martes, 8 de junio de 2010

El Estreno




Son las 7 de la Mañana. Nos hemos quedado sin tabaco y hay que salir a la calle. Para colmo he perdido mi chaqueta en mi propia casa. No estaremos mucho tiempo fuera pensé. Por lo que a mi respecta el frío no me preocupa. Es mi cuerpo el que luego más tarde se pone enfermo y me deja tirado en cama unos días. ¡Que sabio que es! (a veces).

Bajamos del torreón en busca de una máquina expendedora. O eso es lo que creo que estamos haciendo. Nuestras risas y nuestras miradas nos delatan. Si. Aquellas setas de la pizza tenían una apariencia extraña. Ya no hay vuelta atrás. Estamos fuera.

No nos van a dejar entrar en ningún lado. Por lo menos yo no me dejaría a mi mismo, y en los 24h ya no venden. Orientando nuestros pasos hacia el Clan Cabaret la mañana comienza a clarear. Como siempre a esas horas las calles de la ruta están pobladas de gentes y subgentes deambulando y vagamundeando buscando un lugar, un plan, un ligue, más droga, o simplemente no quieren irse a casa. Pero hace frío. Parece que hace frío.

Para entrar a hay que pagar. Un duro inconveniente. Mi compañero se sacrifica advirtiéndome que al menos se tomará la copa dentro. Un gran clásico escuchado noches y noches de borrachera y misiones de nivel 3. Decido permanecer en la calle muy bien no se porqué. Me apetece. Gente haciendo cola por pagar para entrar a un garito lleno donde apenas se puede hablar. Hipermaquilladas van desfilando por la puerta. Flashes de cámaras de fotografía. Risas y miradas malévolas en las escaleras de la entrada. Coño¡ Pensé, si resulta que estoy en un estreno de cine y yo con esta cara.

Pero no es una cosa que me ocupe mucho la mente. Básicamente estoy en la puerta de una sala esperando a que un colega que está comprando tabaco. O eso es lo que creo.
El teatro comienza y el escenario se abre ante mi. Como en un show de variedades, modelos, actores, actrices, algún director de fotografía con el que había trabajado hace tiempo van apareciendo. Todos pasan por delante y alguno me saluda. Enanos, Bailarines, Equilibristas, gentes haciendo malabares mientras tratan de entrar a las 8 de la mañana. ¿Cuánto tiempo llevo ya? Sin reloj, bebida y sin fumar observo la escena plácidamente.

Flashes, más flashes ¿Quién coño está haciendo fotos a estas horas de la mañana?. Me Saluda. A ti te conozco. Me enredo en una conversación que no lleva a ninguna parte. Por suerte mi compañero aparece por la puerta de salida. Le comento mi situación, mis ganas y mis impresiones, pero no me cree. Dice que dentro hay un ambiente increíble. Me coge del brazo y me anima a pasar. Me invitará si es necesario. No lo dudo.

Comienzo a pensar que todo está preparado, que no puede estar pasando, que solo íbamos a comprar tabaco. Pero accedo, si me dejan entrar claro. Me tomaré una y no más. Total, estoy metido dentro de una película dentro de un estreno. Nos acercamos a la entrada cuando parece que todo el mundo que estaba esperando en la puerta decide entrar. Se forma un extraño alboroto en la puerta.

No puede ser, así no. Llevo media hora mirando la entrada y tengo que entrar a empujones. Más flashes y miradas extrañas. Dos tipos que tengo delante de mi cuchichean. Rien. Serán los camellos, siempre al tanto. Pronto vendrán a ofrecerme sus mercancias. La cola aumenta por momentos. Mi amigo me sujeta por el brazo para que no salga huyendo despavorido. Consigo hablar y pagar mi entrada de 10 europios. Y entonces entro dentro de la discoteca. Todos se giran. Suena ‘Dolores se llamaba Lola’ y me pongo a guitarrear salvajemente. Es el 1 de Enero del 2010. Ahora comprendo algo más. No recordaba que estábamos de estreno.

2 comentarios:

  1. La imagen escogida para acompañar el ortopédico relato es una aberración de todas todas. No jodamos, caballunos. No somos nihilistas. Si carecen de tacto y paladar busquen asesoramiento.

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