arena y espuma Júbilo de la sangre y la alegría del cielo
Agosto
Corazón del carmín botella volcánica de los heridos
Septiembre
Regreso de lo triste ceniza seductora del desencanto
Octubre
Ocre tugurio de la nube y del tejado marchito de las candelas
Noviembre
Guillotina de la nieve rocío exacto de la campana
Diciembre
Estación última de las canciones ebrias del llanto
Al camarero más elegante del submundo
Camarero
Póngame una copa que contenga el mundo
Me quiero beber el oceáno
con todos los peces dentro
buceando
entre los cabellos del circo de la arena
y de la sangre
Me quiero beber todos los cementerios
todas las tumbas
una a una
con todos los nombres inscritos sobre la piedra
Y fumáre hierba
mientras tanto
de prados libres
y desquiciantes plantas
por donde cabalgue libre la tragedia
hasta dejar mis pulmones vacios
esparcidos por toda la tierra
Quedarán colgando
como dos trapecistas mudos
y yo dejaré mi cuerpo apuntalando la barra de tu universo
entero
Pero antes
Por favor
camarero
Póngame
una copa que contenga los juegos eléctricos de la infancia
y los libros no escritos en las jaulas de lo conceptual
Una copa que conciba el cero
una copa que oculte todas las joyas que guardan las zorras en su guarida
y los mercadillos donde los enanos imitan
los reverberantes sonidos de la jungla
Póngame una copa
que encierre todos los edificios que las hormigas han levantado
bajo la dictadura solar de los imanes
y las piedras preciosas
de los esclavos
Una copa
Una copa ciega
de cristal
ciego
Con toda la quincalla de los museos
y sus pasillos asfixiantes
Una copa con todos los actores y los músicos muertos
del mundo
cantando
flotando en las delicias
de ese alcohol
de noche y más noche y desierto
Póngame una copa
llena de astros y naipes
de hielos y volcanes
enardecidos
Una copa que estruje mi paladar
y queme mi exófago de ilusionista
por dentro
Una copa
que me queme
señor
sólo de trinos y muebles y espejos
sumergidos
Una copa
de nieve
y almendras y ruedas de cuchillo giratorio
sepultada
Una copa
donde los caballos se ahoguen
y las máquinas de escribir no sirvan para nada
Una copa
donde los gatos copulen
con ovillos de trama
y los quesos y las ratas y los azulejos del orfebre ajedrez
multiplen el número de las cosas
Una copa que contenga todos los senderos
y ninguno
"Una copa donde los precipicios
se abran al amor y a la nada
que son el mismo reino
y una misma morada
para los vigilantes de estrellas
cuando apagan su calada"
Una copa de aquelarres
y asesinos
de perseguidores y ajusticiados
Que inscriba dentro de su perfección
las hipotesis de la física
y el algoritmo charcutero
Una copa de tren nocturno e interminable guateque
con todos sus pasajeros dentro
con sus idiomas y con sus leyes y con sus listines teléfonicos confundidos
Una copa
camarero
chapa y estruendo
que me arrastre
con el ímpetu de las olas
y los monasterios apartados
de las cúpulas
diminutas de las capitales de los pecados
Una copa de nubes frías
Tejados de extranjería
vientos de metal y cuerdas de ahorcado
Elefantes de oriente y fichas de mármol deslizándose por un tablero de perrera viciada
Una copa dibujada
en el horizonte de mi frente partida
Una copa
camarero
la ando buscando por la noche
La copa
esa copa de todos aquellos marineros que encontraron la paz de las profundidades
y sus tesoros ocultos
Una copa
entera
redonda
exacta
Para que las manecillas de mi corazón remen hacia el ocaso
de la inmanencia
es mi particular chiste
mi sólo número
Una copa que me permita acariciar el sol
y desplomarme por las calles
cubierto de cienaga de oro y algas
Póngame una copa que contenga el mundo
Me quiero beber el oceáno
con todos los peces dentro
