domingo, 6 de junio de 2010

Apología de Becerro

-En una sala de juicios sumarísimos contra músicos de baja estopa:

ACUSADO:

Puede que sea tu cumpleaños
pero no te lo creas
yo se que para ti
todos los días son tu cumpleaños:

JUEZ:

Le recuerdo que el otro acusado no se encuentra en la sala.

ACUSADO:

Le hablo como si estuviera aqui, caballeros,
aunque ahora se encuentra lejos:

SI, yo le vi,
si, yo le vi, señores,
cuando llevaba una camisa de vendedor de horchata,
si, yo le conocí señores,
y, si, también pensé de él(somos gente decadente)
lo mismo que a veces pienso de mi
(qué vago, qué superficial)
más eso era reconfortarse en las cosas que, juntos, no querríamos ser:

Hoy sé, por fin,
que cada nota de su trompeta vale tanto como cada gota de la crema Chet,
y cada arpegio de mi guitarra
es tanto o más bisexual que todos los discos de metheny...

El mundo tenía previsto para el ya una vida,
una coartada barata, una jaula de oficina
a cambio de papelitos de colores

y él, señores,

tan lleno de ignorancia como yo
y tan lleno de pasión
que es capaz de llorar una nota trémula,

escapó, OH, SI, oh señor, Escapó, huyó

directamente hacia el sentido verdadero de la vida:

vivirla felizmente,

y declaro que todos los espíritus de los viejos negros gigantes
le protegeran en cada esquina,

yo no sé, señores del jurado,

si nuestras notas músicales
nuestra imperfección que huele a humo y a sótano,
es digna de lo que ustedes llaman excelencia,

pero puedo decirles

que nadie nos supera en felicidad e irreverencia.

Quisieron comprarle
eliminarle
reducirle
destruirlo
comprarlo
a cambio de papelitos de colores,
y escapó:

Sé que ahora está en el Caribe, rodeado de belleza y de frescura.
Toca la trompeta y lleva una cámara fotográfica.

Y hoy me vienen ustedes a acusar

por la anarquía de sus rizos
por la inexactitud de mi bigote,

pues, sepan ustedes, que somos culpables, y a mucha honra,

de chupar de la teta de la Gran-Madre-Música
con el ansia de un cachorro desagradecido e inconsciente,
y, como no somos religiosos,
sin dar las gracias.

Sepan ustedes, que cuando llegue el juicio final,
la Gran-Madre-Música nos absolverá
pues su bondad dadivosa es infinita

y ustedes,
ustedes serán condenados
a veinte años de reclusión en un frío conservatorio.

Y ahora, si me lo permiten,
le voy a hablar aunque no esté en la sala:

Sopla sopla sopla sopla sopla sopla sopla sopla
sopla sopla sopla sopla sopla sopla sopla sopla
sopla sopla sopla sopla sopla siempre
sopla sopla sopla sopla sopla sopla sopla más

que la Gran-Madre-Música ama por igual a todos sus hijos.

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