jueves, 16 de septiembre de 2010

El ritmo de la muerte

Existe una trama
entre lo que somos y lo que no somos

Existe un lugar
que transcurre entre lo pensado y lo sentido

Algo ajeno
a nuestros deseos perdidos
lejano
como la piel que nos proteje
del ritmo de la muerte

del ritmo de la muerte


del ritmo de la muerte

frutas colgadas de una rama
silbidos encarnados en escarcha
Golpe doloroso del tejido
huidizo recinto de lo invidente

No existen las palabras

Existe un puente
entre la cosa y el ojo

Un sonido
entre el corazón y la rosa

Entre lo que soñamos
y lo que recordamos cuando soñamos

Pero no es el sueño
ni eso que vivimos
al alcanzar la orilla

como sonámbulos pasajeros de la noche



Existe una trama
que va desde la oscura madriguera de nuestro nombre
hasta la oquedad transparente del sombrero y el asfalto

Una lámpara enterrada en un sótano
Una copa llena de noche


Algo que nos precede y nos ignora
Algo que late con un sonido sordo
en las venas ciegas del desastre

Algo que sabe a hierro pero que no es la sangre
Algo que es como la anestesia descarriada
del ímpetu
Encerrada en la habitación infinita
del calambre
aporreando el teclado de lo inhóspito

Con su máscara

de calma absoluta
que provoca el terror
prodigioso
de los rincones ignorados de la mente
cuando devoran el vértice del blanco


El ritmo de la muerte

El ritmo de la muerte

El ritmo de la muerte


Existe una cuerda
delgada impronunciable
que es la vida
y lo que pasa
cuando la vida ya no es vida
ni lenguaje ni signos
enterrados

Existe un viaje
entre el tacto y la memoria

Un instante
entre el perfume y la vejez
entre el átomo y la brisa

Existe la nada
pronunciando espasmos
despojada de caligrafía imperfecta

El esqueleto húmedo de la semilla

persiguiendo el calor y la oscuridad de las raices
La luz y aire de los frutos

De la ebriedad del impulso a la meticulosa concepción de cada cosa
existe

En nuestra mente
donde siempre es noche

Una trama
que a veces nos olvida
mientras el desgaste de las horas
nos cubre con su prodigioso velo

Y quedamos amparados entre dos mundos
flotando
inmersos
en nuestros trajes de chaqueta y baba

Una trama
que a veces nos recuerda
mientras el desgaste de la eternidad
nos hiere con su delicado reverso

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