buceando
entre los cabellos del circo de la arena
y de la sangre
Me quiero beber todos los cementerios
todas las tumbas
una a una
con todos los nombres inscritos sobre la piedra
Y fumáre hierba
mientras tanto
de prados libres
y desquiciantes plantas
por donde cabalgue libre la tragedia
hasta dejar mis pulmones vacios
esparcidos por toda la tierra
Quedarán colgando
como dos trapecistas mudos
y yo dejaré mi cuerpo apuntalando la barra de tu universo
entero
Pero antes
Por favor
camarero
Póngame
una copa que contenga los juegos eléctricos de la infancia
y los libros no escritos en las jaulas de lo conceptual
Una copa que conciba el cero
una copa que oculte todas las joyas que guardan las zorras en su guarida
y los mercadillos donde los enanos imitan
los reverberantes sonidos de la jungla
Póngame una copa
que encierre todos los edificios que las hormigas han levantado
bajo la dictadura solar de los imanes
y las piedras preciosas
de los esclavos
Una copa
Una copa ciega
de cristal
ciego
Con toda la quincalla de los museos
y sus pasillos asfixiantes
Una copa con todos los actores y los músicos muertos
del mundo
cantando
flotando en las delicias
de ese alcohol
de noche y más noche y desierto
Póngame una copa
llena de astros y naipes
de hielos y volcanes
enardecidos
Una copa que estruje mi paladar
y queme mi exófago de ilusionista
por dentro
Una copa
que me queme
señor
sólo de trinos y muebles y espejos
sumergidos
Una copa
de nieve
y almendras y ruedas de cuchillo giratorio
sepultada
Una copa
donde los caballos se ahoguen
y las máquinas de escribir no sirvan para nada
Una copa
donde los gatos copulen
con ovillos de trama
y los quesos y las ratas y los azulejos del orfebre ajedrez
multiplen el número de las cosas
Una copa que contenga todos los senderos
y ninguno
"Una copa donde los precipicios
se abran al amor y a la nada
que son el mismo reino
y una misma morada
para los vigilantes de estrellas
cuando apagan su calada"
Una copa de aquelarres
y asesinos
de perseguidores y ajusticiados
Que inscriba dentro de su perfección
las hipotesis de la física
y el algoritmo charcutero
Una copa de tren nocturno e interminable guateque
con todos sus pasajeros dentro
con sus idiomas y con sus leyes y con sus listines teléfonicos confundidos
Una copa
camarero
chapa y estruendo
que me arrastre
con el ímpetu de las olas
y los monasterios apartados
de las cúpulas
diminutas de las capitales de los pecados
Una copa de nubes frías
Tejados de extranjería
vientos de metal y cuerdas de ahorcado
Elefantes de oriente y fichas de mármol deslizándose por un tablero de perrera viciada
Una copa dibujada
en el horizonte de mi frente partida
Una copa
camarero
la ando buscando por la noche
La copa
esa copa de todos aquellos marineros que encontraron la paz de las profundidades
y sus tesoros ocultos
Una copa
entera
redonda
exacta
Para que las manecillas de mi corazón remen hacia el ocaso
de la inmanencia
es mi particular chiste
mi sólo número
Una copa que me permita acariciar el sol
y desplomarme por las calles
cubierto de cienaga de oro y algas
El ladrón de botellas
Las calles blancas de la noche
quiebran la mansedumbre de los espejos deslizantes
La quietud de una manada de latidos muertos en el parque
Yo subo las escaleras sin luz
de un antiguo apartamento
Y con la llave verde de los pantanos
abro la puerta de tu casa
La puerta cede con un leve gemido de cera ardiente
Mientras me deslizo como un guante de esmeralda
a través del laberinto de tu mente dormida
para más tarde robar las botellas de alcohol de tu cálido y polvoriento mini.bar
Mi rabo duro
se mueve entre las plantas de tu balcón
y las empapeladas paredes de tu apartamento
Mi rabo de punta
