martes, 1 de junio de 2010

El ARBOL DE LAS DELICIAS

Al despertar de su sueño, el cerdito notó que durante el transcurso de la noche, le habían robado el corazón. Descorazonado hizo llamar a su mayordomo.

- Wilfredo, esta noche, mientras dormía; me robaron el corazón.- Dijo el cerdito llevándose la pezuña al pecho.

- Pero señor, eso es terrible.-Dijo el mayordomo estremecido.

- Dado que mi corazón es grande y pesado, intuyo que los ladrones no pudieron escapar con la carga y con las prisas, se vieron obligados a enterrarlo en el jardín.- Dijo el cerdito con la mirada perdida, atravesando los cristales del lujoso ventanal.

Ambos se dirigieron hacia la caseta del jardinero. Fue allí donde hallaron un pico y una pala. Más tarde, encaminaron sus pasos hacia el jardín. El cerdito poseía un poderoso olfato, y no tardó en pisar un montículo de tierra donde supo, se encontraba su corazón. Estaban cavando con diligencia, cuando unos ladrones encapuchados saltaron la gruesa tapia que protegía la vivienda. Iban armados con navajas y trabucos, y en la refriega, mataron al cerdito de una puñalada certera, al mayordomo, lo hirieron en un brazo. Con los gritos, se pusieron nerviosos y se dieron a la fuga.

- Señor, oh! No señor!.Por favor no se muera...-. Exclamaba el mayordomo poseído por la rabia y por la tristeza mientras lo acogía entre sus brazos.
Protegía del frío a su señor cuando se resbalaban las primeras lágrimas sobre la tierra.
Un perro ladraba a lo lejos. La luna era un despojo flotando en la quietud. Quiso cargar con el cadáver de su amo hasta la casa. Lo tumbó sobre la cama y se dispuso a velarlo. Y la noche siguió su curso.

A la mañana siguiente, cuando despertó, miró asombrado por el ventanal sin poder dar crédito a lo que veían sus ojos. Un hermoso árbol había crecido en mitad del jardín.

Al llegar las navidades, el árbol dio sus frutos. Eran jamoncitos brillantes colgando de las ramas con sus destellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario