Bebían para olvidar. Cuando llegó el camarero con la cuenta, apenas recordaban sus nombres.
Tuvo que aparecer un policia, que se ofreció gentilmente para llevarlos a casa. Como no lograban situarla sobre el plano, acabaron durmiendo en el calabozo. Una mágica noche que dura ya cinco interminables años.
viernes, 18 de junio de 2010
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