Mi rabo imantado
cargado de vía láctea y susurros y colmillos
La madrugada es una antigua máscara
enterrada en el cielo oscuro
del tiempo
Yo escarbo con copas repletas de pálido oro
los tesoros olvidados de los hombres
Sólo bebo sangre
Al lado de tu mente sumergida
mientras el tejido fluorescente de la luna
construye un puente de agua
que me lleva a tu vientre líquido
Allí cuento los tesoros
Allí ardo envuelto en llamas
mientras lloro
de felicidad
por todas las bonitas cosas que se lleva el río
Dando círculos
Allí
al lado de tu cuerpo caliente
y todos los latidos de tu cuerpo desnudo
Hasta que vuelvo a calzar mis botas
y me protejo del viento con tristes harapos
y fastuosos disfraces de perro
Mi enorme cabeza de animal atávico
enguñe mi cabeza de mitad hombre
Mi enorme cabeza de barro
Con cuernos y pico
De ojos blancos
y candelabro rígido
Amor
Mi rabo es una escalera negra y callada
que desciende reptando hasta alcanzar de nuevo la calle
Y de nuevo la calle
muerta
vacía
bajo el acero y el cemento de los sueños grises del malecón
quiebran la mansedumbre de los espejos deslizantes
La quietud de una manada de latidos muertos en el parque
Yo subo las escaleras sin luz
de un antiguo apartamento
Y con la llave verde de los pantanos
abro la puerta de tu casa
La puerta cede con un leve gemido de cera ardiente
Mientras me deslizo como un guante de esmeralda
a través del laberinto de tu mente dormida
para más tarde robar las botellas de alcohol de tu cálido y polvoriento mini.bar
Mi rabo duro
se mueve entre las plantas de tu balcón
y las empapeladas paredes de tu apartamento
Mi rabo de punta
Mi rabo imantado
cargado de vía láctea y susurros y colmillos
La madrugada es una antigua máscara
enterrada en el cielo oscuro
del tiempo
Yo escarbo con copas repletas de pálido oro
los tesoros olvidados de los hombres
Sólo bebo sangre
Al lado de tu mente sumergida
mientras el tejido fluorescente de la luna
construye un puente de agua
que me lleva a tu vientre líquido
Allí cuento los tesoros
Allí ardo envuelto en llamas
mientras lloro
de felicidad
por todas las bonitas cosas que se lleva el río
Dando círculos
Allí
al lado de tu cuerpo caliente
y todos los latidos de tu cuerpo desnudo
Hasta que vuelvo a calzar mis botas
y me protejo del viento con tristes harapos
y fastuosos disfraces de perro
Mi enorme cabeza de animal atávico
enguñe mi cabeza de mitad hombre
Mi enorme cabeza de barro
Con cuernos y pico
De ojos blancos
y candelabro rígido
Amor
Mi rabo es una escalera negra y callada
que desciende reptando hasta alcanzar de nuevo la calle
Y de nuevo la calle
muerta
vacía
bajo el acero y el cemento de los sueños grises del malecón
domingo, 5 de septiembre de 2010
Solo bajo la luna
Mi noche está tan vacía
que sólo estamos la luna y yo.
Sólo estamos los tres: la luna y yo.
Somos tres: la luna y yo.
Mi noche está tan vacía
que sólo estamos la luna y yo,
la luna de los poemas.
Somos tres, la luna y yo.
La vida no existe.
La vida no existe.
La vida no existe
y también mi jardín es una cárcel
y se ha escapado para siempre
el caballito de pan que volaba.
Tan vacía está mi noche entera
que sólo estamos los tres: la luna y yo.
La luna de los poemas.
La luna invisible de los laberintos.
La luna inmunda.
La luna oculta.
La luna prostituta de las canciones.
La vida no existe.
La vida no existe.
La vida no existe.
La vida no existe
y la noche está tan vacía
que estamos los tres solos: la luna y yo.
La luna que se esconde detrás de los tejados.
La luna intocable de mármol acariciado.
La luna incontestable de los puertos.
La luna inservible de las prisiones.
La luna innecesaria de las bibliotecas.
La luna inventada de las novelas.
