lunes, 21 de junio de 2010

EL INTRUSO

TRAJE DE NIEBLA

Caminar
preñarse los ojos de navaja, de turbulencia, de acracia.

Señorear por los postulados de la entrega plácida
inútil de los primeros albores

Señuelo de mejilla
beso incorruptible
atroz asfalto de húmeda escarcha
Petróleo de caricias
maquillaje ilegal
edredón intacto
de la madrugada

Volumen puro, inocente
del puente
y la lujuria
de las colillas y las faldas

Jugueteando entre las arterias de la trama
Ser soplo
falacia
ternura de barro conmovido
error
átomo
substancia

enigma tocado por sombrero
atravesando la niebla
y su morada

Y con los desgastados zapatos del siempre
con los brazos colgados de la propia estatua
deambular con la levita honesta de las balas

Depravado de livianas sospechas
víctima del neón
de los escaparates
de las esquinas
del agua

aletear inmerso por entre los huesos de la jaula

Acariciando los hielos de la copa

escuchando el pálido silencio
de las nubes, de los aires, de las prendas
de la nada
y sentarse en una terraza a morder la vida

con impaciencia de cuaderno
con urgencia de cartero
con asombro de fogata

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