He venido a despertar
en el lecho caliente de la vida
A hundir mis manos en sangre
tras los rastros del perfume y el amor encendido
de las tiernas sombras
He venido a despertar en pedazos
donde crecen los besos y las penas
donde las enredaderas de los suspiros hirientes
cruzan la desértica hacienda
de mi ser
sobre el lecho
tomado por los trinos
y la locura
He venido a desayunar
pan y ajo y tomate
y a trabajar con las manos mi desvelo
He venido a estudiar las formas de la belleza
y el horror
a trabajar con mis propias manos la consistencia de mis propios recuerdos
He venido a sorber café
frente al patio de los hombres
He venido
He venido a dar vueltas con un lápiz
por los laberintos de la mente
que sueña el laberinto
de sangre de sudor y polvo
soy
tu hijo
Por eso he venido a rascar la guitarra
y las pozas oscuras del viento
de las playas derribadas
que surcan todas las arrugas de mi cara
y taberna
Por eso amo las casas de cal
que levanta la aurora hacia el precipicio
de las matrices y los úteros salvajes
enterrados en los mares oscuros
de la partida
Los azules espectrales y los blancos iniciales de los posos
La herrumbre y el salitre
donde se conjuga el gancho con la ternura de los asesinos
porque me duele la cicatriz que tu corazón me dejó
como un mordisco
mediterráneo
Porque en mi cabeza crujen las puertas de los marineros
y parten las naves de los embusteros jugadores
que conciben la vida como un juego de lágrimas y métales hermosos
letales rincones de la ceguera que palpan mi cuerpo sediento
cuando estoy roto en mitad de la espuma
cuando golpeo con mi frente el yunque de la foresta
la lava palpable de los volcanes y los escotes
de asfalto y madrugada
llena
La cruz verdosa de las serpientes y la salud tomada de los pueblos
bajo el totalitario encierro
He venido porque me duele la esquina
del mundo
y su oferta indecorosa
La tangente ruptura de los gusanos en el barro
invocando porciones de cielo y de hombres sin destino
poblando la niebla como voces y palabras sin luz
contratos subterráneos
invitaciones al canto hambriento de la vida
al canto negro de las tabernas y los palos negros
de bozal y motor
de navaja y ferrovia
de catre y cebolla
madre
He venido a cantar frente al paredón
A tocar el pan el tomate el ajo
con los dientes
He venido a sentarme frente al balcón
A cargar con las cajas y los muertos
y los recuerdos de los nombres
He venido a arrancarme las lágrimas de cuajo
A vender mi perfil en las carnicerías
Estoy del lado de la mugre y la furia
Por eso he venido a cenar sobre los tejados de la lluvia
rastros de musgo y naipe y cuartilla manchada de carmín
y camino
solitario a retumbar como un trueno sobre las ventanas tranquilas
y amables de los que no sudan ni padecen cosa
He venido a robar lo que es mío
y a incendiar los dormitorios antiguos
que me acosan entre sueños e invocaciones
sesgadas
He venido a descorchar los vientres de la tierra
y a beber su luminosa canción
ciega y desesperada
canción
de la sangre
A eso he venido
a ser tu hijo
madre
miércoles, 29 de septiembre de 2010
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