La luna de jazmín marchito,
la luna de dientes de muertos,
la luna de dientes de niños,
la luna de dientes de mujeres,
la luna de dientes,
la luna que miente,
la luna de cartón de los teatros,
la luna falsa de los sábados,
la luna muerta de cada primavera,
la luna colgada de los barrancos,
la luna insolente de los balcones,
la luna falaz de las terrazas,
la luna rancia que se divisa desde los miradores,
la luna disfrazada de los callejones,
la luna imbécil de las canciones,
la luna suicida de los puentes,
la luna prohibida de los orfanatos,
la luna irreverente de los prostíbulos,
la luna concluida,
la luna errante,
la luna sucia de los vertederos,
la luna huida de los parques,
la luna absoluta de los mapas,
la luna irresoluble de las pizarras,
la luna misteriosa de los cuadros,
la luna sumergida de las alcantarillas,
la luna impronunciable de todas las cosas,
la luna-subterfugio de las chimeneas,
la luna-cachivache de los automóviles,
la luna-llavero, la luna-copa,
la luna-oso, la luna-río,
la luna-piedra, la luna-ojo,
la luna encarcelada,
la luna prohibida,
la luna-espejo, la luna-pez,
sobre mi frente
y nada más.
Sólamente la luna innoble de la madrugada,
la luna transitada de milenios,
la luna imposible para las aceras,
la luna desenterrada,
la luna amarga,
la luna-antídoto, la luna-veneno,
la luna esculpida,
la luna desnacida,
la luna increada,
la luna resuelta,
la luna sorda,
la luna absurda,
la luna-triángulo,
la luna-tirabuzón,
la luna de la parada de autobús,
la luna-pie,
la luna desquiciante de las cabras,
la luna invisible de las cuevas,
la luna que dibujó su cuerpo de marfil sobre la noche,
la luna que quiso soñar su viaje alrededor de nosotros,
la luna que trazó su rumbo sobre los restos de nuestras esperanzas,
la luna que estalló infinita dentro de tus ojos al mirarte,
la luna que invadió los campos y asoló la tierra,
la luna que se bebió el mar,
la luna inmensa, la luna enorme.
Mi noche está tan vacía
que estamos solos los tres: la luna y yo.
La vida no existe.
La vida no existe.
La vida no existe.
La vida no existe.
Sólo existe esta luna de cartón.
La vida es mentira.
La vida es mentira.
La vida es mentira.
Sólo es verdadera
esta luna falsa
que cuelga del telón negro.
Soy un cadáver
vagando por un jardín de madrugada.
La vida no existe.
La vida es mentira.
Por eso tiene que existir allá arriba
la luna hermosa e intocable:
para dar un poco de ambiente
a toda esta pantomima.
que sólo estamos la luna y yo.
Sólo estamos los tres: la luna y yo.
Somos tres: la luna y yo.
Mi noche está tan vacía
que sólo estamos la luna y yo,
la luna de los poemas.
Somos tres, la luna y yo.
La vida no existe.
La vida no existe.
La vida no existe
y también mi jardín es una cárcel
y se ha escapado para siempre
el caballito de pan que volaba.
Tan vacía está mi noche entera
que sólo estamos los tres: la luna y yo.
La luna de los poemas.
La luna invisible de los laberintos.
La luna inmunda.
La luna oculta.
La luna prostituta de las canciones.
La vida no existe.
La vida no existe.
La vida no existe.
La vida no existe
y la noche está tan vacía
que estamos los tres solos: la luna y yo.
La luna que se esconde detrás de los tejados.
La luna intocable de mármol acariciado.
La luna incontestable de los puertos.
La luna inservible de las prisiones.
La luna innecesaria de las bibliotecas.
La luna inventada de las novelas.
La luna de jazmín marchito,
la luna de dientes de muertos,
la luna de dientes de niños,
la luna de dientes de mujeres,
la luna de dientes,
la luna que miente,
la luna de cartón de los teatros,
la luna falsa de los sábados,
la luna muerta de cada primavera,
la luna colgada de los barrancos,
la luna insolente de los balcones,
la luna falaz de las terrazas,
la luna rancia que se divisa desde los miradores,
la luna disfrazada de los callejones,
la luna imbécil de las canciones,
la luna suicida de los puentes,
la luna prohibida de los orfanatos,
la luna irreverente de los prostíbulos,
la luna concluida,
la luna errante,
la luna sucia de los vertederos,
la luna huida de los parques,
la luna absoluta de los mapas,
la luna irresoluble de las pizarras,
la luna misteriosa de los cuadros,
la luna sumergida de las alcantarillas,
la luna impronunciable de todas las cosas,
la luna-subterfugio de las chimeneas,
la luna-cachivache de los automóviles,
la luna-llavero, la luna-copa,
la luna-oso, la luna-río,
la luna-piedra, la luna-ojo,
la luna encarcelada,
la luna prohibida,
la luna-espejo, la luna-pez,
sobre mi frente
y nada más.
