lunes, 20 de septiembre de 2010

AHSGTD YBSV UNKSKY

Ola lluvia suburbial
tecla sombrero
de Bernard Traven quejumbre
sol nadie supo decirme nada de su vida -La nave de los muertos
marciano azul
pelota lumbre enredadera de las costillas
rotas
Trópico del infierno rosa Pástel de uñas de muerto
y colores llameantes Ticket de metro
poliedro los doctores aseguran que viví en Paris durante los cinco años que estuve en coma.
Pero yo no lo recuerdo, Dostoievski "Amapola de los suburbios" Columnas vertebrales del hielo
persiguiendo a Jack London con un cuchillo verde vejiga a través de las espigas de trigo y carruajes del sueño elucubrando el blues de los algodones
y las cadenas de la ginebra perdida.

Para beber café con la emperatriz de lo cotidiano

Maiakovski ronronenado alrededor de los muebles con su pijama de rayas y su cola de cucurucho imantado, gracias a Teleman escucho los violines electricos de Mauritania
escarbando en mi pecho. Porque los caimanes también tienen derecho a morder mi corazón.

Pero no es 2001 y el comandante Tom no puede ser feliz en los ascensores de la heroína así que permíteme también que la luz el gato la radio el silbido
de los satelites entren por mis pulmones de hojalata

El óxido de las sábanas llega con las nubes preñadas de R. M. Rilke "pájaro de los petardos y las estrellas ebrias
de tu sexo"

En la cornisa de mi pensamiento - Cioran esta muerto-
Ocho niños han nacido en la palma de mi mano al pensar en ti.

He escuchado a Picasso tocar la guitarra dentro de mi vientre. Fue increíble.

Bájate las faldas súbete la lascivia podremos alcanzar el trampolín de los suicidas
humeantes.

Yo soy el árbol encendido de los patios antiguos. Con la llave de mi corazón se abren las piernas de los encuentros.

La tarde en la que Nieztsche montó a caballo tenía seis años. Yo no había nacido. Pero me dijo que fue el día más feliz de su vida.

Por eso anoche los agentes del orden se cosieron una cremallera en los labios.

Mientras abría el sarcófago de los mosquitos del caribe observé que mi coche tiene el rostro de los que han visto la mecánica de cerca. A punto de robarles el kilometraje, las praderas huyen despavoridas ante la velocidad
y los secarrales de un paisaje ácido corren envueltos en pañuelos de gasolina flotante.

A propósito
Bowie me entrevistó anoche. Llevaba un traje de lentejuelas y tachuelas de paraiso entre los dientes. Era cegador. Un rastro de carmín le cruzaba el silencio.- Me habló de Marte y de las ganas que tenía de acariciarte cuando te duchas sólo en tu apartamento deprimente. Las plantas se curvan por las autopistas del cenicero. Canta cuando sufras por la nada. Canta. Yo he consumido tres paquetes de ansia por descubrir el vértice de tus recuerdos y ahora soy feliz. Espuma y sol para los que han perdido su carnet de identidad en los baños de la noche.

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