Sólamente la luna innoble de la madrugada,
la luna transitada de milenios,
la luna imposible para las aceras,
la luna desenterrada,
la luna amarga,
la luna-antídoto, la luna-veneno,
la luna esculpida,
la luna desnacida,
la luna increada,
la luna resuelta,
la luna sorda,
la luna absurda,
la luna-triángulo,
la luna-tirabuzón,
la luna de la parada de autobús,
la luna-pie,
la luna desquiciante de las cabras,
la luna invisible de las cuevas,
la luna que dibujó su cuerpo de marfil sobre la noche,
la luna que quiso soñar su viaje alrededor de nosotros,
la luna que trazó su rumbo sobre los restos de nuestras esperanzas,
la luna que estalló infinita dentro de tus ojos al mirarte,
la luna que invadió los campos y asoló la tierra,
la luna que se bebió el mar,
la luna inmensa, la luna enorme.
Mi noche está tan vacía
que estamos solos los tres: la luna y yo.
La vida no existe.
La vida no existe.
La vida no existe.
La vida no existe.
Sólo existe esta luna de cartón.
La vida es mentira.
La vida es mentira.
La vida es mentira.
Sólo es verdadera
esta luna falsa
que cuelga del telón negro.
Soy un cadáver
vagando por un jardín de madrugada.
La vida no existe.
La vida es mentira.
Por eso tiene que existir allá arriba
la luna hermosa e intocable:
para dar un poco de ambiente
a toda esta pantomima.
Canciones de chatarra y vertedero
La tenue curva de cristal acoge nuestra respiración
en el tranquilo hogar de los sumergidos
Alli
Dentro
Las puertas secretas se mecen con el sonido
de una cumbre intacta e íntima
que todo lo cubre y oculta
Yo soy el fuego que circula por las habitaciones
El rumbo desconocido de los extranjeros sueños
que galopan por la salvaje dimensión de lo invisible
Silbando
Mi mente
y mis cabellos bailan mecidos por la tierna demencia de los reinos de la gracia
y los prismas extraviados
Con campanas al cuello
y brillos lejanos
y briznas de niebla acuciante
y ventanas encendidas
a lo lejos
El cielo flota
poseído por una absoluta calma
que nos ignora y nos acoge en su profundo silencio
El cielo arde
y me tumbo sobre la arena
para atravesar la vida con mi paladar de emancipado
porque la reverberación sinuosa de lo nítido
nos otorga un esqueleto cubierto de nieve
y un pasaporte en la deshabitada posada de los truenos
y los relámpagos
nos espera
abierto
junto a cada despertar
Y mientras los rastros imperceptibles
de nuestra mente inmaculada
sigan perdidos
habrá un noche para ti
y un sueño reparador
sabrá guiarte dulcemente a través de la refrescante sombra
La madera negra de nuestros párpados
continuará girando alrededor de los latidos y la música
Y la llama de la vela danzara
ebria en las tabernas de lo insólito
Y podreís sentir en vuestro pequeño corazón
al abismo
llamaros por vuestro propio nombre
Ebrios
al sol
El viento acaricia la hierba
La espuma de las olas toca con sus dedos de amargura insondable
las terminaciones nerviosas de un cuerpo desnudo y joven
El cálido hogar
nos atiende
Allí donde el amor se disuelve en cristalinas copas
cargadas de olvido y errancia
Y breves partituras manchadas de vino
El cálido hogar es nuestro
Allí donde el amor dibuja las siluetas
de nuestros cuerpos entregados
bajo la melodía refrescante de las sábanas y el lento gemido
de cada orgasmo
Ahora
Me siento poderoso
Al poder caminar descalzo sobre el delgado perfume de mi corona
Ya no siento
tanto miedo
cuando me asomo al vértigo de los rugidos
y las torpes trampas
de los hombres
Lss cuerdas congeladas de mi mente
se estremecen
unidas al mundo
y celebran con intensidad sonora
su caudal acelerado
Voy derramando también mi música
Esa música
que no es mía
ni tuya ni de los árboles ni de los trenes ni de los descampados y las periferias por donde los jinetes empapados de lluvia golpean sartenes con sus dientes y sus sombreros de plata
tampoco es de los tacones de mis botas
ni del eco de las calles
Tan sólo dejo que me posea
y me habite
Todas esas cabezas azules cuelgan de las estrellas
y puedo oirlas girar sobre sus goznes
mientras camino por entre los huecos
y los aires
hasta que se encarnan en frutos
desprendidos de una rama
planteando acróbaticas preguntas
y es lúdico
y terrorífico
vivir desmembrado
aprisionado entre las fauces del temor
como animal herido por la bala intangible
de la mañana
Que como una alcoba brillantemente ocupada
visita los pomos y las esquinas y los escondites de toda soledad
Eludiendo las citas y el ritmo de las horas
confundiendo la profesión con el hueso tallado
de las derrotas
Manteniendo mi cordura a flote
en equilibrio
sostenida con delicada y efímera constancia
entre los pétalos
y los ladridos del jardín infinito de su templo
Su alma se hunde en mis manos y soy ciego
y llora y tiembla a mi lado
pero yo la arropo
y le susurro dulces palabras de ardor
mientras una nave cruza
la oscura ceniza del cielo
la ardiente plegaria de la tierra
en el tranquilo hogar de los sumergidos
Alli
Dentro
Las puertas secretas se mecen con el sonido
de una cumbre intacta e íntima
que todo lo cubre y oculta
Yo soy el fuego que circula por las habitaciones
El rumbo desconocido de los extranjeros sueños
que galopan por la salvaje dimensión de lo invisible
Silbando
Mi mente
y mis cabellos bailan mecidos por la tierna demencia de los reinos de la gracia
y los prismas extraviados
Con campanas al cuello
y brillos lejanos
y briznas de niebla acuciante
y ventanas encendidas
a lo lejos
El cielo flota
poseído por una absoluta calma
que nos ignora y nos acoge en su profundo silencio
El cielo arde
y me tumbo sobre la arena
para atravesar la vida con mi paladar de emancipado
porque la reverberación sinuosa de lo nítido
nos otorga un esqueleto cubierto de nieve
y un pasaporte en la deshabitada posada de los truenos
y los relámpagos
nos espera
abierto
junto a cada despertar
Y mientras los rastros imperceptibles
de nuestra mente inmaculada
sigan perdidos
habrá un noche para ti
y un sueño reparador
sabrá guiarte dulcemente a través de la refrescante sombra
La madera negra de nuestros párpados
continuará girando alrededor de los latidos y la música
Y la llama de la vela danzara
ebria en las tabernas de lo insólito
Y podreís sentir en vuestro pequeño corazón
al abismo
llamaros por vuestro propio nombre
Ebrios
al sol
El viento acaricia la hierba
La espuma de las olas toca con sus dedos de amargura insondable
las terminaciones nerviosas de un cuerpo desnudo y joven
El cálido hogar
nos atiende
Allí donde el amor se disuelve en cristalinas copas
cargadas de olvido y errancia
Y breves partituras manchadas de vino
El cálido hogar es nuestro
Allí donde el amor dibuja las siluetas
de nuestros cuerpos entregados
bajo la melodía refrescante de las sábanas y el lento gemido
de cada orgasmo
Ahora
Me siento poderoso
Al poder caminar descalzo sobre el delgado perfume de mi corona
Ya no siento
tanto miedo
cuando me asomo al vértigo de los rugidos
y las torpes trampas
de los hombres
Lss cuerdas congeladas de mi mente
se estremecen
unidas al mundo
y celebran con intensidad sonora
su caudal acelerado
Voy derramando también mi música
Esa música
que no es mía
ni tuya ni de los árboles ni de los trenes ni de los descampados y las periferias por donde los jinetes empapados de lluvia golpean sartenes con sus dientes y sus sombreros de plata
tampoco es de los tacones de mis botas
ni del eco de las calles
Tan sólo dejo que me posea
y me habite
Todas esas cabezas azules cuelgan de las estrellas
y puedo oirlas girar sobre sus goznes
mientras camino por entre los huecos
y los aires
hasta que se encarnan en frutos
desprendidos de una rama
planteando acróbaticas preguntas
y es lúdico
y terrorífico
vivir desmembrado
aprisionado entre las fauces del temor
como animal herido por la bala intangible
de la mañana
Que como una alcoba brillantemente ocupada
visita los pomos y las esquinas y los escondites de toda soledad
Eludiendo las citas y el ritmo de las horas
confundiendo la profesión con el hueso tallado
de las derrotas
Manteniendo mi cordura a flote
en equilibrio
sostenida con delicada y efímera constancia
entre los pétalos
y los ladridos del jardín infinito de su templo
Su alma se hunde en mis manos y soy ciego
y llora y tiembla a mi lado
pero yo la arropo
y le susurro dulces palabras de ardor
mientras una nave cruza
la oscura ceniza del cielo
la ardiente plegaria de la tierra
sábado, 4 de septiembre de 2010
Tirant lo trobador.-"L'ordre de caça i cerca"
Açò va anar i era el primer cop que Tirant lo trobador entrá en la ciutat de Valencia i vegué llurs murs de pedra afaiçonada pel temps. "El mon es ple de mons", va dir quan va veure els nombrossos carrers i racons, que semblaven no tindre fi.
La urbs feia una olor a flor pansida, a creilla podrida, una inmensa pudor que fou la seua primera impresió quan començà a acostar-s'hi. Tirant en prefería el camp. Li sobtaren els pidulaires plens de nafres, que remenaven entre la brossa, com si la ciutat fora un poble multiplicat. "Tots pareixen el mateix pidulare del mateix poble", va pensar quan els va veure demanar almoina, aginollats a les voreres.
Aleshores la seua fama ja havia arribat fins l'oïda del rei, qui en conegué de la seua arribada i va enviar a cent dels seus homes a buscar-lo. El van trobar a la llotja del peix, mirant-se, molt sorprés, les figuretes de pedra que forniquen. El reconegueren perque duia amb ell un laúd i una cabra.
De mol bon humor, i molt afalagat pel fet de que el rei demanés per ell, en Tirant acompanyá als soldats. Arribaren a palau, on els va rebre el conseller personal de sa majestat, que es mirá el Tirant amb desconfiança, com si fora un dimoni, i li va dir, abans que res, que "l'animal de ramat" s'havia de quedar fora. Tirant s'hi negá:"Abans preferisc ser penjat pel coll d'una corda, que abandonar a la meua familia en mig d'un lloc tan extrany".
El conseller del rei no s'hi volgué oposar, per no contrariar els desitjos del rei i per que mirava als ulls a Tirant i sabía que aquell home boig i prim com un gos famolenc era capaç de qualsevol cosa, fins i tot de deixar-se la vida, per tal de no separar-se de la seua maleída cabra, amb eixe posat esmolat que feia el seu nas de bec d'águila.
Aquesta fou la primera vegada que una cabra va entrar al palau d'un rei. Tirant recorregué una catifa roja fins el tro reial, amb la cabra a un costat i el laud a l'esquena. El rei s'aixecá del seu seient daurat i li parlà així:
-Misteriós Tirant, jo i els meus leials subdits som coneixedors del do del que els deus et feren poseïdor, i hem sentit les teues cançons i hem ballat al seu ritme. Li oferisc, senyor, que siga vosté music de la meua cort.
-Majestat-li respongué Tirant-es un honor altísim per a mi servir-lo, i un home com jo, que soc no mes que un rodamon, no tinc paraules per agrair-li aquesta oferta tan generossa, i ara mes que mai, em penedisc d'haver portat aquesta cabra inferior i grollera a palau, i li pregue que em disculpe. Deixe que me la en-duga a fora, que en el carrer de la palla el meu cosi te un estable i se'n fará cárrec.
-D'acord, Tirant, d'acord-li digué el rei-fes el que hages de fer si aixó tant et preocupa i torna aviat per a que pugam començar a gaudir del teu laud.
-Quede molt agraít, no no mes per la generossitat sino per la comprensió de sa majestat. Deixe´m voste acomiadar-me de la meua familia i tornaré de seguida, per a començar la meua nova vida en aquest jorn assenyalat.
Eixí caminant, igual que va entrar, amb el laud a l'esquena i la cabra a un costat, xafant amb els peus descalços la catifa roja. Al carrer de la palla no hi havia cap estable. Tothom va coneixer el succés. Tirant mai no va tornar a palau i el rei s'emprenyá i va posar preu al seu cap. Des d'aleshores es va amagar als boscos i agafá el costum de mossegar branques de fenoll.
La urbs feia una olor a flor pansida, a creilla podrida, una inmensa pudor que fou la seua primera impresió quan començà a acostar-s'hi. Tirant en prefería el camp. Li sobtaren els pidulaires plens de nafres, que remenaven entre la brossa, com si la ciutat fora un poble multiplicat. "Tots pareixen el mateix pidulare del mateix poble", va pensar quan els va veure demanar almoina, aginollats a les voreres.
Aleshores la seua fama ja havia arribat fins l'oïda del rei, qui en conegué de la seua arribada i va enviar a cent dels seus homes a buscar-lo. El van trobar a la llotja del peix, mirant-se, molt sorprés, les figuretes de pedra que forniquen. El reconegueren perque duia amb ell un laúd i una cabra.
De mol bon humor, i molt afalagat pel fet de que el rei demanés per ell, en Tirant acompanyá als soldats. Arribaren a palau, on els va rebre el conseller personal de sa majestat, que es mirá el Tirant amb desconfiança, com si fora un dimoni, i li va dir, abans que res, que "l'animal de ramat" s'havia de quedar fora. Tirant s'hi negá:"Abans preferisc ser penjat pel coll d'una corda, que abandonar a la meua familia en mig d'un lloc tan extrany".
El conseller del rei no s'hi volgué oposar, per no contrariar els desitjos del rei i per que mirava als ulls a Tirant i sabía que aquell home boig i prim com un gos famolenc era capaç de qualsevol cosa, fins i tot de deixar-se la vida, per tal de no separar-se de la seua maleída cabra, amb eixe posat esmolat que feia el seu nas de bec d'águila.
Aquesta fou la primera vegada que una cabra va entrar al palau d'un rei. Tirant recorregué una catifa roja fins el tro reial, amb la cabra a un costat i el laud a l'esquena. El rei s'aixecá del seu seient daurat i li parlà així:
-Misteriós Tirant, jo i els meus leials subdits som coneixedors del do del que els deus et feren poseïdor, i hem sentit les teues cançons i hem ballat al seu ritme. Li oferisc, senyor, que siga vosté music de la meua cort.
-Majestat-li respongué Tirant-es un honor altísim per a mi servir-lo, i un home com jo, que soc no mes que un rodamon, no tinc paraules per agrair-li aquesta oferta tan generossa, i ara mes que mai, em penedisc d'haver portat aquesta cabra inferior i grollera a palau, i li pregue que em disculpe. Deixe que me la en-duga a fora, que en el carrer de la palla el meu cosi te un estable i se'n fará cárrec.
-D'acord, Tirant, d'acord-li digué el rei-fes el que hages de fer si aixó tant et preocupa i torna aviat per a que pugam començar a gaudir del teu laud.
-Quede molt agraít, no no mes per la generossitat sino per la comprensió de sa majestat. Deixe´m voste acomiadar-me de la meua familia i tornaré de seguida, per a començar la meua nova vida en aquest jorn assenyalat.
Eixí caminant, igual que va entrar, amb el laud a l'esquena i la cabra a un costat, xafant amb els peus descalços la catifa roja. Al carrer de la palla no hi havia cap estable. Tothom va coneixer el succés. Tirant mai no va tornar a palau i el rei s'emprenyá i va posar preu al seu cap. Des d'aleshores es va amagar als boscos i agafá el costum de mossegar branques de fenoll.
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